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Hasta no verte Jesús mío y La noche de Tlatelolco, son ya textos clásicos de Poniatowska: Monsiváis

 * El libro sobre el 68 es un homenaje a la memoria colectiva, dice el cronista ante 300 personas reunidas para escucharlo

 Xavier Rosado * El cronista y escritor Carlos Monsiváis estuvo en el puerto el jueves para dar una conferencia acerca del papel de la mujer en la literatura mexicana ante unas 300 personas en el auditorio al aire libre de la Casa de la Cultura, en la que destacó la labor de las mujeres en la literatura contemporánea del país como Elena Garro y Elena Poniatowska a la que clasificó como una creadora con obras ya clasificadas como “clásicas”.Definió como un libro clásico aquel cuya obra se reconoce a través de las generaciones preservando y continuando la “relación entrañable” con su lectura. “En ese sentido, Elena Poniatovska es claramente una escritora con obras ya… clásicas, aunque no toda su producción puede admitir esta adjetivación pero ciertamente dos libros de ella sí: Hasta no verte Jesús mío y La noche de Tlatelolco y muchísimos de sus textos son magníficos aunque no alcancen esa condición de clase”, dijo el cronista.

 Sor Juana, un prodigio de lucidez  

Con momentos de identificación con el público y con un gran sentido del humor, Monsiváis continuó su disertación y habló de la figura de Sor Juana Inés de la Cruz.“Sor Juana es absolutamente excepcional, un prodigio de lucidez de belleza literaria, de capacidad expresiva, y de decisión, amor al conocimiento y a las letras en un medio que ciertamente era hostil. Es de esas tradiciones de una sola persona, tan difíciles de asimilar y tan arduas de elegir como modelo, que sin embargo crea la condición del respeto a las mujeres a partir de su existencia”, expresó el autor de Escenas de pudor y liviandad.

Dijo que existen las mujeres que tratan de mantener el interés en la cultura, en las artes plásticas, en las letras pero con resultados “escasamente afortunados y con un cerco muy impiadoso de la crítica. Por ejemplo: Josefa Murillo, una poetisa veracruzana pasa a la historia literaria como La alondra del Papaloapan, uno puede adivinar las cascadas de cursilería y esas denominaciones como Pedro Vargas El samurai de la canción o Juan Arvizu El tenor de la voz de seda”.Sin embargo describió a La alondra del Papaloapan, como a una escritora muy interesante, muy notable para expresar su deseo sexual por el hombre, en una época en que las mujeres eran recipientes de lo sexual pero no eran productoras de erotismo.“Ninguna mujer tenia para la sociedad capacidad de elección, no podían decir por escrito “qué cuerazo” o el equivalente de la época, “Qué gallardía, qué porte, qué fino acero” no había esa capacidad de reconocerle a la mujer la decisión y Josefa Murillo lo intenta en su poesía a veces con fracasos caudalosos pero en otros momentos con una elocuencia muy agradecible”, señaló el escritor obteniendo risas del público.Detalla que luego hay una etapa en que no se sabe cuál va a ser el espacio propicio del desarrollo de una literatura de la mujer y menciona personajes muy notables en el radicalismo en la vida política y en la capacidad  de crearse a sí mismas como seres diferentes.“Es el momento de Lupe Marín, segunda mujer de Diego Rivera , Frida Kahlo, de Maria Izquierdo, de Nahui Ollin, de Antonieta Rivas Mercado, mujeres legendarias porque eligieron darle a su vida el ámbito de su voluntad en otras palabras hacer los que les daba la gana, literatura y arte que ya era muy represivo”, describe el autor de Principios y potestades (1969).

 Rosario Castellanos y Elena Garro  

En su disertación mencionó y encomió la labor literaria de poetisas como Concha Urquiza “una poetista religiosa muy obsesionada con el Libro de Job” o Margarita Michelena y se adentró en el comentario sobre Rosario Castellanos “una mujer que produce una literatura importante que se reveló a través del movimiento del EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Nacional) del movimiento zapatista en Chiapas en el 94 que tiene dos libros: Balún-Kanaan, sobre una rebelión indígena y Ciudad Real que a la luz del zapatismo cobran otro interés y se ve la profundidad de la mirada literaria de Rosario Castellanos quien tiene una poesía que también ahora  ha cobrado otra importancia”, define Monsiváis.Una autora mexicana que captó la atención de Carlos Monsiváis fue Elena Garro y su novela Los recuerdos del porvenir, obra que cataloga como “una de las grandes novelas mexicanas”.“Es una novela sobre la época de la guerra cristera en el bajío pero es enormemente poética y un libro admirablemente escrito. Tiene un libro de cuentos cuyo primer título es La semana de colores y ahí tiene uno de los cuentos de fantasía más notables de la literatura en habla hispana: La culpa es de los tlaxcaltecas”, opina Monsiváis.“Yo creo que junto con Sergio Magaña, el teatro de Elena Garro, Un lugar sólido, El árbol, es absolutamente magistral, ella no seguía los criterios del teatro realista, hace un teatro de símbolos, de imágenes, de situaciones poéticas.“Tiene una obra de la revolución que es notable: Felipe Angeles, el general formado en el ejército porfirista que va a Alemania, regresa, participa en el ejército federal, se convence de la justicia de causa de los revolucionarios, se incorpora a las fuerzas de Villa, es el gran estratega de Villa, cuando sobreviene el fracaso de la División del Norte, va a Estados Unidos, luego regresa solo y se enfrenta en condiciones absolutamente adversas a un tribunal de guerra”, resume el escritor.Dice que en este libro, Elena Garro toma la parte del tribunal de Felipe Angeles y “consigue una obra magnífica que se ha puesto ya, pero que seguirá representándose”.

 Cada vez que se lee La noche de Tlatelolco adquiere un nuevo significado

 Después de esta descripción de la dramaturga, Monsiváis comenzó su elogio a Elena Poniatowska, en el que incluyó datos históricos y personales de la periodista y escritora que “nace en 1932 en París, pertenece a una familia de emigración porfirista que se mezcla con la aristocracia europea. Llega a México en 1942 cuando la Segunda Guerra Mundial. Se asimila con gran rapidez y hace algo que no era frecuente, deja la vida de su clase social que se distinguía por la profundidad de sus cocteles, la capacidad analítica y sus reuniones de moda y la reflexión penetrante y se mete al periodismo y hace  muchísimas entrevistas, se educa a sí misma, ella es su propia universidad y publica en 1954 su primer libro Lilus Kikos, no es un gran libro, pero vale la pena como testimonio de lo que es un proceso, es un libro que hoy merecería ser profusamente ilustrado”, menciona Monsiváis.

Mencionó que luego publicó un libro de entrevistas Palabras cruzadas, entrevistas con Elena donde hace entrevistas con Lázaro Cárdenas, Luis Buñuel, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, Lupe Marín, Juan Rulfo, Alfonso Reyes, Pablo Casal, Alfonso Caso, Alvaro Mutis… es un libro muy interesante marcado por la época y que merecería la reimpresión”, expresó Monsiváis.Hasta no verte Jesús mío en 1969 impresionó a Carlos Monsiváis, porque recrea la vida durante la revolución y en las colonias populares y que habla de que la pobreza es producto de la explotación y el abuso.“Es una novela que debo calificar de clásica porque es muy difícil que una escritora consiga un personaje memorable: Jesusa Palancares es bronca, recia, hosca, incapaz de autocompasión que esa es la medida de la grandeza de las mujeres de las clases populares”, describe el autor de Amor perdido (1976).Otro libro escrito por Poniatowska que destaca el cronista, es La noche de Tlatelolco, que define más que como un reclamo, “un gran testimonio coral sobre lo que fue el 12 de octubre de 1968, que se logra a través de las entrevistas de las principales personas involucradas en este suceso”.Dijo que este es un libro muy leído por los jóvenes que cada vez que se lee otorga un nuevo significado a los lectores por ser el documento de una época.“Si algo es La noche de Tlatelolco es un homenaje a la memoria colectiva. La necesidad no de venganza sino de justicia, no de revancha sino de establecimiento del horror de la impunidad. El documento que le permitió a las generaciones siguientes entender un hecho trágico en la historia ”, dijo Monsiváis.Al final de la conferencia, el escritor contestó cinco preguntas de los asistentes, firmó autógrafos y se dejó fotografiar con sus admiradores. A las 21:30 horas salió del recinto.

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