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Tomás Tenorio Galindo

OTRO PAIS

* López Obrador, prisionero de sí mismo

El candidato presidencial de la izquierda aglutinada en la coalición Movimiento Progresista, Andrés Manuel López Obrador, se halla prisionero del tercer lugar que le asignan las encuestas, pero también de una extraña condición personal que lo impulsa a comportarse como un agraviado avergonzado de sentirse agraviado, y que le impide capitalizar electoralmente su trayectoria como gobernante.
El estigma que le fue imputado en 2006, como un político populista proclive al odio y la intolerancia, parece tener ahora un efecto paralizante en López Obrador. Eso es lo que hay detrás del discurso de la “república amorosa” que adoptó como táctica de campaña, que lo muestra deseoso de ser perdonado. Pero ese papel de “arrepentido” no le correspondía, como tampoco tenía porqué conceder veracidad a la campaña que aún hoy le exige asumir “su” responsabilidad en las tensiones políticas y sociales derivadas de las elecciones de 2006.
Nunca estará de más recordar que fueron López Obrador y sus electores los agraviados aquel año, y que las movilizaciones que encabezó estuvieron incentivadas por la indignación que causaron las decisiones de las instituciones electorales y las acciones del entonces presidente Vicente Fox a favor del PAN. No han pasado todavía tantos años como para olvidar la realidad de esos hechos, al final de los cuales Felipe Calderón se posesionó de la Presidencia en condiciones jurídicas severamente cuestionadas, al grado de que a la fecha no existe certeza de quién ganó las elecciones.
Por eso es errónea la nueva estrategia electoral de López Obrador, y definitivamente errática su reacción respecto a la historia: actúa como culpable, cuando él fue el perseguido por los poderes formales e informales del país, Televisa a la cabeza, que le endilgaron la etiqueta de ser “un peligro para México”. Pero además, la estrategia de López Obrador no parece tener ningún efecto en el electorado, pues no se mueve del tope de los 20 o 22 puntos porcentuales que le conceden las encuestas, que es casi la misma puntuación que tenía hace un año, cuando los partidos apenas preparaban sus procesos internos para definir a sus candidatos.
Aunque no con la misma intensidad, una vez más López Obrador es blanco de la compulsiva cerrazón de los poderes económicos que insisten en bloquear la posibilidad de que llegue a la Presidencia. Televisa juega un papel decisivo en ello, aun si fuera sólo por el hecho de contribuir a divulgar ampliamente la idea de que el PRI está listo para regresar al poder, y el país listo para acoger nuevamente al PRI, configurando un escenario inamovible, inexorable y venturoso.
La única posibilidad de alterar ese escenario la tiene López Obrador en los debates entre los cuatro candidatos presidenciales, principalmente el primero del 6 de mayo. Es muy probable que hasta sin ayuda de nadie, ahí se desinfle el priísta Enrique Peña Nieto y que Josefina Vázquez Mota sea arrastrada por la pésima imagen de los gobiernos panistas. Al contrario de Peña Nieto y Vázquez Mota, López Obrador es el único que puede mostrarse como una alternativa realmente distinta, invocar su historia personal que es prácticamente intachable, y recordar al país cómo la ciudad de México cambió con los gobiernos de Cuauhtémoc Cárdenas y el suyo. Siempre, claro, que deje de emplear esa figura recargada de la “república amorosa”, que sólo lo deforma.

Televisa: los nuevos amos de Ríos Piter

Si alguna prueba faltaba sobre su falta de escrúpulos y el vulgar comercio que Armando Ríos Piter practica en la política, él mismo la proporcionó la semana pasada. La Cámara de Diputados aprobó el jueves una reforma a la Ley Federal de Radio y Televisión, cuyo fin oculto es facilitar a las televisoras, es decir a Televisa y Tv Azteca, eludir la ley electoral y los tiempos que los medios electrónicos están obligados a ceder al Estado.
Jaime Cárdenas Gracia, diputado del Partido del Trabajo, dijo durante la discusión del proyecto en San Lázaro que al incorporar un artículo 79 bis a la Ley de Radio y Televisión, como ocurrió, se permite que cuando haya encadenamiento de estaciones, “se den por cumplidas las pautas correspondientes a tiempos del Estado, con el argumento de que es suficiente que la estación originaria demuestre el cumplimiento respectivo”. Con ello “el resto de estaciones de un consorcio ya no tendrán la obligación de transmitir promocionales del gobierno o de los partidos políticos, lo que constituye una redición de la ley Televisa”. (La Jornada, 13 de abril de 2012)
Para que la aprobación de la reforma se hiciera a la velocidad de los intereses de las televisoras, los procedimientos legislativos fueron prácticamente suprimidos, lo que en la jerga parlamentaria se identifica con el eufemismo de “dispensa de trámites”. El dictamen lo preparó la Comisión de Radio y Televisión, que es encabezada por el diputado Juan Gerardo Flores, del PVEM, partido conocido por prestar sus siglas a representantes de las televisoras. Y la iniciativa de reforma la presentó apenas el 22 de marzo Armando Ríos Piter, autollamado representante de la “izquierda moderna”.
El todavía diputado federal (pues no ha pedido licencia) y al mismo tiempo candidato a senador por el PRD no ha abierto la boca al respecto, y cuando lo haga –si lo hace– seguramente dirá lo mismo que el coordinador de los diputados del PRI, Francisco Rojas. Este manifestó que “podemos hacer elucubraciones de toda naturaleza”, pero “este asunto era sobre radios comunitarias que estaba pendiente desde hace mucho tiempo. Era una reforma que estaban esperando las emisoras que se dedican a dar servicio a las comunidades indígenas”.
En efecto, ese es el pretexto empleado por Ríos Piter, coludido con el PRI y el PVEM como ahora se puede comprobar, para hacer un oportuno servicio a las televisoras, pues si la reforma es ratificada en el Senado podrán en los hechos ver cancelada la obligatoriedad de transmitir los spots de los partidos. Como para subrayar el cinismo de la iniciativa, Ríos Piter incluyó en ella un párrafo sobre la conveniencia de promover la “alimentación nutritiva y equilibrada”.
Pero tanto Jaime Cárdenas como la Asociación Mexicana de Derecho a la Información (Amedi), el especialista Raúl Trejo y el también diputado federal panista Javier Corral, han exhibido el verdadero objetivo de la reforma, que no es otro sino suministrar a Televisa una forma legal de violar la Constitución.
De acuerdo con la Amedi, las cláusulas que la reforma introdujo en la ley supuestamente para hacer accesible el registro de las radios comunitarias e indígenas, son impracticables y en nada modifican la realidad de persecución y abandono que sufren esas estaciones, de tal manera que el hecho de que sean usadas ahora para enmascarar una contrarreforma electoral supone una burla por parte de los partidos que avalaron la modificación de la Ley de Radio y Televisión. La Amedi advierte también sobre la “inquietante subordinación de los partidos políticos al interés de las televisoras”, que no por común debe ser tolerada.
No es la primera vez que Ríos Piter se pone al servicio del PRI y de los intereses dominantes. De hecho, y como ya dijimos, su carrera política no es más que una sucesión de acciones subordinadas a intereses particulares, pues los principios, la moral y la ética son para él estorbos que expulsó desde temprana fecha.

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