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Matan pobladores a dos cocodrilos luego de que uno ahogó a pescador

* Los vecinos de la comunidad de Zorcúa tendieron trampas para cazar a estos animales, pero fueron frenados por agentes de la PJE, quienes les advirtieron que la especie está en peligro de extinción

Maricela Santos, corresponsal, La Unión * Luego que un cocodrilo asesinara a un pescador en la comunidad de Zorcúa, municipio de La Unión, los pobladores suspendieron las actividades en el estero conocido como El Carrizal o La Poza de los Lagartos, además de que en venganza mataron a dos de estos ejemplares.

Pero lo que podría haber derivado en una masacre de cocodrilos en este poblado fue frenado por agentes de la Policía Judicial del Estado (PJE) al mando de la comandante Arechuri Salinas Gaspar, quienes les advirtieron que esta especie está en peligro de extinción y que debían parar la cacería.

En respuesta, los vecinos de la comunidad de Zorcúa exigieron la intervención de las autoridades para sacar de los esteros a estos animales, antes de que se conviertan en un peligro para los pescadores y población en general, ya que –dijeron– esta incrementándose drásticamente la población de cocodrilos.

La venganza de los pobladores de Zorcúa contra los cocodrilos comenzó luego de que el domingo 21 de julio, a eso de las 16 horas, los pescadores Filemón Valdovinos Suazo y Jaime Borja fueran atacados por uno de estos animales, el cual medía aproximadamente dos metros y medio de largo.

La primera de las víctimas perdió la vida luego de que el cocodrilo le modriera una pierna y un brazo, para posteriormente ahogarlo y llevarlo a unas cuevas que hay en el estero, de donde su cadáver fue rescatado por los pescadores Jaime Borja, Jesús y José Rogelio Hernández Martínez.

En cocodrilo atacó directamente Filemón Valdovinos Suazo, de 36 años, a quien le mordió la pierna derecha, lo jaló al fondo del estero provocándole la muerte por asfixia.

El hermano del campesino muerto en las fauces del animal, Heriberto Valdovinos Suazo, explicó que Filemón acostumbraba pescar en el estero conocido como El Carrizal, pues era la forma en que ganaba algunos pesos para él y sus padres, María Suazo Medina y Marcelino Valdovinos Guzmán.

Señaló que su hermano estaba acostumbrado a ver a los cocodrilos en el estero y sabía que si no los molestaba ni atacaba, podían pescar sin que se les acercaran; “casi le había perdido el miedo a los animales, pero ese triste domingo encontró el fin de su vida cuando ya casi había terminado su jornada”.

Por comentarios de algunos pobladores, se sabe que estos animales esperan que sus víctimas se encuentren en estado putrefacto para poder comérselos.

“Por eso se lo llevó a la cueva, pero la gente se organizó para sacarlo y evitar algo peor”, aseguró la comisaria municipal de Zorcúa, Nubia Rodríguez Guido, entrevistada respecto a los hechos del sábado.

Tanto la comisaria como Heriberto Valdovinos Suazo dicen que esta es la primera vez que un cocodrilo mata a un campesino o pescador, aunque éste último recordó que antes del trágico suceso algunos cocodrilos se habían tragado, a la orilla del estero, a dos marranos, un becerro y un perro.

Heriberto Valdovinos dijo que no es este el primer ataque que sufren los vecinos de Zorcúa, pues recordó que hace un año los cocodrilos le quitaron una aleta de buceo al pescador Tomás López, pero que cuando éste lo contó en el poblado no le creyeron, hasta ahora que se registró una muerte en el mismo lugar.

Los pescadores de Zorcúa emprendieron la matanza de cocodrilos luego del deceso de Filemón Valdovinos, y el 22 de julio, por la noche, tendieron un trasmallo en el estero para poder cazar a todos los carroñeros que pudieran.

Sólo cayeron dos ejemplares que fueron apaleados y macheteados en venganza y como una forma de evitar el peligro que creen tener ante la creciente población de cocodrilos.

Por su parte, la comisaria explicó que los vecinos tenían pensado matar más cocodrilos y seguir tendiendo trampas, pero agentes de la PJE intervinieron y les advirtieron que con esta forma de vengar la muerte de Filemón pudieran incurrir en un delito ambiental, “o algo por el estilo”.

Y es que en los esteros del poblado, que superan el kilómetro y medio de superficie, los lugareños calculan que hay más de un millar de cocodrilos de diferentes tamaños, y creen que esto pone en riesgo su seguridad.

Esta comunidad esta ubicada a la orilla de la carretera federal Lázaro Cárdenas-Zihuatanejo, en el entronque La Unión-Petacalco.

Allí los campesinos básicamente viven de la agricultura y de la pesca.

La población carece de calles pavimentadas, además de que los lugareños se quejaron del nulo apoyo que han tenido de las autoridades para saber qué hacer ante la creciente cantidad de cocodrilos.

Heriberto Valdovinos explicó que muchas personas de este lugar sobreviven de la pesca en los esteros, porque allí hay tilapia, pargos, robalos, mojarras y camarones, a pesar de que saben que existen infinidad de cocodrilos y lagartos desde recién nacidos hasta algunos que superan los seis metros de largo; él participó en la caza y muerte de los dos cocodrilos.

Dijo que pusieron en un anzuelo grande longaniza de puerco en estado de descomposición, y en lugar de cuerdas utilizaron unos cables gruesos para atraparlos. Luego les dieron muerte y los tiraron lejos del poblado, para evitar que se esparcieran los olores del animal.

Del coraje –agregó– no intentaron ni pensaron en quitarle la piel para aprovecharla. Sólo querían acabar con esta especie que podría poner en riesgo la vida de los pobladores.

Aunque la acción fue bloqueada por judiciales, los inconformes dicen que la especie, además de infundirles temor, está afectando las actividades económicas de los pescadores de esta región, porque tras la muerte de Filemón Valdovinos dejaron de ir a pescar a los esteros por temor a ser ahogados por la infinidad de cocodrilos que hay.

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