Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Silvestre Pacheco León

RE-CUENTOS

*En reconocimiento de las mujeres guerrerenses que se defienden contra todos los que las cosifican, y luchan con coraje por el reconocimiento al derecho de pecar que los hipócritas monopolizan.

Soy Puta

Susana era una militante de nuestro partido muy fuera de serie. Tenía un cuerpo escultural, era alta, de tez blanca y llamativo peinado afro. Sus ojos eran de un perturbador color azul y vestía a la moda hippie. El cigarro en su boca cuando fumaba le daba un toque de sensualidad y acentuaba su belleza exótica.
Era valiente y muy participativa en las brigadas de pintas, de volanteo y en la organización de los mítines.
Vivía en un departamento de la calzada de Tlalpan donde alguna vez organizó una fiesta para los compañeros de partido que sirvió para presentarnos a su familia.
Susana vivía con una hermana y tenía dos hijos pequeños. La familia procedía del norte de la república, no recuerdo si de Mexicali o de Ensenada, pero de esa fiesta todos sacamos en claro que estaba recién separada de su marido y que su militancia en el PMT no tenía nada que ver con cierta pose intelectual y menos para acallar su conciencia de clase.
En todo caso intuimos que tomó la militancia política como una actividad que podía ayudarle a superar el trauma de la separación que estaba viviendo, con la intención final de ser dueña absoluta de sí misma.
Eran los años en los que el mayor riesgo para los militantes de izquierda, que no habían optado por la vía de las armas, era ejercer a plenitud los derechos políticos establecidos en la Constitución de la república, especialmente los contenidos en los artículos sexto y noveno, referidos a la libertad de expresión y de organización.
Como el trabajo popular del PMT lo realizábamos en el Pedregal de Santo Domingo, aprovechábamos la concentración de los colonos en los tianguis que se organizaban los fines de semana en los lugares aledaños a lo que hoy se conoce como el mercado de la Bola, empeñados en divulgar y ejercer esos derechos legales que el gobierno de la ciudad se empeñaba en mediatizar.
Habíamos organizado un mitin para la tarde de aquel día domingo y las comisiones realizaban su trabajo conforme a lo planeado. Volanteo y voceo mientras se instalaba el sonido llamando a la gente a reunirse.
A medio mitin llegó la policía con la intención de impedirlo exigiendo que mostráramos el permiso de la delegación política. Nos exigían que apagáramos el aparato de sonido y dejáramos de arengar a los vecinos para que se organizaran y participaran en política.
Como nosotros no cejábamos en nuestro empeño y los policías tampoco en el suyo, de las palabras pasaron a los hechos arremetiendo con sus toletes en los puntos más débiles del cerco de seguridad que habíamos establecido.
A punto de iniciar las detenciones formales con el uso de las esposas, apareció la indomable Susana interponiéndose para impedirlo.
Era tal la personalidad de la compañera que los policías se turbaron, cambiando su intención de golpearnos por una más civilizada de “acompáñenos a la delegación”.
Como Susana encabezaba al grupo de detenidos nos fuimos todos en bola  y llenamos la oficina delegacional donde iban a tomarnos la declaración.
Muy serio el abogado inició el interrogatorio sobre el nombre y domicilio de la compañera.
Cuando preguntó sobre su ocupación Susana respondió en un tono de desprecio hacia el representante de la ley:
-Soy puta.
La respuesta dejó lelo al representante de la ley quien no acertó a seguir con el proceso, dejándonos inmediatamente libres por falta de pruebas sobre los delitos que se nos atribuía.

El Bonito

Uno de los activistas más entregados a la causa del socialismo en Zihuatanejo era el finado Cruz Osorio, un campesino nacido en el Plan de los Hernández que después se convirtió en obrero de la planta de Productos Pesqueros en la costa, luego en Alcohólico Anónimo, terminando como activo militante del Partido Comunista fusionado posteriormente en el PSUM.
Cruz Osorio aprovechaba la facilidad de palabra que desarrolló con los Alcohólicos Anónimos y la paciencia de los campesinos para  el reclutamiento de adeptos a la causa del socialismo.
Mientras en las campañas política sus compañeros se encargaban de hacer las pintas, él distribuía volantes en las esquinas y platicaba en corto con quienes podía.
Era una tarde de fin de semana y la brigada de propaganda hacía campaña electoral en el pueblo de Troncones cuando las maniobras de los pintores atrajeron la atención de Félix Oregón quien entonces administraba un restaurant de aquella playa.
Como también Félix adolecía del mismo pasado alcohólico que Cruz Osorio, inmediatamente congeniaron en la plática.
-Luchamos contra los gobiernos corruptos y  para que haya igualdad de oportunidades para todos, decía Cruz.
-Entonces andamos en lo mismo, dijo Félix quien no esperó más para sumarse a las filas del PSUM desde ése instante.
Casi con devoción asumió Félix la militancia, y más cuando conoció a doña Mary y supo que ella era de la dirigencia del comité que se había formado con los desalojados  del mercadito de la hoy desaparecida terminal de la Flecha Roja, en la parte baja de la colonia Vicente Guerrero.
Lo único que incomodaba a Félix era que doña Mary tenía un pretendiente que no la dejaba sola ni en las reuniones del partido.
-Pinche viejo panzón, tan feo que está, no sé qué le ve doña Mary. En cambio yo estoy bonito y ni el caso que me hace.
Como Félix veía que el pretendiente llevaba y traía siempre a doña Mary en su camioneta, cayó en la cuenta que esa era su desventaja y fue entonces cuando tomó la decisión de visitarla en su fonda provisional para cortejarla.
-Doña Mary, yo no tengo camioneta como ése viejo feo y  panzón que la pretende pero la quiero de veras.
-Pero tú qué me ofreces, le dijo coquetamente la señora.
-Lo único que le puedo ofrecer es amor doña Mary, los socialistas nomás damos puro amor.
Cuando Félix  nos platicó que había fracasado en su conquista nos dijo:
-Esa mujer nomás es puro interesada de las cosas materiales.

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