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Atacan al secretario de Barranca Bejuco; culpan al Ejército del conflicto

El secretario de la comunidad de Barranca Bejuco, Encarnación Sierra Morales, fue atacado por tres desconocidos, que intentaron matarlo con disparos de arma de fuego, y después lo golpearon y lo dejaron gravemente herido, en peligro de morir, informó Fortino Sierra Morales, en representación del pueblo.

Dijo que la comunidad del municipio de Acatepec atribuye esta agresión al gobierno y en particular al Ejército, porque los militares han intervenido en los problemas de la comunidad, como represalia por las denuncias de los habitantes y autoridades de Barranca Bejuco contra soldados del 41 Batallón de Infantería, que el 16 de febrero violaron a Valentina Rosendo Cantú, de 17 años.

Sierra Morales dijo que después del ataque al secretario, la noche del jueves 4 de julio, todos los miembros de la comunidad, incluidas las mujeres y los niños se unieron para participar en la búsqueda de los agresores en los alrededores del sitio donde ocurrieron los hechos, en la entrada de Barranca Bejuco, pero no los encontraron.

Después, los habitantes se reunieron y estuvieron de acuerdo en “enfrentarse con el gobierno”, es decir, con los soldados que tienen un retén móvil en el camino hacia Barranca Bejuco.

“Sentimos que fueron ellos, los del gobierno, los que mandaron a los que querían matar a Encarnación. No estamos de acuerdo con lo que hace el gobierno. Estamos dispuestos a enfrentarnos con el gobierno”, dijo Fortino Sierra Morales.

Por su parte, el director del Centro de Derechos Humanos de La Mantaña, Tlachinollan, Abel Barrera Hernández, explicó que Encarnación Sierra Morales tiene un problema agrario, por la disputa de una parcela de 8 hectáreas, que reclama un particular de la comunidad de Caxitepec, Ricardo García Albino. Ambas partes estuvieron en una audiencia conciliatoria en la Procuraduría Agraria en la ciudad de Tlapa, el 19 de junio, y estaban citados nuevamente para buscar una resolución definitiva al conflicto el próximo 9 de julio.

El director de Tlachinollan, que se encarga de la defensa de las indígenas me´paa violadas por soldados (Valentina Rosendo Cantú, de Barranca Bejuco, municipio de Acatepec, e Inés Fernández Ortega, de Barranca Tecuani, municipio de Ayutla, ambas comunidades de la región me’paa o tlapaneca), dijo que “aquí hay un foco rojo provocado por la presencia del Ejército”.

Planteó que el conflicto de la comunidad con los militares, a raíz de la denuncia de la violación a Velentina, agrava y complica los problemas comunitarios, como este conflicto agrario que venía desde 1987.

Recordó que a raíz de las denuncias contra los militares por el caso de Valentina y otras violaciones a los derechos humanos, surgió el problema de que el presidente municipal de Acatepec, Jerónimo Godoy Avilés, trata de desconocer la existencia de Barranca Bejuco, retirar el sello a las autoridades y que los habitantes sean parte de Caxitepec, con la que han tenido conflictos.

Por otra parte, se agrava el conflicto agrario. “En todo esto hay un fondo político, de golpear, intimidar y amedrentar a la población, como consecuencia de su decisión de denunciar las violaciones de derechos humanos cometidas por el Ejército”. 

Relato de la agresión 

Fortino Sierra Morales relató que Encarnación Sierra Morales salió el jueves a visitar a uno de sus tíos. De regreso a Barranca Bejuco, como a las 8:30 de la noche, poco antes de llegar al centro del pueblo, donde hay unas trancas para el ganado, vio a tres hombres que lo estaban esperando; uno de ellos iba armado con piostola.

–Párate, –le dijo uno de los desconocidos.

–Qué cosa quieren, –preguntó Encarnación.

–A usted mero lo andamos buscando, –dijo el que aparentemente encabezaba al grupo, y le ordenó al que iba armado: “dispáralo”.

El hombre armado disparó la pistola pero no atinó, porque antes Encarnación alcanzó a darle una patada y lo derribó.

Encarnación echó a correr y tras él los dos hombres que estaban de pie, que lo perseguían como si fuera un conejo, y le lanzaban piedras. Con una pedrada lo hirieron el la cintura, y lo alcanzaron más cerca del centro de Barranca Bejuco, donde se localiza un palo de mango. Ahí lo derribaron, lo agarraron del cuello y lo golpearon. Encarnación gritaba, y lo escuchó el joven Pablo Prisciliano Dircio, que fue al lugar donde oía los gritos y vio a Encarnació ensangrentado, mientras que los agresores huyeron.

El joven gritó más fuerte, y otros vecinos fueron al lugar. “Vimos a Encarnación tirado, bien golpeado, ensangrentado; casi no podía hablar”, dijo Fortino Sierra.

Le preguntaron cómo son los agresores y dijo que eran dos altos y un chaparrito, y que no hablaban bien español. Después dijo que mientras lo golpeaban le decían: “Si quieres tierra aquí la vas a tener”.

“Gritamos para que saliera toda la gente de la comunidad. Fuimos a buscar a los que golpearon a Encarnación. Encontramos una camisa y las pisadas. Entonces fuimos a la comisaría y nos juntamos todos, hombres, mujeres y niños para buscar a los agresores. Revisamos bien el lugar donde dispararon y los alrededores, pero no los encontramos”.

–¿De dónde vino esta agresión?

–Pensamos que es el mismo gobierno, por el problema de Valentina. También hay un problema agrario, y por eso Encarnación tiene cita en Tlapa, el 9 de julio; un señor que se llama Albino, de Caxitepec, quiere quitarle a Encarnación un terreno que era de su papá, ahí nació él y ahí murió su papá.

–¿Porque creen que esto tiene que ver con la deuncia contra los militares por la violación a Valentina?

–Porque ese es el problema que tiene la comunidad, y de ahí se han venido otros problemas.

Dijo que las tropas del Ejército siguen en la región, y que actualmente establecieron un retén en el crucero de Pascala del Oro.

Abel Barrera señaló que el agravamiento de los conflictos locales es uno de los riesgos de la militarización, que está más allá de lo que permite la Constitución. Se va tejiendo una red de relaciones, en las que aparecen como aliados los militares, las autoridades municipales y los particulares que los apoyan; y de la otra parte están los que denuncian la presencia del Ejército y piden que se retire. Así, el Ejército coadyuva a que se compliquen los problemas comunitarios, explicó. (Maribel Gutiérrez)

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