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Maclovio Sautto Vallejo

Hay avances a pesar de todo

 El pasado 2 de julio, en un hecho histórico se presentó a declarar sobre los sucesos sangrientos del 68 el ex presidente Luis Echeverría Álvarez. Según se publica en los diarios, fueron 186 las preguntas que se le hicieron y se le otorgaron 30 días para que diera respuesta por escrito. Estuvieron presentes –además del comisionado especial–, integrantes del Consejo Nacional de Huelga del movimiento del 68, quienes tuvieron la oportunidad de participar en la elaboración del cuestionario hecho al ex presidente.

A 34 años de distancia se le sienta en el banquillo de los acusados a quien ocupaba la Secretaría de Gobernación y ha sido señalado desde entonces, como uno de los principales responsables de la masacre del 2 de octubre y posteriormente, ya como presidente de la República, de la cruenta represión del 10 de junio del 71.

Durante ese sexenio se recuerda también la conformación de la Brigada Blanca responsable de la guerra sucia de los años 70, que dio origen al comité Eureka presidido –digna y valientemente– por Doña Rosario Ibarra de Piedra durante todos estos años, con la única exigencia de la presentación de los cientos de desaparecidos que a partir de esos trágicos sucesos se convirtieron en practica cotidiana de nuestros gobernantes priístas.

Independientemente de los resultados de esta investigación que ojalá llegue a hacerse justicia y se castigue a todos los responsables, son acciones como éstas las que empiezan a desbrozar el difícil camino de transformar este país, lo menos que podemos hacer es reconocer su importancia como una muestra de voluntad política de la administración foxista.

La lucha contra la corrupción no es cosa fácil, en un sistema cimentado sobre la corrupción, no basta la voluntad de los individuos por poderosos que sean, yo creo que Andrés Manuel López Obrador tiene intenciones de combatir la corrupción y construir un México más justo y como hemos visto –tan solo en el caso de Digna Ochoa– la Procuraduría del DF, ha jugado un triste papel, donde nos deja un sabor a boca de protección a caciques de viejo cuño. No es fácil cambiar la Procuraduría, hay muchos intereses creados. Esto mismo se reproduce en todos los niveles donde los sindicatos, las burocracias y los mismos partidos políticos –sin distinción de color–, parecieran confabularse para mantener este sistema de corrupción e impunidad.

A simples mortales –como uno, alejados de las fuentes de poder– sólo nos queda el recurso de hacer denuncias públicas, donde la mayoría de las veces la respuesta es el silencio cómplice de los apáticos, de las organizaciones políticas y de las instituciones sociales; sin embargo, considero que lo menos que se puede hacer es continuar denunciando las irregularidades y los distintos hechos de corrupción, estoy convencido que llegará el día que en sean más las voces denunciantes.

Por ello, mi reconocimiento a la necia actitud de los integrantes de la saliente Comisión de Honor y Justicia (CHJ) de la UAG, quienes el pasado viernes 28 de julio de 2002, volvieron a insistir a que fuera sancionado por ese órgano colegiado el dictamen que sobre la administración del doctor Hugo Vázquez Mendoza habían elaborado y que en una ocasión se discutió en el Consejo Universitario y a petición del anterior rector, Florentino Cruz Ramírez, se formó una comisión especial de apoyo integrada por nuestros más destacados juristas, entre los que puedo mencionar al ex rector Marcial Rodríguez Saldaña, a Manuel Ibarra, a Francisco Guerrero Flores, Rubén Silva García y el Tomás Zúñiga, entre otros.

Asistí a la primera reunión de esta comisión de apoyo donde las voces con cierto grado de cuestionamiento al dictamen, provinieron de los dos últimos mencionados, por cierto con argumentos muy pobres –desde mi punto de vista–, ya que sólo consistieron en que no podían emitir su opinión hasta no ver los soportes mencionados en el dictamen.

A petición del doctor Marcial Rodríguez Saldaña, se solicitó que las observaciones al dictamen se hicieran por escrito. Todas las observaciones que se presentaron por escrito a la CHJ, apuntaron en la dirección de ratificar el dictamen de la comisión, a todos los asesores se les entregó en tiempo y forma copia de los soportes solicitados, debo aclarar que algunos de nuestros prestigiosos juristas, debido a sus ocupaciones, no tuvieron tiempo de elaborar por escrito sus observaciones, de los arriba mencionados sólo Marcial Rodríguez y Manuel Ibarra lo presentaron y todas las aportaciones reafirmaban la conclusión a la que había llegado dicha comisión. No se puede acusar a la Comisión de haber hecho público el dictamen, ya que el nuevo dictamen es similar al primero presentado y del cual se repartieron copia a todos los consejeros, de donde es de esperar que también lo tengan los medios de comunicación, lo cual –desde mi punto de vista– no es malo.

El dictamen se ha vuelto a turnar a las nuevas comisiones que se han nombrado, no es difícil adivinar que esto quedará en el olvido, con el beneplácito de todas las organizaciones políticas.

El colmo fue la pretensión de desconocer al decano de la universidad, el profesor Arturo Ulloa, como respuesta a su destacada y comprometida actuación en la CHJ. Siendo amenazado con desconocerlo como decano a iniciativa del MAR y de una buena parte de AR, quienes detestan las posturas de honradez y consecuencia a los principios, no a las organizaciones y mucho menos a las que detentan el minúsculo poder universitario, curiosamente se les olvida que este decano que hoy cuestionan, en algunas ocasiones ha jugado un papel importante en favor precisamente de los principales jerarcas de esas organizaciones.

Fue el profesor Arturo Ulloa quien le tomó la protesta a Gabino Olea, fundador de AR y también le tomó la protesta al malogrado rector Armando Chavarría fundador y guía espiritual del MAR, quien por cierto en esa ocasión dejó colgados de la brocha a sus seguidores en la universidad.

Esta intentona fue uno de los pocos momentos ríspidos en el CU, lo cual es una buena señal y espero que la norma sea la discusión abierta de los problemas en el Consejo y no la búsqueda de soluciones entre las organizaciones en lo oscurito, como se ha vuelto costumbre.

Esta actitud revanchista y a todas luces contestación represiva por la digna actitud de nuestro decano, deja ver que nuestros políticos no tienen amigos, ni lealtades, ni compromisos, tienen sólo intereses. Reproducen la estructura caciquil del estado en nuestra universidad, donde lo único que les interesa es preservar sus cotos de poder, promoviendo el servilismo a costa de la protección y solapamiento de vicios, corruptelas y holgazanerías.

Resumiendo, los avances en nuestra sociedad no se presentan con la velocidad que muchos de nosotros quisiéramos, incluso se avanza en algunos lados y se retrocede en otros, creo que como resultante avanzamos un poco.

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