Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Moisés Alcaraz Jiménez

El retorno de las sectas

La pésima organización y dirección de los responsables del PRD de conducir el proceso interno para elegir candidatos, ha dado motivo al gran desorden que prevalece en el partido, que en el caso de Acapulco está a punto de poner fin a la frágil unidad que con mucho esfuerzo se ha venido construyendo.Regresan las viejas prácticas que se pensaban superadas: sectarismos, agandalles, chantajes, intereses mezquinos, actitudes irresponsables, señores feudales y uno que otro cacique. Hay ausencia de orden, legalidad, respeto, disciplina y civilidad política.Hay quienes afirman que estas prácticas nunca han abandonado al PRD ni lo abandonarán jamás, siempre estarán ahí porque son parte de la esencia del perredismo que más que un partido es un frente de organizaciones del más diverso origen, naturaleza y objetivos que llegado el momento se atacan con mayor vigor entre sí que con el adversario.El costo político siempre ha sido alto y en esta ocasión podría ser mucho mayor: perder el más importante ayuntamiento del estado. Esta posibilidad es real porque el debilitamiento que la lucha fraticida le ocasiona al PRD, es proporcional al fortalecimiento del PRI.

Frente a un escenario del caos que empieza a construirse en torno al proceso electoral interno del PRD, el PRI ha logrado establecer un panorama de mayor orden, unidad y solidez. En tanto el PRD pulveriza sus fuerzas (53 planillas sólo en Acapulco) y sus corrientes y tendencias se polarizan peligrosamente ante un deficiente marco jurídico incapaz de regular la contienda para postular candidatos, el tricolor avanza en la desactivación de protestas e inconformidades surgidas entre sus prospectos a ocupar cargos de representación.Por otra parte, mientras se viene abajo la alianza PRD-PAN, el PRI logra al menos un buen impacto publicitario con la débil alianza formada con el PVEM, partido prácticamente inexistente en Guerrero pero que sin embargo esa unión le permite al partido gobernante en el estado dar un golpe de espectacularidad en los medios, parte importante de toda actividad proselitista que pocas veces falla como estrategia para atraer votos.Las fuerzas perredistas en Acapulco empiezan a caer en aquello que todos hablaban de evitar: las fracturas, las divisiones, los enconos, el desorden y los ataques personales.Los grupos perredistas se alejan nuevamente de la madurez política, de la civilidad, de la unidad, del acuerdo y de los consensos. Otra vez estamos ante el resurgimiento de viejos vicios que han dado al PRD la connotación de un partido que no puede ser una real alternativa de gobierno mientras en su interior prevalezca la ingobernabilidad.A pesar de su difícil situación el PRD aún tiene posibilidades de enderezar el barco en Acapulco, todavía es tiempo de cambiar el mensaje negativo que están emitiendo a la sociedad, a sus militantes y a sus simpatizantes, y más que nada, aún pueden conservar la solidez al interior.Lo primero que tendrán que hacer las corrientes y tendencias perredistas es aceptar que ya no es tiempo y tampoco es oportuno realizar plebiscitos, elecciones o como le llamen a un proceso abierto para elegir a los candidatos a síndicos y regidores a través del voto ciudadano.Quienes a estas alturas insisten en este procedimiento sólo ven por sus propios intereses, olvidan o pretenden olvidar los graves conflictos y fracturas que este método ha ocasionado al PRD en muchas ocasiones.Las elecciones internas perredistas han estado casi siempre plagadas de prácticas fraudulentas de todos los participantes, desorden, reclamos, resultados no aceptados, desencuentros y divisiones, además de que nunca se han logrado establecer reglas claras que contribuyan a la limpieza de estos procesos.Ese es el lamentable panorama de las elecciones que organiza este partido y hoy más que nunca se tendrán que evitar si se aspira a obtener el triunfo en esta importante plaza.Después de toda una serie de errores, irregularidades y desaciertos de los responsables de conducir el proceso interno, a los aspirantes a integrar el ayuntamiento de Acapulco no les queda más que el camino de la negociación, los consensos y el entendimiento para lograr una planilla de unidad.El requisito es que todos aquellos que se sientan merecedores de alguno de esos cargos, asistan a la negociación con la más plena disposición al diálogo y los acuerdos, algo sumamente difícil en el PRD, partido acostumbrado al asambleismo, al debate estéril, a la indisciplina y a la descalificación.  Todo ello nuevamente en un entorno de ausencia de normas y lineamientos específicos para conducir estas negociaciones.No obstante, éste es el camino más viable y menos riesgoso. Lo otro es caer irremediablemente en una crisis mayor.

 

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