Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Ondean las banderas arcoiris por la Costera con reclamos de igualdad

*Desfilan unos 500 integrantes de la comunidad LGBTTTI para exigir sus derechos, como el reconocimiento oficial a los matrimonios gay

Óscar Ricardo Muñoz Cano

Pasaron ya dos horas desde que dejé a Igor Petit y a su marido y a su invitada y a su Love Parade y aún no se me ocurre nada interesante para escribir. He salido al Oxxo y bebido dos latitas de Jack Daniels’s con agua mineral, platicado con mi jefe, paseado sobre la avenida Costera, fumado un carrujo y nada. ¿Cómo hacer de algo ordinario algo extraordinario?
Y me regreso, me siento y tecleo de vuelta en la máquina que me gustaría decir que al ritmo de Booty Luv,?África Michel, que ocultaba a un hombre tras el maquillaje, peinado de gala y vestimenta de quinceañera, corrió hacia su lugar cuando dieron la primera llamada y casi tropieza con el vestido blanco cuando de sus labios gruesos salió una pequeña maldición.
Agrego, que con los movimientos de una soberana inglesa, recuperó la vertical y se condujo a su destino… Pero sería mentira: la mentada África no conoce la música electrónica de Booty Luv y por supuesto, de su boca no sale una nimia maldición sino una soberana mentada de madre ante la que todos y todas hicieron segunda a carcajadas… Después de todo, este día fue para eso, para ser vistos y observados, oídos y escuchados, para lucir sus cuerpos, sus ropas, su orgullo, su orgullo de ser diferente, mientras uno aquí, casual, y alejándose de la sobriedad pretendiendo escribir acerca del desfile lésbico, gay, bisexual, travesti, transgénero, transexual, intersexual (LGBTTTI, más lo que se acumule) que luego de muchas horas de espera más bien pareció en principio plantón.

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Siendo las 9 de la noche con 20 minutos, me gustaría escribir que al mediodía de este sábado las banderas arcoíris ondearon frente al Centro Acapulco y que a nadie importó llegar horas antes a la cita de la marcha y esperar otras tantas porque a la señora Lolita de la Vega no se le antojó llegar temprano para poder desfilar.
Escribir que la señora ofreció diversas entrevistas con amabilidad infinita y subió al hermoso carruaje que la llevaría al frente de la caravana compuesta por lindos y lindas que llamaban la atención para que les fueran respetados sus derechos.
Que Fulanito de tal, por ejemplo, marchaba para demostrar que la comunidad gay es más que lentes, corbatas, disfraces, paraguas, tacones, tangas, y carteles multicolores; más que una veintena de carros alegóricos, banderas de diez metros y banderitas.
Como me gustaría escribir, que la marcha tuvo como lema “Marchamos para protestar” y que Perenganito y Sutanito, en completo estado de sobriedad y no con un six de tecates, ya sea rojas o azules adentro, pugnaban de la mano por una sociedad igualitaria exigiendo además una iniciativa para permitirles matrimoniarse. Pero sería mentir.
Escribir, por ejemplo, que las presencia del periodista Alex Caffie y sus cámaras de televisión ultimó la frase aquella de Federico Fellini sobre que la televisión es el espejo donde se refleja la derrota de todo nuestro sistema cultural. Sería mentir.

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Escribo que la marcha arrancó entre flashes de los cientos de automovilistas que se detenían, entorpeciendo el tránsito, para proferir chiflidos y burlas como “¡Chichis pa’ la banda!, “¡Chichis pa’ la banda!”, a los no más de 500 integrantes de la misma (reportero incluido) que contestaban los insultos con más insultos.
Tecleo, sobre que avanzó con relativa lentitud sobre Costera, la Condesa, la Diana, la Gran Plaza, el Papagayo quienes fueron testigos, por poner otro ejemplo, del valor de los indígenas de La Montaña, quienes por ser diferentes son discriminados al punto de temer por sus vidas.
Eso sí debo escribir.

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También debo escribir que no me extraña no ver por ahí a muchos de mis amigos de la comunidad gay (ellos saben quiénes son) a quienes admiro por su valor al exigir sus derechos, no migajas ni dádivas a las autoridades y observarlos arrebatar única y exclusivamente con su trabajo los espacios destinados no sólo a los heteros sino a los machos, machos, demostrando, como dijo Lolita de la Vega, que no se debe hablar de preferencias sexuales, sino de hombres y mujeres. “Porque lo que cada quien haga en la intimidad de su casa es un asunto que le compete a cada quien…”, puntualizó la señora al término del desfile, en un escenario sobre la playa Tamarindos, a donde la falta de ánimo fue evidente durante el otro desfile de discursos y arengas; a pesar de los six, las caguamas, el Boones’s; a pesar de la música electrónica que sin saber de qué artistas se trataban, todos terminaron bailando con el llegar de la noche…

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Concluyo que, siendo ya más de las 10 de la noche, bebiendo otra lata de Jack Daniels y revisando una a una las imágenes levantadas por los compañeros fotógrafos del desfile, las pancartas y los personajes, así como revisado las entrevistas realizadas en la grabadora con los gritos y las porras y este mismo texto escrito en medio de una conciencia soluble al alcohol, debo aceptar que, y escribir que, al final del día todos andábamos en el mitote por el puro placer de la putería…

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