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El discurso duro de la niña bonita y los actos light del tigre inteligente

Por la noche, cuando nadie los ve, o si se puede en el día, los chavos de la banda llenan de grafitis a Renacimiento y uno que otro camión urbano. Pero mientras es de tarde los grafiteros le dan un serio apoyo a la que dicen es su candidata.

Yolanda Villaserñor recorre con algunos de ellos las calles de esta colonia. Los chavos dicen que convencidos por ella, votarán “por todos los candidatos del PRD”. Con un vestido verde a las rodillas que no ha soltado en toda la campaña, la joven candidata del PRD a diputada local que aspira a representar a este distrito, el 28, mismo número de su edad, no puede ocultar las gasas que lleva en sus empeines, que protegen del polvo a los callos que le dejó esta intensa contienda.

“Arriba las mujeres”, les dice a las señoras que salen a saludarla mientras recorre una calle de la colonia José López Portillo. “Es hora de que en el 28 las mujeres demostremos que podemos”, insiste la perredista.

Se hacen las 6:30 de la tarde y ya se le ve subiendo un cerro de unas cuantas casitas donde en lugar de veredas hay basura y maleza. Es la colonia Guadalupe Victoria, cerca del crucero de El Cayaco. A las familias todas pobres que viven allí les dice que reciban “todo lo que les dé César Flores y todavía pregúntenle que cuando les va a traer más”.

Villaseñor se traslada en una talachera camioneta estaquitas que conduce uno de los perredistas de su equipo de campaña. Va hacia La Máquina, donde ya la esperan en la entrada, sobre la calle principal. Allí encabeza un mitin con unas 300 personas, donde no falta el que, escondido entre los asistentes, la chulea. Se oyen piropos para la que llaman “la niña bonita”.

La noche en estas oscuras colonias no le asusta y ahora se apura a llegar a la colonia Fidel Velázquez. Recorre una calle en la que alguien le grita: “Yo por ti sí voy a votar”. Del equipo que acompaña a Villaseñor se escucha: “Y eso que ese es priísta”.

Se detiene la caravana porque habrá otro pequeño mitin. Ella habla fuerte contra el gobernador y contra el PRI. “¿Ustedes han visto que René Juárez haya hecho algo en Acapulco?”, pregunta Villaseñor a quien los colonos le responden en coro que “no”.

“No, porque se anda gastando el dinero en hoteles en Cuernavaca; no, porque andaba guardando otro tantito para sacarlos en esta elección y repartir dádivas”. Luego pregunta: “Por eso ahora que vengan y nos pidan el voto qué les vamos a decir…”. “¡Cueeeernos!”, gritan los vecinos entre risas en lo que parece una respuesta espontánea.

Pero el impacto de la candidata parece que no sólo está en su discurso. Un hombre toma la palabra y le exige: “Yolanda, no se olvide de nosotros… Yola… Yolita”.

 

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Son mujeres de piernas largas, llevan shorts de licra que casi parecen tangas, usan medias de red color negro y botas casi a la rodilla. Ajustadas con un nudo abajo del pecho, las playeras que visten llevan una leyenda en tinta negra de serigrafía: “César Flores Maldonado”.

Hacen un show. Cuando el candidato del PRI termina de hablar en casi todos sus actos ellas aparecen acompañadas de una rítmica música discotequera, bailando y lanzando espuma de botes de spray. Con ellas anima el ambiente un greñudo de cola trenzada que con el micrófono invita a votar por el priísta.

“Es un tigre brother, este sí es inteligente”, dice de César Flores uno de sus colaboradores tras un acto en un punto intermedio entre la Canuto Nogueda y Manantiales, en el valle de La Sabana, donde con unas 300 personas dos líderes que se presentan como perredistas, Pedro Soriano y Filemón García, se adhieren a su campaña.

En cada mitin que encabeza César Flores no deja de moverse. Mueve los brazos, mueve los pies, levanta las manos, saluda a quien sea. Por momentos se parece a los jugadores de la banca que están a punto de saltar a la cancha en el momento decisivo del partido, o a los boxeadores que se preparan en su esquina antes de asestar un tremendo gancho al hígado.

Aquí hubo entrega de pases para despensas y hasta para ir a bailar al Salón Q y al Ninas, aunque César Flores hace todo por evitar que el reportero se entere.

Va después a otro mitin adelante del puente que hizo el ayuntamiento de Zeferino Torreblanca para unir Renacimiento con La Sabana, llamado La Osa Mayor. Hay el mismo ambiente de fiesta, con las nenas de las medias de red, el baño de espuma y un espectáculo de imitadores. También se reparten los pases. El candidato hace rueda con sus simpatizantes abajo de la plataforma de un torton que sirvió de tarima y tarda un rato en el baile.

La jornada de César Flores está a punto de concluir, faltan dos actos: uno en La Máquina, donde lo esperan unos 400 que hacen fila para que les regalen una orden de cuatro tacos al pastor que les ofrece el candidato, y un encuentro con educadoras al que lo acompaña el director de Saneamiento Básico del ayuntamiento zeferinista, Luciano Sánchez Aparicio.

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