Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Edgar Neri Quevedo

REGISTRO DE CONTRIBUYENTES

 El día de la Independencia

 El martes 17 de septiembre el candidato a la presidencia municipal por el PRI y ahora por la Alianza para todos, Ernesto Rodríguez Escalona, estuvo en un noticiero radiofónico que se trasmite de siete a ocho de la mañana. Hablando de su propuesta vial, el candidato manifestó que el día anterior, el 16, las avenidas Costera y Cuauhtémoc estaban intransitables, atiborradas de vehículos, y agregó: “y eso que no era día festivo”.

El conductor dejó pasar la frase sin hacer ninguna observación, quizá motivado por dos razones: la primera, que con ello evidenciara la escasa cultura del candidato con todas sus consecuencias para los intereses del noticiario; y la segunda, que para él un 16 de septiembre también es un día no festivo.

Sin embargo, millones de mexicanos sabemos que el 16 de septiembre se celebra la Independencia nacional, que fue en la madrugada de ese día cuando Miguel Hidalgo llamó a los feligreses en Dolores para exhortarlos a levantarse en armas y combatir a la Corona. El festejo de nuestra independencia comienza el 15 y es en esa noche cuando se da el tradicional grito. La verdadera fiesta nacional es el 16, aún cuando los discotequeros y restauranteros promuevan más el 15 como fecha festiva. Tal vez a eso se debe el infinito disparate expuesto por el singular candidato.

No obstante, lo anterior es muestra de lo lamentable de nuestra política, que ya dejando de lado al triste candidato a la presidencia municipal, mantiene en una diputación federal a una persona que tiene un escaso nivel cultural, y que acusa tan grave desconocimiento de nuestra identidad nacional. Ni modo, tenemos que reconocer que la escuela es indispensable, y en su caso se puede sustituir, a veces con mejores resultados, por los libros.

Recordemos las condiciones en que se da la independencia nacional. A finales del siglo XVIII prevalecía una gran inquietud en las colonias. Varios factores incidían en el ánimo de los pobladores nativos que les motivaban a independizarse. Tres grandes observadores, especialmente agudos, dejaron impresa su visión de las condiciones de entonces. En el año de 1783 el Conde de Aranda, embajador de España en Francia, escribió al rey un informe secreto sobre la situación en las colonias después de la independencia norteamericana. Daba cuenta que el aparato político estaba desgastado y urgía una profunda reforma política si no se deseaba que España perdiera todo control sobre las colonias. En 1799 Mons Abad y Queipo, posteriormente obispo de Valladolid, informó al rey sobre la situación en la Nueva España. Destacaba en su escrito la agobiante desigualdad económica y social, e hizo notar la urgencia de una reforma social que motivara el desarrollo de los marginados o se seguiría fomentando el odio de castas. En 1806, el alemán Alexander von Humboldt concluye su recopilación de datos para su enorme Ensayo político sobre el reino de la Nueva España, que aunque se publicó quince años después, ya cuando en México la Independencia era evidente, dio un diagnóstico exacto: México era una tierra de grandes desigualdades económicas y al mismo tiempo una tierra de infinitas oportunidades de bonanza. Se hacía necesaria una reforma que colocara la bonanza al alcance de la mayoría.

La primera visión se descartó por alarmista, la segunda fue atendida pero sin resultados concretos, y la tercera, como ya advertimos, se hizo pública cuando México era prácticamente independiente y sólo sirvió para que las potencias económicas fijaran su vista en nuestra nación como se fija en un botín.

Precisemos por ello que hay dos fechas que los mexicanos no debemos olvidar: el 16 de septiembre y el 12 de diciembre. Con la primera celebración todos estamos de acuerdo, con la segunda podemos estarlo o no, pero debemos reconocer que es una verdadera fiesta nacional.

A Jorge Muñiz lo persigue la anécdota de haber olvidado la letra del himno nacional, durante una pelea de Julio César Chávez; a Ernesto Rodríguez Escalona lo debe perseguir la anécdota de haber faltado el respeto a toda una nación con su ignorante declaración. Habrá que mandarlo a leer el estupendo libro Del árbol de la noche triste al Cerro de las Campanas, chance y hasta se emociona un poco más que cuando le toma de la mano el alcalde de Cancún.

Por cierto, fíjese usted caro lector que estoy pensado que el municipio de Acapulco adquiera el Sanborn`s Café. Lo que pasa es que imagino a mucha gente que pasa por la acera y no puede entrar a tomarse un café. Pensemos un poco en cuántos de ellos requieren un buen café. Un café que despeje la cabeza, que nos ayude a enfrentar la vida y sus problemas.Tengo una propuesta: hace uno días estuve en ese establecimiento a las doce y cuarenta y a las cinco de la tarde, y solamente había dos clientes, consumiendo un café de once pesos. Durante media hora el consumo fue el mismo. Volví a las cinco y quince de la tarde y estaban solamente tres clientes consumiendo café. Estuve media hora y las ventas no levantaron. Cincuenta y cinco pesos en una hora es signo inequívoco de que la cafetería se encuentra al borde de la quiebra. El 98 por ciento de las mesas estaban desocupadas. Una empresa vale por lo que genera de utilidades y no por lo que tiene invertido en mobiliario, equipo y personal.Entrevisté a una mesera y me confirmó que las ventas no son buenas, sobre todo cuando las mesas se llenan de políticos que solamente consumen café, unas cuantas y reiteradas tazas para pocas personas, y muchos vasos con agua, por cierto sin costo. Agregó además que jamás dejan propina.Mi propuesta puede parecer ridícula, pero pensemos en el enorme beneficio social que significa, si consideramos a todas las personas que circulan por la avenida Costera y no pueden tomarse un café ahí, sobre todo estudiantes, personas de los sectores socialmente marginados y paleros de los políticos, estos últimos imprescindibles para la buena marcha de la sociedad.Por lo pronto, continuemos celebrando la Independencia de México, todo el mes, el llamado mes patrio.

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