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Jesús Mendoza Zaragoza

Acapulco no vale un tianguis

Mucho ruido se ha hecho en torno al Tianguis Turístico, al que el gobierno federal hizo itinerante, lo que provocó polémicas y rechazos en sectores empresariales y políticos. Con la visita del candidato presidencial del PRI, Enrique Peña Nieto, estos sectores esperaban un compromiso que recuperara dicho tianguis para Acapulco, lo que sucedió, pero a medias.
Lo que llama la atención es que el tema del tianguis se convirtió en el tema de esta visita, el tema esperado de estos sectores, que se ha convertido en bandera electoral como si el impacto del tianguis fuera capaz de sacar a Acapulco de sus problemas. Las preguntas que se imponen son: ¿cuál era el peso específico del tianguis turístico para posicionar a Acapulco como un destino atractivo para los visitantes? ¿Por qué durante los años en que se realizó en Acapulco no incidió sustantivamente en el posicionamiento de Acapulco en el ámbito nacional como un destino atrayente? ¿La derrama económica del tianguis llegaba hasta la población de Acapulco de manera sustancial o se quedaba en las manos de algunos solamente? Hay la percepción de que con tianguis y sin tianguis, Acapulco ha ido a la baja, en las últimas dos décadas, en su capacidad de atraer al turismo nacional e internacional.
Quienes siguen polemizando en torno al tianguis, dan la impresión de que subestiman otros factores por los que Acapulco ha disminuido su atractivo, al pensar que es un evento puntual el que determina la promoción turística de Acapulco. El factor económico y, más específicamente, comercial sería el decisivo para alentar la llegada de muchos turistas a nuestra ciudad.
Sería oportuna una mayor honestidad ante la realidad de Acapulco. No se puede negar el valor positivo del tianguis como oportunidad para promover Acapulco, pero el caso es que no se han atendido otras situaciones que han influido en la baja de este destino turístico. La belleza natural de nuestra bahía y su entorno han sido el factor fundamental del atractivo de Acapulco, vinculado a la capacidad de sus habitantes y a la oferta de servicios turísticos. ¿Cuál es, en este sentido, la calidad de la oferta que tenemos hoy para nuestros visitantes?
La promoción de Acapulco no depende, en este sentido, de la realización de un evento de promoción como lo era el tianguis. Depende también de una serie de elementos que hay que ver en su conjunto. Cuando se visita una ciudad turística internacional, por decir algo, se palpa que hay muchos elementos que la hacen atractiva, como su historia, su gente, su cultura, su imagen pública, su proyección nacional e internacional, su entorno natural y urbano, entre otros.
La promoción de un destino turístico no se sustenta en eventos sino en la vida cotidiana. Un evento puede respaldar una oferta pero no puede sustituir los demás elementos que la integran, como los señalados arriba. En este sentido, la baja en la oferta turística de Acapulco tiene que ver con el deterioro de la economía nacional que ha impactado a nuestra región de manera drástica produciendo grandes niveles de pobreza entre nuestros pueblos.
Esto repercute en el crecimiento anárquico del ambulantaje que llega a ser molesto para muchos turistas y que incide en una imagen desordenada e incómoda de nuestra ciudad. Esta situación económica altera las dinámicas sociales y la imagen urbana. Por ello, la ciudad misma y la población no son parte del atractivo turístico, al que hay que arrinconar en la franja costera aledaña a las playas porque no tenemos más que ofrecerles. La anarquía de nuestra ciudad no está como para ser ofrecida sino para ponernos en vergüenza; hay que ver solamente la abundancia de la basura por dondequiera, el desordenado transporte público que se ha adueñado de nuestras vialidades y representa un riesgo para las personas que tienen que transitar a diario, la baja calidad de servicios públicos como el agua potable y el alcantarillado y el deterioro físico de las calles.
A esto tenemos que añadir ahora el hecho imponente de la violencia y la inseguridad que ponen en evidencia una alta degradación social nada atractiva para el turismo. Y aquí está un factor político que ha determinado los altos niveles de violencia cotidiana: nuestra clase política local ha estado atrapada en una inercia deprimente que ha deteriorado a la población y al entorno urbano. Muchas decisiones políticas han dañado a nuestra ciudad porque nuestros políticos no pueden mirar más allá de la punta de la nariz. Sólo buscan poder y más poder y no piensan en servir, lo que políticamente no es redituable.
Por ejemplo, ¿cuáles son las decisiones que se han tomado para la rehabilitación integral de las redes de agua potable y de alcantarillado que ya son obsoletas? Como son obras de poco impacto visual, mejor hacen obras aparatosas carentes de un enfoque social. ¿Cuáles son las decisiones y las obras encaminadas a brindar opciones a los jóvenes que sean proporcionales a sus situaciones de postergación y marginación? ¿Acaso el hecho de que ahora los jóvenes sean las principales víctimas del crimen organizado no tiene que ver con omisiones monumentales de las autoridades? ¿Por qué sus decisiones y omisiones no han tenido como resultado una policía municipal confiable? Nuestros policías necesitan el respeto y el aprecio de los ciudadanos, y no el desprecio y el rechazo cotidiano.
¿Cómo va a ser atractivo Acapulco con las violencias que tienen en vilo a la población? ¿Acaso este hecho no tiene la resonancia negativa como para trabar todas las promociones posibles para vender este destino turístico? ¿Por qué los defensores del tianguis turístico no ponen las mismas energías en la construcción de una ciudad que incluya su historia, su gente, su cultura y sus entornos físicos que sustenten el atractivo de Acapulco? La construcción de la paz y la lucha contra la pobreza son condiciones necesarias para reposicionar Acapulco en los ámbitos nacional e internacional, si queremos ir a fondo. De otra manera, andaremos mendigando tianguis que no llegan con resultados pobres para sostener a nuestra ciudad.
Es por ello que Acapulco no vale un tianguis. Y menos un tianguis a medias como el que nos han prometido.

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