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Arturo Solís Heredia

CANAL PRIVADO

*De percepciones y Ríos Piter

No sé si la mayoría, pero sí creo que buena parte del electorado guerrerense piensa que el senador Armando Ríos Piter será el próximo gobernador del estado. Al menos esa es la percepción personalísima de este escribidor, de la percepción de casi todas mis querencias y conocencias inmediatas y cotidianas.
No digo que todos los mentados simpaticen con el senador o con su proyecto, tampoco digo que todos quieran que Ríos Piter suceda al gobernador Ángel Aguirre; pero sí digo que todos perciben que él será el próximo inquilino de Casa Guerrero.
De hecho, esa percepción de buena parte del electorado no es homogénea ni unidimensional, sino diversa y llena de matices, en las razones y los argumentos de los perceptores para pensar que Ríos Piter será el mero-mero. Supongo que la inundación propagandística de la semana pasada, con motivo del informe de trabajo del senador perredista, reforzó esa idea en propios y extraños, y muy pocos he oído y leído que se molestaron en criticar, como muchos lo hicieron con otros suspirantes a la silla gubernamental, el gasto y la anticipación de la promoción electoral de Ríos Piter, detrás de su informe legislativo.
Pero decía que la percepción no es homogénea ni unidimensional: unos piensan que será gobernador, porque es el más preparado, inteligente y mejor ubicado en las encuestas; otros, porque tiene el apoyo pactado del presidente Peña Nieto, quien pragmático prefiere un gobernador no priísta fuerte y amistoso, que un priísta débil e inamistoso; otros más, porque es bien visto por el poder económico nacional y hasta internacional; por supuesto, también hay otros que lo piensan, porque ya le toca, luego de cederle el espacio a Ángel Aguirre en la pasada elección; y otros, menos amables, “porque es un trapecista hábil y oportunista”, que ha sabido tejer alianzas en tierras amarillas, tricolores y azules.
El problema es que, aun si Ríos Piter fuera más y mejor de lo que dicen que es, intachable, juancamaney, chipocludo, pluscuamperfecto y hasta el Mesías esperado, de poco o nada nos serviría a la mayoría; pocos o ninguno de nuestros peores problemas resolvería; poco o nada nos cambiaría para bien; y poco o casi nada lo distinguiría de sus antecesores, incluso de los peorcitos, si nos limitamos a elegirlo para luego echarnos de nuevo en nuestras respectivas hamacas, tumbonas, sillones, camas, catres y/o petates, creyendo que como es bien gallo, él solito sabrá y podrá encargarse bien de todas las broncas.
El problema es que si lo elegimos o dejamos que sea electo, na’ más porque percibimos que no hay de otra, le toca, lo merece o es más y mejor que el resto, sin exigirle antes que nos presente, explique y convenza de qué, con qué, cómo y con quiénes pretende gobernar nuestros asuntos durante seis años, posible y probablemente antes de que se cumpla ese lapso, muchos o casi todos los que hoy lo aclaman o perciben aclamado, terminarán abucheándolo… con o sin razón, justa o injustamente, sea o no sea estricta y únicamente su culpa.
Por lo pronto, hay muchos asegunes y motivos para enfriar calenturas optimistas y para advertir desventuras pesimistas.
Primero, porque aún es temprano y falta mucho para la contienda oficial. Aún no se definen claros adversarios ni coaliciones concretas.
Segundo, porque como todos, Ríos Piter replicó la lógica de las medias verdades cuando le preguntaron, al final de su informe legislativo el domingo pasado, si pretendía ser candidato a gobernador, dada la inundación de carteles y espectaculares anunciando el acto: “Yo no estoy en esa calentura preelectoral, lo he dicho en todo momento, hoy presento un informe de resultados, quienes quieran hacer definición de eso tendrán su criterio para eso, mi trabajo es estar como legislador”, porque si otros andan en campaña violan la ley, concluyó con firmeza ejemplar.
Si me preguntan mi percepción, inquisitivos y ya 63 certificados lectores de este espacio, respondería que más o menos la misma que casi todas mis querencias y conocencias inmediatas y cotidianas. Al menos, como ellas, percibo que Ríos Piter va adelante en la carrera por la gubernatura; que parece tan y casi como lo pintan; y que casi seguro tiene con qué ser candidato y gobernador.
Casi seguro, porque si se la cree o dejamos que se la crea, sin obligarlo a demostrar con hechos sus creencias, más seguro será que antes de sentarse en la silla flotará ya unos centímetros por encima del suelo, mirará hacia abajo al resto de los mortales, feo a sus enemigos, y se dejará encapsular, acolchonado por sus más cercanos y confiables, lejos del piso que pisamos todos.

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