Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Arturo Martínez Núñez

El nuevo curso

Después de la fiesta siempre llega la resaca. Las elecciones guerrerenses han sido una fiesta de la democracia. A pesar de algunos incidentes aislados, propiciados por los de siempre y permitidos (y auspiciados) por los de siempre, la fiesta transcurrió en paz y como siempre ocurre, unos despertaron sin recordar lo que habían hecho y otros despertaron creyendo que habían hecho lo que no hicieron. Ha amanecido y es hora de hacer balance. A más de uno levaldría no haber despertado.

El perdedor

El gran perdedor de la pasada jornada ha sido, incuestionablemente, el PRI. Este partido, ha recibido un varapalo tremendo del que difícilmente se recuperará. No digo que no sea posible: digo que será sumamente difícil que el PRI refrende su triunfo en la gubernatura. Si el PRI no comprende el mensaje, no logra leer el mandato del soberano y no entiende que ha llegado la hora de la democracia real y que su única posibilidad pasa por el abandono de los cacicazgos anacrónicos y anquilosados, en favor de los liderazgos auténticos (que aunque parezca increíble, sigue teniendo), puede ir recogiendo sus cosas y cerrando el local.

El PRI ha perdido (siempre en este artículo con los datos disponibles del PREP) 63 mil votos con respecto a la elección del 99. Ha perdido, con la excepción marginal de cuatro, en todos los distritos. Ha perdido votos estrepitosamente en el 02 de Chilapa (-4157); en el 04 de Tecpan (-7065); en el 06 de Ometepec (-4337); en el 07 de Coyuca de Catalán (-4300); en el 12 de José Azueta (-5345); en el 20 de Arcelia (-6485) y en todos los de Acapulco. En casi todo el resto de los distritos ha perdido un promedio de 2 mil votos. Sólo ha incrementado su votación y eso de manera marginal en el 08 de Teloloapan (996), en el 10 de Taxco (554), en el 22 de Huamuxtitlan (482) y está por verse el 23 de Pungarabato en el que, con los datos disponibles del PREP (96 por ciento de avance), suma el impresionante avance de 2 (dos) votos.

La coalición con los verdes sólo ha servido para reafirmar la ductilidad del niño verde y sus invisibles huestes. Habría sido más útil para el PRI que el ínclito neolíder ecologista se quedara en la Costera organizando tropelías en los antros de moda.

El nuevo del salón

Antes del 2000 el PAN existía (¿existía?) únicamente en las zonas urbanas de Taxco, Acapulco, Chilpancingo e Iguala. A partir de los resultados de estas elecciones, el PAN tendrá que ser tomado en cuenta como el verdadero fiel de la balanza en Guerrero.

El PAN ha incrementado notablemente su votación en todos los distritos, con la excepción de, curiosamente, dos distritos de Acapulco: el 13 (-415) y el 17 (-113). Acción Nacional aumenta espectacularmente en el distrito 01 de Chilpancingo (4 mil 415), en el 04 de Tecpan (6 mil 780), en el 06 de Ometepec (6 mil 420), y en el 07 de Coyuca de Catalán (6 mil 596). Obtiene en promedio 2 mil 950 votos por distrito, lo cual no es poca cosa considerando que en las elecciones del 99 logró mil 158, para un incremento del 250 por ciento. Al PAN aún no le alcanza para ver materializado su crecimiento pero sin duda, será protagonista clave en las elecciones estatales del 2005 y con los candidatos adecuados, puede dar la sorpresa en el 2003 e incluso, ser el beneficiario indirecto si el clima político llegara a enrarecerse.

El PAN se enfrenta al dilema de lograr una militancia doctrinaria o de ser el partido ¿presta registros? como ha sido el caso de Atoyac. Tiene que decidir si gana gobiernos perdiendo el partido o viceversa.

El ¿ganador?

A bote pronto, el PRD aparece como el gran triunfador de los comicios pasados. Pero ¿es esto una realidad?; ¿es la hora de destapar las botellas de champaña?; ¿la lucha del PRD será únicamente intestina para ver cual de los dos o tres claros precandidatos logrará ser finalmente el candidato y en consecuencia el gobernador?

Cuando los adalides perredistas ponen ya miras en el 2005, vale la pena recordarles la dureza de los números y poner sobre la mesa el tamaño del reto, que no es pequeño, para alcanzar la victoria en el 2005.

Cada vez que el PRD ha conseguido votaciones que le dejan en la antesala de la mayoría (1988, 1997, 1999) ha dado paso a la soberbia de los que se creen dueños del partido y ha roto sus alianzas con la sociedad.

Los triunfos de los liderazgos de a pie, han sido olvidados e inmediatamente la vieja nomenclatura se comienza a desgarrar para lograr una pluri aquí o un puestito allá. Es hora de refrendar la alianza con la sociedad, con la militancia de base y con los llamados partidos pequeños que está suficientemente claro que son la diferencia. La alianza con el PAN se antoja ineludible y puede ser trabajada con tiempo y con suficiente claridad. Hay tiempo, aunque no mucho.

El PRD avanza notablemente en muchos de los distritos. En los distritos de Acapulco el aumento es notable y en el 12 de José Azueta es impresionante (7 mil 363). Sin embargo, el PRD pierde votos en ¡nueve! de los distritos electorales: 01 de Chilpancingo (-2113); 02 de Tixtla (-2904); 06 de Ometepec (-3798); 07 de Coyuca de Catalán (-3188); 14 de Ayutla (-6911); 20 de Arcelia (-2969); 22 de Huamuxtitlán (-384) y 23 de Pungarabato (-2645).

El incremento de votos perredistas entre 1999 y el 2002 es de 17 mil 101 votos, los cuales se alcanzan básicamente como resultado de las votaciones en Zihuatanejo y Acapulco. En Chilpancingo la debacle es notable. Lo que parece una gran victoria, es en realidad el resultado de la caída del PRI y los notables triunfos en Acapulco y Zihuatanejo. Resulta claro que los votos que pierde el PRI no van a parar al PRD ya que en la mayoría de los casos, es mayor la pérdida de aquel que el aumento de éste. Parece que el beneficiario de estos votos es el PAN quien además es el único que se nutre de los votos nuevos.

Lo del PRD a nivel estatal no es precisamente para festejar. Es en realidad, una derrota eclipsada por dos grandes victorias y por una derrota aún peor: la del PRI.

La victoria de Acapulco es el resultado de una buena gestión de Zeferino Torreblanca y de una gran campaña del que siempre fue el candidato natural Alberto López Rosas. Ahora le corresponde a éste tomar el testigo del gobierno saliente y revalidar con acciones el mandato popular. La oportunidad de López Rosas es única y si realiza una gestión adecuada, difícilmente encontrará rival, dentro o fuera del partido, para alcanzar el gobierno del estado.

El PRD necesita serenarse, analizar con cuidado la frialdad de los números y permitir y colaborar para que las autoridades recién electas trabajen con eficacia. El PRD debe de ser auxiliar y no lastre en la gestión de los ediles perredistas. Hoy más que nunca se debe de impulsar la reforma electoral para que no se obtenga en los tribunales lo que no se da en las urnas.El nuevo curso político comienza y tendrá que ser sumamente enriquecedor para la vida guerrerense. Ojalá que los políticos alcancen a comprender la grandeza de este pueblo.

468 ad