Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Florencio Salazar

¿Líder?

 Dejarse guiar por circunstancias transitorias; y peor, cuando se hace por inercia, por pereza, por conveniencia personal, por temor o por desconocimiento de la realidad. Agustín Yáñez.

 A partir del protagonismo de los medios y en la medida de los avances tecnológicos en materia de comunicación, se ha empezado a generar el poder mediático. Es decir, el cambio de rol de los medios, que se convierten en fines; puesto que no solamente median entre el emisor de la información y el receptor de la misma, sino que también deciden.

Ello ha significado un cambio fundamental en las campañas políticas. Ahora los medios son estratégicos en su diseño. A manera de ejemplo, conviene citar dos casos, uno remoto y otro cercano.

1.- La pugna por la presidencia de Estados Unidos entre Richard M. Nixon y John F. Kennedy, se resolvió en un debate. Nixon era un político mucho más experimentado y con mejor formación profesional y académica que Kennedy, pero no dio importancia a una recién invitada al banquete electoral: la televisión. Se presentó al debate cansado y sin rasurar; él, que se rasuraba dos veces al día por tener una barba muy cerrada. En cambio Kennedy triunfó al proyectar frescura y su gran carisma.

2.- Vicente Fox difícilmente hubiera vencido a Francisco Labastida sin el aprovechamiento de los medios. En la elección del 2002, en Guerrero el PAN pudo pasar de menos de 20 mil votos a 180 mil, gracias a la cobertura de la campaña y la difusión de la carismática personalidad del hoy presidente de la República.

Los anteriores ejemplos arrojan un par de conclusiones: i) los medios pueden ser aliados estratégicos si tienen materia prima que “vender”; y, ii) si la materia prima significa carisma y plataforma. De ahí que los responsables de diseñar una campaña deban contar con elementos básicos, como son buenos candidatos, propuestas, organización y vinculación social.

Por el contrario, si la campaña cifra su estrategia solamente en los medios, tendrá una elevada posibilidad de fracasar, ya que no tendrá “artículos” de promoción.  Por eso, una campaña necesita líderes, estrategas y operadores. Veámoslo si no a la luz de los recientes resultados electorales para el PRI.

Líder. Es el jefe de mayor jerarquía y, por lo tanto, el conductor. Le corresponde integrar el equipo y fijar los objetivos. Delega responsabilidades, supervisa el trabajo, escucha propuestas y toma las decisiones. En el régimen guerrerense este rol le corresponde al “primer priísta del estado”, René Juárez. De las capacidades políticas del líder, el ascenso de las oposiciones lo dice todo.

Estrategas. La tarea fue asignada fundamentalmente a los ex gobernadores, quienes vieron más por sus intereses que por los de su partido; se empeñaron en postular a sus leales, ignorando cuestionamientos públicos y pasando por alto las condiciones políticas y sociales de Guerrero. Si con una palabra se quisiera calificar la obsolescencia y caducidad de dichos estrategas, esa palabra es Teloloapan.

Operadores (¿). Mucho bribón acostumbrado a quedarse con los recursos para la campaña y a magnificar dificultades para disponer de más. Si el PRI gana o no, ellos ya ganaron. Los poquísimos competentes, aun ganando, estaban perversamente destinados a perder. Alguien visualizó a Maquiavelo en Acapulco moviendo la panza por un peso.

Los medios. No cumplieron el papel que les asignó el experto en marketing político, Hugo Scherer, por una sencilla razón: careció de materia prima. Y no nada más de candidatos aceptables; también faltó liderazgo. Ya podían desgañitarse locutores y promocionar el triunfo en el debate columnistas… Los medios igualmente exhiben a los políticos para bien y para mal.

Pirandello escribió el cuento Un personaje en busca de autor, y tal parece que en esa situación se encuentran ahora los priístas: son personaje sin autor. No hay autor de la debacle electoral. Los personajes se crearon solitos y la derrota llegó igual.

Afirma Warren Bennis: “La recuperación empieza inevitablemente con preguntas”. Digamos que los priístas tendrán la voluntad de hacer las suyas: entonces, ¿quién es el líder? ¿Quiénes y cómo analizaron el contexto de la campaña? ¿Quién o quiénes diseñaron la campaña y bajo qué criterios? ¿Hubo planeación estratégica de la campaña? ¿Qué compromisos existían o existen para postular candidatos previamente derrotados por la opinión pública? ¿Se debe seguir a un líder que da la espalda a sus seguidores en la derrota, a la que él los condujo? ¿Cómo se nombrará a la dirigencia priísta de relevo? ¿Qué sigue para el PRI y quién señalará el rumbo? ¿Cómo quedan el PRI y el gobernador? En cuanto a la relación del PRI y el gobernador con Guerrero, esa pregunta no necesita respuesta.

468 ad