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Pasarán las lluvias en una zona de riesgo vecinos del norte de la capital; no los quieren reubicar

“En la primera encuesta de la Sedatu salí con pérdida total, en la segunda salí con pérdida mínima, pero ya en la tercera salí rechazado”, relata Ciriaco García. A doña María González el municipio le arrojó escombros detrás de su casa y se está inundando, denuncia

 

Zacarías Cervantes

Chilpancingo

Ocho meses después de la tormenta tropical Manuel y del huracán Ingrid, que se llevaron su casa en la colonia María Dolores al norte de la ciudad, Ciriaco García Nava se cansó de esperar alguna señal de que las autoridades le garanticen su reubicación, por lo que este 15 de mayo comenzó la construcción de una nueva casa con pedazos de madera.
No se ve molesto. Se dice decepcionado del gobierno, mientras a las 12 y media del día, a pleno sol y chorreando sudor por todos lados berrea con un clavo que se resiste a penetrar la fajilla torcida y dura. “La verdad estoy perdiendo las esperanzas de que el gobierno me reubique; en la primera encuesta de la Sedatu (Secretaría de Desarrollo Agrario Territorial y Urbano) salí normal, con pérdida total, en la segunda salí con pérdida mínima, pero ya en la tercera salí rechazado, pero me dijeron que no me desespere, que sí me van a reubicar”.
Ciriaco platica con el reporteo sin dejar de clavar las maderas con las que construye un cuarto de aproximadamente 3 metros de largo por 2.50 de ancho, a unos cinco metros del cauce del Huacapa, en el mismo sitio donde estaba su casa que se llevó el agua un miércoles 18 de septiembre del año pasado.
Dice que se vio obligado a comenzar a levantar una nueva casa porque tiene temor de que, “en el rato menos pensado”, las autoridades cierren el albergue de la Unidad Deportiva en donde todavía vive con su madre, Nazaria Nava Reynoso, una anciana de 85 años que ya no puede valerse ni atenderse por sí sola.
“Si eso llegara a suceder (el cierre del albergue), cuando menos ya vamos a tener aquí un cuartito donde alojarnos”, dice el hombre, discapacitado de un pie, y quien para caminar se apoya de un bastón.
Ciriaco es el sostén de su madre y se gana la vida cantando con una guitarra en las pozolerías, en el mercado o en la terminal de autobuses, a cambio recibe alguna “cooperacha” y no siempre le va bien, más bien casi nunca le va bien, pues asegura que cuando más gana son 80 pesos y cuando le va mal entre 40 y 50, que le tienen que alcanzar para él y para su madre.
Hasta antes del 18 de septiembre, Ciriaco y su madre tenían su casa en la calle Tulipanes sin número de la colonia María Dolores, era de cuatro piezas: dos cuartos, una cocina y un espacio para el lavadero, pero la mañana de ese día todo se lo llevó el agua pues el pequeño terreno está a orillas del cauce del Huacapa.
“Mi casa estaba allí”, muestra apuntando con el dedo índice un montón de tierra junto a donde comienza a construir su nueva casa con pedazos de fajilla, “todo se lo llevó el agua, también mis camas, el ropero, mis aparatitos, nos quedamos en la vil calle, amigo”, dice.
Desde entonces él y su madre viven en el albergue de la Unidad Deportiva, pero dice que no sabe por qué presiente que pronto lo van cerrar “¿y entonces, a dónde nos vamos a ir?, por eso estoy construyendo aunque sea esto”, dice mientras con la mirada recorre el cuadro formado con pedazos de madera.
“Aunque sea aquí nos vamos a venir”, dice y agrega que también ya perdió las esperanzas de que sea uno de los reubicados, pues la primera vez que lo censaron resultó aprobado, en la segunda revisión lo anotaron con pérdida mínima y en la tercera resultó “rechazado”.
Dice que, sin embargo, empleados de la Sedatu le aseguraron que será uno de los reubicados “aunque sea en la segunda etapa”, pero que no guarda muchas esperanzas y que a pesar del riesgo de que su casa nuevamente se la lleve el agua, se va a traer a su madre a vivir aquí.

El gobierno construye un complejo deportivo en lugar del encauzamiento

Como Ciriaco, decenas de familias que perdieron sus casas o resultaron con daños por las lluvias de septiembre del año pasado han regresado a vivir en las márgenes del encauzamiento del Huacapa debido a la falta de información, y porque el gobierno no les da garantías de que serán reubicados al nuevo complejo habitacional que se construye al sur de la ciudad para las familias damnificadas y las que viven en zonas federales e irregulares.
En las colonias Galeana, El Amate, María Dolores y Huajal, ubicadas al norte de la ciudad cerca de la presa Cerrito Rico, la historia de negligencia y abandono de las autoridades a los damnificados se repite.
Otra de ellas es la de la señora María Gonzáles Pineda. Su casa está a unos cinco metros del cauce del Huacapa, pero además, el Ayuntamiento pavimentó las calles de la colonia y la corriente del agua la canalizó hacia un lado de su casa en donde ya hizo una barranca. Ahora su preocupación no solamente es que se inunde con el agua del cauce del Huacapa, sino con la que baja de las calles que fueron canalizadas hacia su casa.
“Ya le pedí tres veces al presidente municipal (Mario Moreno Arcos) unos tubos para canalizar el agua, pero siempre me dice que sí pero luego me manda con la Secretaría de Obras y así me lleva”.
Doña María González, una anciana de 75 años, vive sola a orillas del cauce del Huacapa en la colonia El Amate. A 8 meses de la tormenta tropical Manuel y el huracán Ingrid dice que sólo ha recibido tres despensas, 10 láminas y la tarjeta para adquirir utensilios domésticos de 10 mil pesos que canjeó por una estufa y un refrigerador.
Desde la tragedia su casa quedó casi al borde del cauce del Huacapa, pero ese no es su problema, sino que el gobierno hace como dos meses comenzó a desazolvar, supuestamente para construir, y le fue a amontonar el escombro atrás de su casa y sigue en su patio.
Mientras tanto, a doña María ya no le han vuelto a hablar de su reubicación, “de eso no sabemos nada, pero eso ya no me interesa, lo que quiero es que me vengan a canalizar esta barranca que me hicieron al lado de mi casa con la pavimentación de las calles”, insistió.
Mientras en esta parte de la ciudad ni siquiera se ha comenzado a retirar el escombro del cauce del río para evitar inundaciones en esta temporada de lluvias, a unos 20 metros de distancia del cauce del río, en la colonia Lucía Alcocer, el gobierno del estado construye un complejo deportivo en el que trabajan unos 80 trabajadores, dos máquinas de trascabo y una revolvedora.
Desde afuera, el movimiento de los trabajadores y máquinas evidencia que hay prisa por terminar la obra. El paso está prohibido para personas ajenas y los trabajadores desde dentro de las rejas corroboraron que la construcción es una unidad deportiva que contará con albercas semi olímpicas, canchas de futbol, de básquetbol y pista atlética.
La obra se ve desde la casa de doña María González, que está enfrente, del otro lado del cauce del Huacapa a unos 20 metros, en la colonia El Amate.
Doña María González espera que cuando menos el gobierno canalice el Huacapa para poder garantizar la estabilidad de su casa. Sin embargo, ni siquiera han ido a retirarle el escombro que le fueron a arronzar atrás de su vivienda y que con las lluvias que ya llegaron comienzan a arrojarle el agua y a provocarle inundaciones.
“Ojalá y el presidente municipal recordara su palabra. Ya son tres veces que se comprometió conmigo a que me donaría tubos para canalizar el agua y no se me meta a mi casa”, dice mientras trata de recordar las fechas en que el alcalde se ha comprometido con ella.
A 8 meses de la tragedia que dejaron la tormenta tropical Manuel y el huracán Ingrid, doña María como Ciriaco tienen dudas de que el gobierno los vaya a reubicar. Por eso dice que mejor quiere asegurar su casa cuando menos en esta temporada de lluvias porque está segura de que nuevamente la va a pasar aquí aunque peligre su vida.

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