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“No lloren, la muerte es una ganancia”

Desde el púlpito, el pastor de la iglesia La Luz del Mundo trataba de consolar a los dolientes a quienes les decía: “No lloren, la muerte es una ganancia y un paso a una nueva vida, entonces no se deben ni debemos espantarnos”.

Orestes Sánchez López, uno de los jerarcas religiosos en México de La Luz del Mundo, meneaba sus manos hacia arriba mientras daba el sermón. Su traje negro, corbata blanca, zapatos recién boleados, contrastaban con la vestimenta de las familias de los feligreses que fallecieron en el accidente de este martes en la madrugada unos metros después de la caseta de la autopista México-Guadalajara de Zinápecuaro, Michoacán.

Los hombres de huaraches, ropas raídas, manos rasposas por la faena diaria en el campo y las mujeres de rebozo escuchaban atentos y fervorosos las palabras del pastor que vino de Guadalajara y que incluso los convenció de que sus muertos fueran sepultados en el panteón de Chilpancingo y no se los llevaran a su pueblo, Tlatlauquitepec, municipio de Atlixtac.

Y es que la tradición que rige entre los pueblos indígenas de Guerrero es velar a sus muertos dos días. Hacen del dolor una ceremonia pagano religiosa, en la que se bebe mezcal, se come pozole, se quema incienso, todo acompañado de bandas de música.

Ya habían estado aquí dos días esperando noticias de sus seres queridos y después, el lento peregrinar de la entrega de sus muertos a quienes identificaron mediante fotografías que tomaron peritos de la Procuraduría de Justicia de Michoacán.

Sin dinero, tristes y desconsolados, aguantaron aquí dos días. A lo mejor por eso prefirieron que sus muertos fueran sepultados aquí.

El resto de los 20 fallecidos fueron trasladados a diversos lugares: Tlapa, Chilapa, Colotlipa, del municipio de Quechultenango y Acapulco.

“Era como un rayo, después perdí el conocimiento, pero gracias a Dios estoy vivo”, señaló el campesino José Desiderio Hernández quien iba en el asiento 3 del autobús y toda la mañana contó a la gente lo que ocurrió antes, durante y después del accidente.

Desiderio, quien perdió a sus dos hijos, se veía tranquilo, a lo mejor porque fue confortado por el pastor que se tardó casi una hora en dar el sermón de despedida de los 13 cuerpos, entre ellos cinco niños, que yacían en los féretros.

Indica que el chofer –Mateo López Hernández– advirtió a los pasajeros que los frenos se le “habían chorreado”.

“Dios mío, no quiero matar más gente”, eran los gritos del chofer, según versión del sobreviviente.

“El chofer no tomó la línea roja –que es utilizada en esa autopista para una emergencia de contención cuando un vehículo se quede sin frenos– porque allí estaba otro autobús, y por eso se fue contra la caseta y después contra un muro, y allí fue donde perdí el conocimiento”, expresó el campesino.

El sermón de despedida que daba Orestes Sánchez López, parecía no convencer en mucho a un señora que estaba en la puerta de la iglesia que rompío en llanto. El resto de los dolientes permanecían atentos a la oración y solamente rompieron la solemnidad cuando Orestes Sánchez les ordenó que abrazaran los ataúdes de sus muertos y lloraran por ellos de felicidad. Y así lo hicieron.

“Ya, ya, ya por favor cállate, que hubieras preferido que tu hermana siguiera de borracha y prostituyéndose en el pueblo, así estuvo bien, en estos momentos está con Dios”, le dijo una feligresa a una doliente que al parecer no era de La Luz del Mundo y que no dejaba de llorar.

Concluyó el sermón del pastor, y poco a poco los familiares empezaron a cargar los ataúdes. En fila, sacaron en hombros los ferétros de la iglesia La Luz del Mundo que está en la colonia Vistahermosa.

Los 13 cuerpos fueron sepultados en una sola fosa de más de 10 metros de longitud por cuatro de profundidad.

“Allí, todos juntitos porque son hermanos y juntos así ya están en el cielo”, dijo José Nava Aurelio, quien perdió a sus padres y a su hermano en el accidente.

Luego de la sepultura de los 13 feligreses accidentados, los pastores de La Luz del Mundo se regresaron a Guadalajara donde hoy viernes continúan con su reunión mundial de 12 días de oraciones.

Pero para el próximo año, prometió Orestes Sánchez López, se va a pedir a los feligreses que revisen que los autobuses en que van a viajar a Guadalajara se encuentren en buenas condiciones mecánicas para evitar un accidente como el de este martes. (De la corresponsalía, Chilpancingo).

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