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Humberto Musacchio

Las conclusiones interesadas del IMCO

La semana pasada se dio a conocer el Mapa Magisterial de la Educación Básica elaborado por el Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO), un estudio supuestamente basado en información sobre el último trimestre de 2013, la que habrían enviado los gobiernos estatales a la Secretaría de Educación Pública.
De acuerdo con el desorientador mapa, el sueldo promedio de los mentores mexicanos es de 25 mil 153 pesos mensuales, aunque según el IMCO hay 70 maestros que obtienen un ingreso superior a 190 mil pesos y siete mil 183 tienen una percepción que rebasa los cien mil pesos mensuales. Como caso extremo de opulencia se puso el caso de un maestro de Oaxaca  que presuntamente gana 603 mil pesos mensuales.
El mismo “estudio” afirma que en el estado de Hidalgo hay mil 440 personas que nacieron el 12 de diciembre de 1912, los que en conjunto cobran 31 millones 807 mil pesos. De estos, el IMCO sólo pudo identificar a 127 y el resto, pese a que no se encuentra ligado a un centro de trabajo, percibe un salario de 148 mil 493 pesos mensuales. ¿De veras?
Con tales datos, al IMCO no le resultó difícil afirmar que más de 91 mil maestros pertenecen al decil de los mexicanos más ricos del país, pues sus ingresos son superiores a 44 mil 333 pesos al mes. En suma, sólo faltó decir que cada maestro vive en una mansión, con Rolls Royce a la puerta y todo un ejército por servidumbre.
Con la mala fama del sindicato magisterial los datos publicados parecieron adquirir una veracidad incontrovertible. La corrupción, como bien lo sabemos los mexicanos, es capaz de esos y otros milagros en connivencia con funcionarios venales. Por otra parte, algunos datos parecían ciertos porque durante décadas las irregularidades crecieron sin que la SEP ni los gobiernos de los que formaba parte trataran de poner coto a tantos excesos, pues la corrupción fue un método de control laboral y político que demostró ampliamente su eficacia.
Pero en las cifras dadas a conocer por el IMCO había exageraciones evidentes, información insuficiente y un revoltijo de hechos de diverso género. Ya el subsecretario Enrique del Val se encargó de desmentir los datos más escandalosos dados a conocer por el IMCO y la falta de rigor del estudio de marras. Falta conocer los móviles de quienes construyeron esa pirámide de falacias.
Para empezar, el IMCO es un organismo financiado por los gobiernos de Estados Unidos, mediante la USAID (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional), y de Gran Bretaña a través de su embajada en México. El citado Instituto recibe dinero del Banco Interameicano de Desarrollo, de la Organización para el Desarrollo Económico (OCDE), de Microsoft y de diversas fundaciones extranjeras, así como del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios, quienes están todos, inequívocamente, en favor de la libre empresa.
Por supuesto, estar por la libre empresa es una posición legal y legítima, pero llevada al extremo, esa posición implica convertir en mercancía todo lo que se pueda pagar. En la mayor parte del mundo el Estado imparte educación gratuita y hay quien considera que todo aquello que es gratis no se aprecia, de ahí que se considere que privatizando los servicios públicos se obligará a los ciudadanos a pagar y las sociedades ganarán en eficiencia.
De modo que magnificar las desgracias de nuestro sistema educativo no es algo inocente. Para todos está claro que la educación debe sacudirse de muchos lastres y para hacerlo se necesitará el concurso de los profesores y de la sociedad, no los espejismos mercantiles.

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