Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Jeremías Marquines

APUNTES DE UN VIEJO LEPERO

* De abusivos y gandallas

El libro es un suicidio diferido. Cioran   

Hace unos días decidí que sólo dos artículos más dedicaría al asunto de los problemas culturales del estado y, en particular, de Acapulco. La razón: la apatía, la tremenda apatía que generan las complicidades. El inmenso desinterés de los propios guerrerenses por defender sus espacios culturales y su patrimonio. Y entonces, me dije que no vale la pena seguir insistiendo en algo que a la mayoría los tiene sin cuidado: la cultura.

Así que ya instalado en esa actitud de suma apatía y valemadrismo, me entero esta semana que el ayuntamiento de Acapulco mandó a desalojar a los vendedores de libros de viejo de la Plazoleta de Sor Juana, para construirle a la regidora Laura Olivia Lopezvictoria un foro para sus actividades proselitistas que ahí ha llevado a cabo. Y entonces tuve que volver a lo mismo, porque si hay algo que en verdad me caga (aparte de la tinta), es que hombres y mujeres envueltos en una miseria de poder se pasen de listos y de gandallas con las personas que no tienen nada; que intenten sobajarlos y los subestimen, eso sí molesta.

Pues bien, resulta que a estos vende libros –a los que yo más de una vez he recurrido para comprarles una que otra maravilla literaria, de las que ya no se encuentran en las librerías nuevas– los desalojaron como nunca hizo el ayuntamiento con los ambulantes de Toño Valdés: de madrugada y al agandalle; en tres camionetas de Vía Pública secuestraron 30 cajas de malditos libros.

Lo más lamentable de este atraco a una incipiente intención de difusión de la cultura, es que fue ordenado desde el mismo ayuntamiento que no apoya las actividades culturales y artísticas del puerto y a petición de una regidora de la comisión de cultura del cabildo. De un gobierno municipal que no apoyó la difusión cultural, el rescate del patrimonio, a los grupos culturales independientes, ni coadyuvó en la formación artística individual.

Ya en otras ocasiones, aquí mismo, hemos tenido oportunidad de demostrar que la regidora Lopezvictoria recurre constantemente a la mentira y la inquina como forma natural de hacer vida pública. Pero ella olvida, o más bien no sabe, que para todo, hasta para mentir hay que tener el mínimo de talento. En entrevista, dice que el responsable del desalojo es el secretario del ayuntamiento, un tal Guillermo Ramírez y que “el secretario me avisó que debido a un plan de ordenamiento de Acapulco se les iba a desalojar y que ya les habían notificado”. Hasta aquí, la regidora intenta hacer creer que no sabía nada del desalojo.

Pero más adelante agrega la nota: “Anunció que se planea hacer una remodelación de este espacio con el fin de ‘recuperarlo físicamente’, reclamando que es un lugar que le pertenece al puerto para continuar con las actividades culturales que ya se iniciaron en la mencionada plaza”.

Y todavía, más adelante de la nota hay algo que clarifica la verdadera intención de Lópezvictoria. Dice: “Jamás he querido que los desalojen, lo único que hicimos fue ir a hablar con ellos para ver de qué manera podíamos dignificar el lugar donde venden y tomarlos en cuenta para el proyecto cultural que yo tengo, a ellos y a los ajedrecistas. A mí no me interesa afectar a nadie pero tampoco se vale decir mentiras, yo quería que estuvieran ahí pero en mejores condiciones”.

Entonces ¿quién miente? Los vende libros acusan a Laura Olivia del desalojo porque en el lugar “se está construyendo un foro por gestiones de la edil”, aún cuando en el malecón, en el parque José Agustín Ramírez, hay un foro abandonado desde su construcción y que nunca nadie se ha interesado por ‘rescatar físicamente’. “Ella tiene el interés de que ese parque (la plazoleta de Sor Juana) sea utilizado para otro tipo de actividades”, dicen los vende libros, Gustavo Gutiérrez y Ricardo Rodríguez.

Y es que la opinión general es esta: la regidora nunca ha tenido intenciones verdaderas en cuanto a la promoción de la cultura y el arte, es más, ignora todo lo relacionado con el asunto porque nunca se ha preparado para ello, sus acciones –casi todas del más retrasado folclor y de muy pobre calidad–, han sido utilizadas para su beneficio en su aspiración por mantenerse en algún cargo en la administración municipal.

Lopezvictoria, en los tres años que fungió como regidora, nunca propuso nada al cabildo para beneficio de toda la comunidad cultural del puerto; nunca presentó ni siquiera una propuesta para perfeccionar la ignorante idea que sobre la promoción y apoyo a la cultura aparece en el Bando de Policía y Buen Gobierno, sumado a su mala redacción, y esto la regidora no lo hizo porque simplemente ignora en qué consiste el error. Por el contrario, desde hace unos meses comenzó a utilizar su posición en el cabildo para usufructuar en beneficio de un proyecto particular, como ella misma lo declara –“el proyecto cultural que yo tengo”–, la zona de la Plazoleta de Sor Juana para hacer tardeadas o sabadeadas seudoculturales en su intención de lograr clientela para su aspiración política, apoyada por el alcalde.

Es totalmente indebido que una regidora cuya función es “proponer medidas y acciones que deban acordarse –previo estudio– para el mejoramiento de las distintas ramas de la administración y de los servicios municipales”, es decir, acciones que beneficien a toda la población, utilice ese espacio que el voto mayoritario del PRD le concedió, para beneficio personal, para llevar a cabo su “proyecto de cultura”. La Ley del Municipio Libre es clara al señalar que “los regidores tendrán a su cargo la supervisión de las comisiones, sin facultades ejecutivas y se ocuparán de la vigilancia de la administración municipal”. No dice ahí que tienen que andar haciendo gestiones ni usando la infraestructura del poder municipal para proyectos personales, ni usurpando las funciones que le corresponden a la dirección de cultura.

Por su parte, Ramírez Ramos dice que los vendedores de libros son ambulantes, pero la verdad es que ya tienen en ese lugar casi diez años pero que ahora, casi al finalizar el gobierno de Zeferino, se percatan que esas gentes eran ambulantes, patrañas y mentiras viles para beneficiar el proyecto personal de Lopezvictoria. Ahora es cuando alguien debe decir algo, ahí queda eso pues.

Por otro lado, el punto negativo de los vende libros es que se traten de amparar en una agrupación fantasma y fraudulenta como eso que llaman risiblemente Instituto Político Nacional de la Juventud Mexicana, de la cual no tienen ningún papel que ampare su existencia y que aparte de los dos integrantes que tiene, fuera de la plazoleta, nadie sabe que existen. Eso no les beneficia, y tampoco les hace falta, con la labor que llevan a cabo –y de la cual nunca nadie se ha enriquecido–, es suficiente porque hacen mejor trabajo que cualquier otra agrupación cultural del puerto. Lo que necesitan es apoyo para regularizar su situación y de eso el ayuntamiento es responsable.

La contra: Hace varios meses aquí mismo escribí una cita del Enchiridión de Epicteto de Hierópoli que dice: “Acuérdate que no te ofende el que te injuria, ni el que te golpea, sino la opinión que has concebido con tus acciones”, pero el señor Arturo Martínez Nateras no lo entendió y quiere culpar a otros de los abusos que ha cometido y que él llama “logros trascendentes” como la edición de El Quijote. Pero sí, estoy de acuerdo cuando él me dice con la refinada cultura que lo caracteriza, la lucidez de su pensamiento y su fino estilo, que soy un “caga tintas” y que, sin mis “perversidades”, vidas mediocres y miserables como la de él, y la de otros más de aquí mismo, no tendrían chiste. También estoy de acuerdo que me acuse de envidioso, claro que sí, envidio que a mí no me señalen como el ladrón de la guerrilla, envidio mucho su gandallismo para con los guerrerenses al embaucar a un poco de ignorantes con esa edición carísima de El Quijote donde se gastaron recursos importantes que hubieran servido para apoyar a muchos jóvenes creadores a los que les falta apoyo; envidio que no me señalen por haber dejado colgados a los cultureros a los que utilizó y engañó con ese truculento encuentro cultural al que convocó hace más de un año y del que nunca publicó los resultados como dijo que lo haría, y también, por qué no, envidio mucho su ramplonería y su insolencia. Pero en cuanto a lo de mediocre no le envidio nada, porque malos lectores como Martínez Nateras hacen que existan pésimos escritores como yo. Y ya por último y de pasada, aclaro que lo mío no es nada personal, sólo ejerzo la parte de la función que me tocó jugar. Ahí está el asunto.

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