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Alfredo Arcos Castro

Por una sociedad con ética

 La ética trata de las reglas que más orientan cualquier conducta intencional, es parte, por tanto, de todos los conocimientos sobre las diversas formas de comportamiento humano. La ética también concierne a sus múltiples explicaciones en diferentes campos de la cultura. En todas las ciencias tanto humanas como naturales, se plantean problemas que tienen que ver entre el saber, sobre hechos y conocimientos de normas y valores. En todos estos ámbitos sin excepción se tratan problemas específicos de actitudes y comportamientos humanos. Es un hecho, que todo tipo de conocimiento tiene necesariamente que acudir para su explicación a una reflexión ética.

La política, la economía, la religión, la tecnología, el periodismo, los medios de comunicación, la biología, la ecología, el lenguaje simbólico, todas ellas guardan una relación muy estrecha con el conocimiento ético. Estamos plenamente seguros que este siglo XXI debe ser eminentemente ético, de no ser así, el futuro del mundo será dudoso. Pero ha todo esto ¿qué es la ética?

Aristóteles, filósofo clásico, dice que la ética es obediencia a la propia naturaleza. Parece una definición demasiado simple pero contiene un gran significado. El filósofo griego se cuestiona a sí mismo ¿qué es lo que los humanos traemos al nacer?, ¿cuál es nuestro equipaje? De inmediato responde somos seres inteligentes y sociales. La obediencia en este sentido está subordinada a la propia naturaleza, significa ser obediente a la actitud de ser inteligente y de ser sociable, entonces ¿qué es lo ético para Aristóteles? Todo aquello que en el hombre responde a su inteligencia y a su sociabilidad.

El filósofo español Fernando Savater, acentúa el elemento de la sociabilidad. Para él los primeros principios éticos están fundados en la sociabilidad, en la obediencia a la sociabilidad. Atentan contra la inteligencia y la sociabilidad: los ambientes de crueldad, la violencia en todas sus variantes, el hambre, la pobreza, la marginación, la injusticia, la angustia, la sujeción, la corrupción, la exclusión. Esta plenamente comprobado que estos ambientes alteran la forma natural del ser humano. Para el filósofo alemán Hegel, la ética es el carácter fundado en la costumbre, en la sabiduría práctica de resolver dificultades es lo que él llama eticidad.

En este entendido, podemos afirmar que la naturaleza del hombre es ser sociable, obedecer esa naturaleza humana es precisamente desarrollar esa sociabilidad. No se puede concebir al hombre solo, sino seres que están proyectados hacia el otro. Aceptar al otro es signo de humanización y lo contrario el rechazo al otro significa deshumanización. La noción de lo ético vendría hacer un conjunto de normas y valores que permitan tener una buena relación con el otro. Lo que observo en nuestra práctica cotidiana es que continuamente estamos enfrentando al dilema de la relación con el otro, para humanizarnos o deshumanizarnos. Para rechazarlo o aprovecharnos de él, o por el contrario, para servir al otro, y trabajar con el otro.

Siempre cuando decidimos cuál va hacer nuestro comportamiento con el otro, estamos planteando una norma ética que consiste en someter nuestros actos, conductas y acciones a nuestra naturaleza, en tanto inteligencia y cuanto desarrollo de la sociabilidad. En suma: la obediencia a la naturaleza, la eticidad basada en la sabiduría y la costumbre, aceptación del otro y normas que permitan vivir en armonía con el otro, he ahí un concepto de lo que es la ética. Ojalá los políticos, los científicos, los gobernantes, los comunicadores, los trabajadores de la cultura, la burocracia, desarrollen con más firmeza la inteligencia y la sociabilidad. Precisamente en un mundo en donde se han ido perdiendo estos conceptos, un mundo en donde impera la ley del mercado, la competencia, el egoísmo, el individualismo, y sus secuelas de pobreza, marginación y miseria. No cabe duda estamos destruyendo a los otros. Y con esto no hay futuro.

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