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Xavier Carreto A

La demagogia sirve para ganar, no para gobernar

 Se dice que en el amor como en la guerra todo es válido para alcanzar nuestros propósitos y los políticos, sobre todo en campaña, le agregarían que aquí también la expresión tiene validez. Sin embargo, los políticos están limitados por la seriedad y viabilidad de sus propuestas. Tratándose de cuestiones públicas relacionadas con el bienestar de la sociedad, se tiene que ser muy cuidadoso y responsable con lo que se dice. No se pueden hacer planteamientos que de antemano se sabe no se habrán de concretar. No se puede jugar con las aspiraciones de una vida mejor a la cual la mayoría de nosotros aspiramos.

En la contienda por la Presidencia de Acapulco, existen claramente perfilados tres aspirantes realizando sus campañas de proselitismo en busca de convencer al electorado del municipio que la suya es la mejor opción para encabezar los destinos del principal ayuntamiento de la entidad.

En este ámbito, la competencia por la alcaldía acapulqueña cada día que transcurre se torna más reñida –aún cuando no se han realizado los registros formales de las candidaturas ante las autoridades electorales con las cuales se inician legalmente las campañas políticas lo cual tendrá lugar en la primera quincena de agosto–, lo que ha propiciado que uno de los aspirantes empiece a hacer propuestas fuera de lugar.

Este sería el caso del aspirante priísta, el legislador y presidente de la Comisión de Turismo de la Cámara de Diputados, Ernesto Rodríguez Escalona, quien, en  su desesperación por ganar a toda costa, ha hecho el ofrecimiento a los electores acapulqueños de que se pueda pasar por el Maxitúnel sin pagar peaje. Se reconoce, como lo dice el aspirante priísta, que es una gran obra. En principio la oferta parece atractiva, pues a quién no le gustaría cruzar esa vía gratis. Es verdad lo que dice el señor Rodríguez, el costo de las cuotas que cobran en el Maxitúnel lo hace prohibido para la mayoría de los habitantes de esta ciudad.

El 30 de junio al encabezar un mitin frente a las casetas de cobro, el legislador federal aseguró que los acapulqueños ya pagamos el costo del Maxitúnel. Así también que ya merecemos el Maxitúnel, pues es mucho lo que este país les debe a los acapulqueños y a los guerrerenses por las aportaciones que hemos hecho. Me gustaría saber qué opinan los inversionistas que pagaron la realización de esta vía de las aseveraciones de Ernesto Rodríguez.

Sin embargo, ya en plan serio, al precisar la forma de cómo habrá de lograrse este propósito, el asunto no parece tan fácil como Ernesto lo propone con tanto entusiasmo, pues primero el Maxitúnel tiene que ser adquirido por los gobiernos estatal y federal –en una especie de rescate financiero, como si el presidente Fox y el gobernador Juárez tuvieran dinero disponible, y estuvieran esperando sugerencias para saber en qué gastar–, ya que la inversión no ha sido redituable para los concesionarios, quienes reconocen por conducto de su gerente que tiene un déficit el proyecto de 40% de lo esperado. Este mismo directivo ha precisado, en entrevista con Jeannette Leyva, reportera de El Sur, que esta obra tuvo un costo de 180 millones de dólares y que Ernesto no ha hecho una propuesta concreta para que la vía este disponible para que empecemos a transitar sin pagar a partir de que el ahora diputado federal sea el presidente de Acapulco, es decir, el 1 de diciembre de este año.

Recordemos que una cantidad similar al costo que tiene poner gratis el Maxitúnel para los acapulqueños, es el costo para modernizar la red de agua potable de nuestra ciudad y las plantas para el tratamiento de las aguas residuales. Esta obra nos garantizaría, entre otras cosas, la cobertura de un 100% de ambos servicios, en los próximos años. Que no se pierda el 70% del agua producida por lo obsoleto de la red actual.

Hacer propuesta sin sustento, como lo dice el candidato priísta Ernesto Rodríguez, es una actitud demagógica, la cual puede servir para ganar pero no para gobernar. La demagogia es una práctica política que se apoya en el sostén de las masas favoreciendo y estimulando sus aspiraciones irracionales, desviándolas de la real y consciente participación activa en la política. Esto se produce mediante fáciles promesas, como la del Maxitúnel, y ofrecer disminuir y no cobrar impuestos, imposibles de mantener más allá de toda lógica de buen gobierno.

Jugar a confundir a nuestra gente y jugar con las expectativas de superación de la sociedad acapulqueña, como lo viene haciendo Ernesto Rodríguez Escalona en su precampaña, no es una actitud en la que se pueda confiar.

En el desarrollo de la política demagógica no se tiene en cuenta, más que en forma superficial y burda, los intereses de la sociedad ni los resultados finales a los que puede conducir con el tiempo la acción demagógica, dirigida, en cambio, a la conquista y al mantenimiento del poder. Afortunadamente la política demagógica de los priístas tendrá su fin cuando los ciudadanos acapulqueños y guerrerenses digamos basta, con la emisión de nuestro sufragio, el próximo 6 de octubre.

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