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El tiempo es el gran tema de la literatura, dice Andrés Acosta

 Eduardo Añorve Zapata, ciudad de México (segunda y última parte) * La labor literaria del escritor chilpancinguense Andrés Acosta lo ha llevado a publicar en distintas partes del mundo y en nuestro país su obra se conoce especialmente por los textos y becas avalado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.

Autor de textos como Afuera están gritando tu nombre y No volverán los trenes, en esta parte complementaria de la entrevista, nos habla del proceso creador y de su experiencia y desarrollo como escritor, así como de sus influencias.

Sus textos son leídos en distintos países

–Te han publicado en Alemania…

–Como desde hace tiempo doy talleres por Internet, y hay algunos textos míos en la red, me han estado contactando. Otra de mis publicaciones ha sido en el libro Visión y voz, de Estados Unidos; me hablaron para publicar un texto mío para que se use en las escuelas donde se enseña español en Estados Unidos e Inglaterra, para que la gente practique con estos textos.

–¿Obtienes sólo el prestigio al publicar?

–Sí. En este tipo de publicaciones lo que te ofrecen son algunos ejemplares: los que ganan son las editoriales.

–No se vive de escribir…

–Se vive de lo relacionado; de escribir, estrictamente no. Hay muy pocos nombres: Fuentes, Del Paso…

–… Poniatowska… ¿Te gusta Poniatowska?

–Mira… (risas) No, tengo otros preferidos… Rulfo, Arreola.

–¿Qué de Rulfo?

–Me gusta la manera en que estructura Pedro Páramo, que es una novela con una estructura bastante extraña, que por momentos parece que no tiene una forma lógica, pero creo que, finalmente, lo que sostiene a la novela es la estructura, la manera de ver el tiempo que tiene Rulfo.

–¿Arreola?

–De Arreola lo que me gusta es la precisión y la perspectiva acerca de la realidad. Transformar una simple anécdota cotidiana en algo completamente fantástico, fuera de lo común.

–Has impartido talleres de lectura, de escritura…

–Sí, me he dedicado un poco a la administración de la literatura, a impartir talleres de creación literaria, en el INBA, la UNAM, Televisa y ahora un taller virtual que se llama Taller de la Mancha.

–Narrativa siempre…

–Sí, y lectura también, de cuento, novela…

–¿Tallerista?

–Sí, tomé un taller de cuento con Roberto Bravo y con Edmundo Valadéz. Digamos que ellos son mis maestros, de manera directa, para saber cómo se lleva un taller. Después es algo que nunca he descuidado; como siempre estoy constantemente con mis amigos o mis alumnos refinando los textos. Entonces la práctica de taller no es más que eso, ejercitar el sentido crítico sobre los textos.

–¿Eres crítico con tus textos?

–Sí, mucho, porque no creo que exista otra manera de escribir bien, más que destrozando tus propios textos.

–Eres abogado, ¿el derecho quedó olvidado?

–No, es un tema constante en lo que escribo, y en lo que vivo. Estuve dos años dando talleres de creación en Santa Martha, en la penitenciaría, y cinco en el reclusorio norte, dentro de un programa de Bellas Artes que eran talleres literarios en la cárcel. Eso es por un lado, y por otro, lo estoy escribiendo actualmente es una novela de un abogado, donde se ven muchas experiencias de la cárcel y, además, el derecho como teoría.

–¿Hay pretensión estética en tu obra?

–Desde luego. Uno de los principios es escribir bien; la literatura es escribir bien, primero que otra cosa.

–¿Hay una poética?

–Mi poética es la búsqueda de mí mismo. Mi moral va de acuerdo a tratar de encontrar qué es lo que hay dentro de mí, qué es lo que quiero contar. No tengo presupuestos, como reglas generales, sino como una búsqueda y la búsqueda es la que va marcando las pautas, así como deben ser las cosas.

–¿Cuáles son los temas que abordas?

–Uno de los temas que me preocupa es el tiempo. Normalmente se dice que hay cierto número de temas en la literatura. Borges dice que sólo hay dos: perseguidor y perseguido. Yo creo que sólo hay uno: el tiempo, el gran perseguidor, el gran tema de la literatura. El tiempo te persigue y eres un perseguido; y de ahí puedes deshilvanar los demás temas.

–¿Qué te gusta leer?

–Yo leo de todo, desde la teoría literaria, la narratología, que le llaman los españoles, hasta el periódico y las revisas, pasando por textos de otras disciplinas…

–¿Cómo eliges?

–Por intuición, ¿no? Por lo que necesito en ese momento: si estoy pensando en un tema, en lo que estoy escribiendo, entonces consulto, por ejemplo, derecho, sicología, química…

–¿Música?

–Escucho de todo. Desde, digamos, salsa hasta música de cámara. Según lo que esté escribiendo, Malher, por ejemplo, o grupos de rock progresivo… Kim Crimsom, Frank Zappa… Lo que me gusta mucho de Frank Zappa es el sentido del humor…

–¿Qué tanto cuentan las relaciones…?

–Son importantes, pero no determinan nunca la calidad de un escritor. Si es un escritor es malo y tiene muy buenas relaciones, y publica por todos lados, lo único que va a propagar es que es mal escritor, que todo mundo se entere que es un mal escritor.

–¿El talento…?

–El talento, claro, pero es más importante el trabajo. Las dos cosas. El talento sólo no escribe una novela. Talento y trabajo escriben una buena novela. El trabajo escribe una novela. Entonces, son complemento.

–¿Cuál es la diferencia entre un escritor con talento y otro sin él?

–Eso se sabe, primero por las intenciones: un buen escritor, por ejemplo Rulfo, intenta encontrarle un sentido a la vida humana. Después, por la manera en que pueda profundizar en algún tema. La intención y la profundidad los hace distintos.

No tengo intención de trascender

–¿El escritor busca la trascendencia?

–Yo no tengo ninguna intención de trascender sino de vivir, porque cuando yo me muera no va a tener ninguna relevancia lo que haya escrito. Para mí, desde mi perspectiva, ya muerto va a ser igual tener o no tener fama… En todo caso, la trascendencia está en este momento presente: tú vives tu vida pensando en el pasado, en el futuro, en el presente, y esa es la única trascendencia que puedes tener.

–En las obras de los autores muertos, ¿no están ellos?

–Para Rulfo, por ejemplo, la trascendencia se acabó; nosotros tenemos la fortuna de poder leerlo y esa trascendencia sí está en nosotros, pero ya no en Rulfo como persona. Por eso no creo en trascendencia, porque todo desaparece; El Quijote va a desaparecer un día y no va a quedar ni una sola página de él desgraciadamente, ¿por qué?, porque todo es finito, hasta el sol va a acabar…

–Algo pragmática esa visión…

–No, es muy pragmática pero te hace reír, porque te das cuenta que, a veces, no hay que tomar tan en serio las cosas, para qué preocuparse tanto, para qué esforzarse…

–¿Para qué publicar, entonces?

–Por el tiempo presente, por el tiempo que se lean los textos; no hay un futuro, creo yo, en la literatura no hay futuro, solamente existe el tiempo en el cual se está viviendo el texto, independientemente de que ese fenómeno exista antes o después.

–El texto es un acto hacia el futuro, ¿no?

–O también hacia el pasado, ¿no?, de alguna manera. Depende de cómo enfoques el asunto del tiempo. Si lo enfocas cronológicamente, pues sí, lo que dices es a futuro, porque lo publicas y se lee después; pero, digamos, viendo el tiempo como una cosa más cósmica, no hay presente ni pasado, el tiempo es el tiempo…

–El gran persecutor…

–Exacto, para nosotros como seres humanos porque tenemos un cuerpo, y ese cuerpo se deteriora con el tiempo, estamos condenados…

–Es decir que cuando mueres, ¿en tus textos ya no estás tú?

–Como cuerpo no.

–Sin embargo, tus textos, aún después de muerto tú, serán capaces de suscitar emociones, sentimientos, ideas…

–Pero ya en otro plano. Lo que se transmite es una especie de espíritu, pero ese espíritu es tan puro que no tiene conciencia.

–Si la literatura es memoria, tu memoria…

–Pervive un tiempo y otras personas la pueden leer, pero yo no trasciendo, me quedo donde estoy. Esa es la tragedia del ser humano: alguien vive y muere y no hay cosa que hacer. Esa es la botella al mar de la literatura, donde nunca va a haber respuesta, porque nunca la vas a encontrar de regreso, ya cuando estés muerto nunca vas a encontrar de regreso una respuesta.

–¿Algún poeta?

–Me gusta José Carlos Becerra, José Gorostiza, Vallejo, José Hierro, Roberto Juarroz… Leo poesía cada vez que me cae un libro de poesía en las manos, que me regalan un libro… Me gusta lo poesía por el ritmo, por lo que tiene de música.

–¿Algún político que te guste?

–(Risas) No, pues no, ninguno…

–¿No te interesa la política?

–Claro que me interesa, pero por eso precisamente no me meto…

–¿Vivirías en Guerrero?

–Sí, me gustaría mucho; pero, ¿qué haría yo en Guerrero? No puedo publicar, no hay formas de vivir para mí, por lo menos… Aquí en la ciudad puedes hacer alguna transacción, ir a alguna oficina; por ejemplo, aquí al lado está la oficina del Fonca, donde dan las becas; incluso, del estado hay que desplazarse al centro en algunas ocasiones. Está muy centralizado todo. Y si en Guerrero no hay ni fondo estatal, no le veo perspectiva, por desgracia.

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