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Demandan universitarios a indígenas de Atliaca que los detuvieron el 15

 Sergio Ocampo Arista, corresponsal, Chilpancingo * Ayer 15 estudiantes y un maestro de la Escuela de Ciencias Químico Biológicas de la Universidad Autónoma de Guerrero, demandaron ante la Procuraduría General de Justicia del Estado por los delitos de privación ilegal de la libertad, robo, calumnias, amenazas de muerte y violación, lesiones y los que resulten, a los indígenas de la comunidad de Atliaca, municipio de Tixtla que presuntamente los detuvieron el 15 de septiembre en la iglesia del pozo sagrado de Oztotempa.

La demanda fue presentada por la Antonio Díaz Cereno, director de Asuntos Jurídicos de la UAG, en contra de los indígenas Pablo Pacheco Huaxco, Gonzalo Guerrero Suárez, Crescencio Ramírez Caballero, Faustino Barrios Peralta, y Abundio Pacheco Huaxco.

En la demanda que presentaron ayer se denuncia los hechos que se suscitaron el 15 de septiembre en la media noche, cuando presuntamente los universitarios fueron violentamente detenidos en la capilla ubicada en el pozo ceremonial de Oztotempa, en donde se resguardaban de la lluvia.

También se narran las actividades que desarrollaban, en concreto la colecta de fósiles para la asignatura de Paleontología de la carrera de Biología; que es una actividad que Barrios Matías ha venido desarrollando en los últimos 12 años con la aprobación de las autoridades, y que ese día partieron a la colecta de fósiles a las 8 de la mañana, y al mediodía se fueron al municipio de Apango.

Se menciona que al día siguiente retomaron el camino a Oztotempa, pero que no pudieron llegar a Atliaca debido a que estaban cansados, además de que les agarró la lluvia por lo que decidieron refugiarse en la capilla que estaba abierta, pero que al poco rato vieron llegar a unas 50 personas armadas con machetes, cuchillos y rifles, que iban encabezadas por el comandante de la policía local, Crescencio Ramírez Caballero, y que entre gritos los empezaron a amarrar las manos con reatas hechas con pluma y esposas metálicas.

Dicen los quejosos que los indígenas les robaron dos lupas, una brújula, lámparas, partes de tienda de acampar y un “discman”; señalan que estaban muy alterados, y que al profesor y a un estudiante los obligaron a quitarse los zapatos y a caminar descalzos y maniatados 500 metros, hasta que los subieron a tres camionetas de redilas.

Añade la demanda: “Pudimos observar en particular el comandante Crescencio Ramírez al mando de la policía comunitaria, diciendo que lo había mandado el mayordomo Pablo Pacheco Huaxco”; y señalan que en un tramo del trayecto, uno de los indígenas dijo en náhuatl “que debían abusar sexualmente a las compañeras”, por lo que el profesor Santiago Barrios , que también habla náhuatl, las alertó.

Agrega la denuncia que cuando faltaban cuatro kilómetros para llegar a Atliaca, fueron agredidos a golpes, y otra vez los hicieron caminar descalzos entre la grava cortante, hasta que llegaron a la comunidad a las tres de la mañana del 16 de septiembre, en donde se congregó a la gente a través de un sonido y con el llamado de las campanas de la iglesia del lugar.

Se destaca también que entre los habitantes se había divulgado la versión de que los estudiantes estaban “en parejitas” dentro de la iglesia, y que ingirieron alcohol, además de que llevaban equipo, y cuerdas para introducirse al pozo de Oztotempa para sacar dinero y oro “ después nos enteramos que el comisario, Norberto Flores Moreno, no tenía conocimiento de la expedición para nuestra captura ya que el comandante actuó por consejo de los líderes religiosos”.Expresa la denuncia que al poco rato de haber llegado a la comunidad el comisario quiso ponerlos en libertad, pero los lugareños lo amenazaron con meterlo a la cárcel también, por lo que procedieron a quitarle la llave de la cárcel y fue cuando los metieron a la cárcel entre los gritos de la enardecida turba; acto seguido el comisario Norberto Flores dio aviso a las autoridades universitarias y a algunos padres de familia informándoles que ese día habría una reunión a las 4 de la tarde para decir lo que procedía de acuerdo a sus costumbres.En la reunión, en la que participaron autoridades universitarias y el cura Ignacio Muñiz, se congregaron cerca de 300 habitantes, quienes gritaban enardecidos: “Castigo a los profanadores”; posteriormente los indígenas se entrevistaron con el rector de la UAG, Nelson Valle López acordando pagar una multa de 10 mil pesos.

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