Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Anituy Rebolledo Ayerdi

Made in China

 (Cuarta de siete partes)

 El Zacarías Conde

 Cuando el mundo se estremezca al conocer la desaparición misteriosa de barcos y aviones en las coordenadas antillanas conocidas como el Triángulo de las Bermudas, y la imaginería popular se desborde adjudicando sucesos tales a fuerzas extraterrestres, en Acapulco se recordará el caso del Zacarías Conde. Desapareció sin dejar rastro, allá por los años 20.Era el Zacarías Conde un pailebote como de 400 toneladas, con dos palos, el mesana y el trinquete, dedicado al transporte de carga y de pasajeros. La última vez que llegó al puerto procedía de Zihuatanejo secuestrado por el general obregonista Luis Estuardo Puig. El militar tenía la necesidad de estar en Acapulco pero estaba imposibilitado para montar en bestia a causa de tremendas almorranas. Entonces usará la embarcación como taxi acuático y de pilón multará a su capitán por “desobedecer a un jefe militar en tiempos de guerra”.El 19 de mayo de 1920, ya de regreso de un viaje a Huatulco, el Zacarías Conde amanece amarrado al muelle acapulqueño de carga. Sus bodegas son recatadas con sacos de ajonjolí y copra procedentes de San Jerónimo. Por otro lado, la lista de pasajeros es larga y en ella figuran el propio general Puig, el coronel Miguel Souza, casado con doña Eloísa Lluck y varias familias del puerto. Una de ellas, por cierto, desistirá del viaje a punto de embarcarse. Atenderá la advertencia de un viejo marino llamado Tiburcio Solís, famoso por lanzar escupitajos a una distancia de siete metros. Este jurará por el Santísimo haber visto el “fuego de San Telmo” sobre la arboladura del Zacarías como un presagio de naufragio.

Cuando el Zacarías Conde zarpa ese medianoche cae en el puerto una lluvia menuda pero sin viento. El 20, sin embargo, amanecerá soplando fuerte el del Este y por la noche los aullidos de un ciclón aterrorizarán a los acapulqueños. Los familiares de los viajeros no dormirán elevando fervorosas plegarias por la suerte de aquellos y muy temprano buscarán noticias sobre la embarcación.El Zacarías Conde no llegó a Manzanillo. La noticia corre por el puerto muy de mañana provocando una dolorosa conmoción en todos sus habitantes. Más tarde se conocerá que la nave no recaló a ningún puerto intermedio y entonces se le declarará como desaparecida. Un rayo de esperanza iluminará no obstante a familiares de tripulantes y pasajeros cuando se hable de la posibilidad de que el barco navegue a la deriva. Pronto sería rescatado y traído al puerto, se engañaba.

 Chinos secuestrados  

La denuncia de un estibador sobre una peligrosa sobrecarga del Zacarías Conde conformará la hipótesis de un naufragio. Sin embargo, y a pesar de una intensa búsqueda por todo el litoral, el percance no se evidenciará con restos del pailebote o de la carga sobre la superficie. Los viejos marinos se hacían cruces sobra tan extraña desaparición aunque se aferraban al hundimiento. Otra hipótesis apuntará al estallido de la santatabárbara con la consiguiente desintegración de la nave, descartada igualmente por no encontrarse restos flotando. Lo cierto era que al barco se lo había tragado el mar. Totalmente y hasta el fondo.Una revelación espeluznante intensificará en pocos días el drama del Zacarías Conde. Algunos vecinos denunciarán la desaparición de cuatro familias chinas dedicadas al cultivo de hortalizas en las márgenes del Río Grande (hoy arroyo de La Fábrica). Un piquete de soldados del general Puig las habría sacado de sus casas para confinarlas en las bodegas de la embarcación. Uno de aquellos chinos, según la misma denuncia, habría sido despojado de una costalilla con diez mil pesos en oro. A nadie escapará entonces la filiación del general Puig, alias El Culón. No otra que la pandilla sonorense empeñada en echar de México a los chinos o acabarlos aquí mismo. Lo que ocurriera primero.El misterio del barco de la muerte se ahondará y nunca nadie sabrá nada sobre él. No faltará, pasado el tiempo y luego de nuevas desapariciones tan misteriosas como la del Zacarías, quien aventure la existencia de un Triángulo de Acapulco. Se ubicarían dentro de él a varias dependencias de gobierno.

 Zapateros chinos  

Tres décadas atrás, un grupo de cuatro chinos abandonará el puerto pero no hostilizados por nadie sino huyendo del libre mercado. Afincados en una extensa propiedad de doña Chona Pérez, los orientales se dedicaban a la fabricación de calzado como si le maquilaran a 3 Hermanos.Usaban una vieja máquina Singer de manivela y las herramientas clásicas del zapatero remendón. Era tan rápido el proceso que el cliente no esperaba arriba de media hora para llevarse un par nuevecito y a la medida. Los de dama costaban 2 o 3 pesos y en el caso de los caballeros la espera era de hasta tres horas y el precio se elevaba a ocho pesos. Cuando llegue al puerto el zapato extranjero, más barato aún que el de los chinos, estos tomarán sus bártulos y se irán renegando de la competencia.

 Las expulsiones  

La campaña antichina cundirá en casi todo el país entre 1929 y 1934. Las consignas “pro raza y salud pública”, “defensa de la raza y de la patria” y “defensa del comerciante nacional”, impactarán en por lo menos veinte entidades. En cada una de ellas operarán organismos antichinos llamados “comités nacionalistas”. Tendrán la misión casi mística de evitar los matrimonios interraciales, además de proteger el empleo y los negocios nacionales. Hasta 1930, según datos censales, la población china en México superaba los 20 mil y entre ellos escasas 2711 mujeres.Rodolfo Elías Calles seguirá los pasos de su papá cuando se desempeñe como gobernador de Sonora. Obligará a los empresarios chinos a ocupar con mexicanos el 80 por ciento de la planta laboral y prohibirá los matrimonios chinomexicanos. Los orientales, además, sólo podían comerciar en los límites del barrio chino y había multa para el que fuera sorprendido fajándole a una mexicana.La expulsión de chinos se dará en ese periodo por racimos. A la secretaría de Gobernación le bastaba una denuncia anónima para proceder contra los orientales. El titular de esa dependencia durante la presidencia de Ortiz Rubio, Carlos Riva Palacio, hará una fortuna extorsionando a chinos adinerados. Los amenazaba con la deportación luego de que sus policías los cargaban con drogas. Su cese será fulminante cuando la legación china amenace con llevar el caso a las cortes internacionales.El odio antichino en México repercutirá en China con uno de iguales proporciones en contra de los mexicanos. Las compatriotas casadas con chinos y sus hijos serán objeto de crueles discriminaciones sociales y estarán inermes frente a las leyes de aquél país. Especialmente cuando lleguen a vivir a las casas de las primeras esposas de sus maridos y sean relegadas al papel de concubinas. Algunas de ellas podrán volver al país por gestiones realizadas ante el presidente Adolfo López Mateos (1958-1964).Los grupos antichinos sostenían la firme convicción de luchar contra una conspiración internacional del “pulpo amarillo”, cuya misión era “apoderarse del comercio nacional y boicotear al régimen revolucionario”. El apoyo de los gobiernos locales y del Partido Nacional Revolucionario (el PNR, abuelo del PRI) les dará absoluta impunidad cuando lapiden comercios e incluso asesinen a ciudadanos chinos. Los actos de mayor barbarie se darán en Sonora, Tamaulipas, Sinaloa, Baja California, Veracruz y Chiapas (aquí también se odiaba a los alemanes y a los japoneses). Guerrero fue en ese periodo negro para los chinos uno de los estados con una mínima población oriental.

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