Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Alejandro Díaz Garay

¿Cómo recuperar la ciudad?

El modelo neoliberal implantado en México desde 1982 con la llegada de Miguel de la Madrid Hurtado al poder, acentúo la desigualdad del desarrollo urbano y regional. Al lado de ciudades con un dinamismo económico y social importante, coexisten otras que se hunden en el estancamiento y el atraso.Los estados mayormente industrializados como el Distrito Federal, estado de México, Jalisco y Nuevo León, crecieron y se desarrollaron, mientras que estados como Guerrero, Oaxaca y Chiapas, altamente vinculadas a una economía agrícola, muestran rezagos sociales cercanos al límite de la resistencia humana.La resultante es una gran polarización en el desarrollo urbano territorial, económico y social, entre el centro-norte y el sur-sureste del país.Al abandonar su responsabilidad social, el Estado mexicano optó por privilegiar la competencia entre regiones y ciudades en términos de rentabilidad capitalista, y han dado lugar a un profundo deterioro de las condiciones humanas y materiales de la productividad social colectiva, debido en principio a las desventajas de los más sobre los menos.Este deterioro social es factor esencial en la informalización creciente de la vida urbana y en la explosión de la violencia individual y organizada. El surgimiento del ambulantaje y de la delincuencia misma es una resultante de estas políticas neoliberales excluyentes impulsados por una clase tecnocrática (nacional) al servicio de la alta burguesía (internacional). Se ha desmantelado la planeación urbana y regional, y la gestión del territorio ha quedado a merced de las decisiones del gran capital privado. La privatización indiscriminada de infraestructura y servicios sociales, como el agua, excluye a los pobres y socava el patrimonio y los espacios públicos, hoy en día a disposición a todos, ricos y pobres.Integrar mejor a las regiones y ciudades, conservando su diversidad, es una tarea de largo plazo que es necesario empezar inmediatamente, si queremos recuperar nuestra ciudad y la unidad social de la misma, recuperar el crecimiento de la economía real y sentar las bases para un nuevo proceso de desarrollo. Lo local, lo regional, lo nacional y lo global deben encontrar coherencia en un proyecto incluyente que garantice el bienestar de todos: mujeres y hombres, analfabetas y doctos, campesinos y asalariados. Como dijera Antonio Gramsci, sociedad civil y sociedad política, son partes de un todo llamado Estado.Es preciso construir la nueva sociedad sobre la base de una planeación territorial, democrática y con la participación de todos los sectores económicos y sociales. Los gobiernos municipales deben privilegiar la creación de condiciones materiales y sociales de productividad colectiva y no sólo buscar la rentabilidad sectorial individualizada.En el territorio se requieren nuevas inversiones, pero de calidad. En este sentido, la instalación de empresas agroindustriales y manufacturas no contaminantes contribuirán a crear oportunidades de empleo y de desarrollo en las pequeñas y medianas ciudades y poblaciones con una preponderante economía campesina.Valga decir que hasta ahora los gobiernos federal, estatal y municipal han mantenido estas políticas al pie de la letra. Sí, el presidente Vicente Fox es un claro ejemplo de continuidad de las políticas neoliberales que tanto criticó en campaña, la privatización de CFE y Pemex atentan contra nuestra soberanía y lesionan el patrimonio social de los mexicanos; el gobernador René Juárez ha privilegiado las posturas del capital turístico como Tres Vidas y el grupo Monterrey, al grado de intimidar a los ejidatarios de El Podrido, Plan de los Amates y otros núcleos que sufren los embates de los magnates que han mancillado desde siempre a la clase campesina.

El alcalde Zeferino Torreblanca en nombre de la democracia se muestra autoritario e insensible ante las necesidades de servicios públicos de las colonias populares, y nunca se le conoció de un programa rural para las 200 comunidades del municipio, prefirió ampliar mil metros a la avenida por la cual transita la alta burguesía y no mil kilómetros de caminos rurales, con el mismo presupuesto (16.5 millones de pesos).Necesitamos de un gobierno diferente que dé fin a la cultura de que el campo y lo rural significa lo atrasado y lo marginado, creando conciencia de la importancia que reviste el campo para el desarrollo y para la calidad de vida de los habitantes de las ciudades. Podemos hacer nuestros aliados de los que hoy los vemos como enemigos.En especial en lo que se refiere al medio ambiente, a los recursos naturales como el agua, el entorno en las ciudades y a la producción de los alimentos sanos y naturales, la llamada agricultura orgánica.Con una concepción diferente de la forma de gobernar es posible recuperar nuestra ciudad. Valga decir que quienes han tenido la oportunidad han sido los gobiernos priístas, panistas y perredistas, con resultados negativos. Es hora de dar oportunidad a nuevas estrategias que desde una concepción de la izquierda “a secas”, es decir sin centro, o lo que es igual, de una verdadera izquierda y no de una izquierda ligth, es posible.Resolver el problema de la tenencia de la tierra urbana y rural, actualizar leyes y reglamentos sobre vivienda, lograr soluciones posibles a las carencias de agua, drenaje, desechos sólidos; racionalizar los recursos y espacios sociales, hacer confluyentes la justicia social y la sustentabilidad ecológica, gestionar eficiente y participativamente los espacios públicos es lo que nos permitirá recuperar Acapulco y cualesquiera otra ciudad. Una mayor participación social, una mejora de las condiciones de vida y el incremento de las capacidades de los poderes locales es el mejor antídoto para combatir la inseguridad pública, no la represión, no el autoritarismo, no la soberbia e insensibilidad política.

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