Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Rafael Trejo Moreno

El PRD en la encrucijada

 “El día que las fuerzas del progreso y la democracia recurran a las mismas prácticas de la reacción para hacer política, es el momento de irnos al carajo”. Gabriel García Márquez.

  No sin una dosis de candidez, acudí hace unas semanas al llamado de una convocatoria formal emitida por el Consejo Estatal del PRD para la integración de la planilla definitiva que contenderá en las próximas elecciones para renovar los ayuntamientos y el Congreso local para el trienio 2002-2005.

Acudí, bajo consideración y conciencia de no ser un político profesional (he laborado casi 30 años ininterrumpidamente como docente en la UAG); no formo parte de ninguno de los grupos de interés dominantes en el partido, y aún más, no soy líder de masas, no hago demagogia, ni reparto baratijas para allegarme a votos, mucho menos abrazo viejitos ni cargo niños para la foto en propaganda frívola; en cambio, entendiendo que la democracia no sólo es cuestión de mayorías y minorías sino también de razones y sinrazones; que he militado en las filas de la izquierda prácticamente desde mi infancia; que he madurado mis percepciones políticas y he construido un bagaje teórico-crítico sobre el desarrollo histórico del país y del terruño, y como se han venido ejerciendo los espacios de poder conquistados por el PRD, cotejándolos con una perspectiva de izquierda; con ello, y reuniendo los requisitos formales exigidos por la susodicha convocatoria, es que decidí, con apoyo de un puñado de compañeros universitarios y otro tanto del sector popular, registrar mi precandidatura para síndico en una eventual fórmula del partido para contender en elecciones constitucionales frente a otros organismos políticos.

Con escasos recursos económicos, después de sobrevivir al kafkiano mundo de la burocracia partidista para el dicho registro, iniciamos una precampaña modesta en su cantidad pero rica en contenido toda vez que no nos colocamos estrictamente en el dilema de “ganar o perder” sino en abrir un apropiado espacio de debate sobre los problemas más apremiantes del municipio de Acapulco, es decir, contribuir al rescate de una de las características fundamentales de todo izquierda democrática que se precie de serlo y que desafortunadamente en nuestro partido se ha disipado: el análisis crítico de la realidad y la construcción de paradigmas propios sustentados en la reflexión colectiva, el debate ideológico y con las herramientas teóricas del pensamiento democrático ajustados creativamente a las condiciones de nuestro municipio.

Es urgente, por ejemplo, someter a un juicio crítico el modelo económico impuesto a Acapulco desde los años cuarenta del siglo pasado que descapitalizó el campo para privilegiar la zona urbana provocando la polarización de Acapulco pobre y Acapulco rico; la expulsión masiva de campesinos a la zona urbana concitando un crecimiento caótico de la población concentrada, que al saturarse las fuentes de trabajo disponibles comenzaron a formarse amplias y crecientes franjas de pobreza desempleadas y sin servicios urbanos, dando lugar al fenómeno incontrolable de la economía informal y a una oleada de invasiones, y con ello a varias generaciones de líderes corruptos orgánicamente relacionadas con el PRI que les asegurase votos cautivos para la reproducción del esquema priísta eminentemente corporativo.

De este esquema se deriva la explicación en gran medida de las condiciones económicas, políticas y sociales que caracterizan al Acapulco moderno: desempleo, inseguridad, corrupción, déficit en materia de vivienda, salud, servicios urbanos, educación etc. Emprender la revisión a acapulqueña para así intentar la búsqueda de solución de raíz y no solo paliar sus consecuencias; y si esto no es cierto, pues bueno, ahí esta el debate.

El presidencialismo, como régimen político vigente durante los setenta años de priísmo trajo como consecuencia la desaparición virtual de los poderes legislativos y del municipio libre, lo que se vieron reducidos a solo instancias legitimadoras del presidente en turno colmando a los “representantes populares” de grandes emolumentos con relación al promedio de ingreso de la población, despojándolos con ello de una representación real y poniendo a su disposición influencias y recursos para “gestoría” reproduciendo así el esquema corporativo a cambio de ceder en sus funciones propias; es decir, que los síndicos y regidores no cogobiernen los municipios y los legisladores no legislen, todo ello en beneficio del presidente de la República, los gobernadores y los primeros ediles y en perjuicio de los principios republicanos a que nos obliga desde los morelianos Sentimiento de la Nación hasta la Constitución Política vigente.

El PRD, lejos de encarar críticamente esta estrategia con un programa de recuperación republicana, simplemente se ha acomodado a esta lacra heredada, dando pie a la formación de un neopriísmo sin el PRI, y en desdén del largo y doloroso esfuerzo colectivo que represente la historia de los mexicanos en la búsqueda de una vida digna para todos.

La figura de la “primera dama” constituye una variante del “derecho de sangre”, una reminiscencia medieval que la democracia republicana debe desaparecer. Estos y otros muchos asuntos como la política indígena, la educación y la cultura, los derechos humanos, engarzados en un coherente proyecto municipal de la izquierda debería ser la guía de acción de los perredistas acapulqueños.

En la elaboración de materiales sobre estos tópicos estábamos, cuando mediante una llamada telefónica extraoficialmente se nos informó que por un acuerdo del Comité Nacional, la mencionada convocatoria pública emitida por el Consejo Estatal había sido cancelada. Días después esto fue confirmado por un delegado nacional en una accidentada conferencia de prensa convocada para el efecto en la que con un lenguaje propio de un tinterillo intento justificar la nueva resolución. Para “explicar la situación” y seguramente resarcir los daños causados a las corrientes afectadas.

Hemos sido convocados a un conciliábulo en los próximos días. Desde luego no pienso asistir pero ¿qué pasara con aquellos precandidatos registrados de acuerdo a la susodicha convocatoria que tienen la desgracia de no tener padrino o corriente que lo cobije? El PRD tiene que encarar y prepararse a sufrir las consecuencias de sus desatinos: la legalidad y la credibilidad están en entredicho. ¡Joder!.

468 ad