Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Marcial Rodríguez Saldaña

El maxitúnel y el maxipopulismo

 Las campañas electorales son el escenario propicio para que los aspirantes a cargos de elecciones popular presenten propuestas a los electores y los puedan convencer de votar por ellos al momento de emitir el sufragio.

En el devenir de las contiendas electorales en México, los estilos han cambiado al ritmo de la competencia electoral. En las épocas de partido hegemónico, las campañas eran un ritual, una formalidad que había que cumplir, ya se sabía de antemano quién era el triunfador, no se necesitaba convencer a nadie, no había preocupación por la oferta política, se podía hablar de todo y de nada, se hacía filosofía con el refrán popular adaptado a la política: ofrecer no empobrece; por ello en la clase política es muy común escuchar la anécdota, de que una vez un candidato llegó a una población y ya encarrerado en el discurso, prometió hacer un puente, pero los oyentes le replicaron y le dijeron que ahí no había río, a lo que el candidato respondió “pues también les hago el río”.

A propósito de las precampañas en Acapulco, el candidato del PRI, ha ofrecido que si votan por él, nadie pagará el paso por el Maxitúnel, ya que gestionará que el gobierno del estado y la federación lo compren. Las propuestas de campañas, entenderemos que se exponen para ser analizadas en términos de su congruencia y vialidad.

Es incongruente la propuesta del candidato del PRI a la Presidencia Municipal de Acapulco, toda vez que fue su propio partido quien en el periodo de Carlos Salinas, auspició la privatización de las carreteras del país para hacer negocios con empresarios y después ante el fracaso de este proyecto las rescató a costa del erario público, haciéndoles ganar dinero con los impuestos de los mexicanos.

Decía Séneca que Humanum est arrare; esta frase también podría aplicarse al PRI y su candidato en Acapulco, como ocurrió cuando se expropiaron los bancos por López Portillo y luego los regresó Miguel de la Madrid y Salinas; en este caso para el Maxitúnel, primero la concesionaron y luego lo pretenden rescatar. Al respecto, nada ha dicho la empresa concesionaria, pues tiene un derecho que no se le puede arrebatar por la ocurrencia de un candidato, tendría que haber motivos legales para revocar la concesión y al parecer hasta ahora no existen.

Es legalmente inviable la propuesta de rescatar el Maxitúnel, puesto que no se ha publicado si al gobierno federal o el del estado les fueron autorizados recursos en los respectivos presupuestos de egresos de este año para tal propósito.

En términos del diseño y aplicación de políticas públicas, existen algunos principios que guían las decisiones de gobierno, entre ellos: una visión integral, cuales son las prioridades y con qué recursos se cuentan. Es indudable que Acapulco requiere de un Plan de Desarrollo Integral que cuente con el respaldo del gobierno federal y estatal.

El rescate del Maxitúnel, costaría aproximadamente mil ochocientos millones de pesos. La demanda social de los acapulqueños es cuantiosa, debido a que el PRI durante décadas no fue capaz de resolverla, los recursos de que dispone el ayuntamiento son limitados y no habría ingresos propios suficientes para el rescate; en el hipotético caso (muy difícil por cierto) de que el gobierno estatal y federal se decidieran a destinar estos recursos para Acapulco, habría que resolver si lo más adecuado es utilizar este dinero en el rescate del Maxitúnel o en otros proyectos que beneficien más a la población.

En nuestra opinión, más valdría destinar estos recursos a resolver el problema del agua, tanto del medio rural como de la ciudad, a mejorar el sistema de vialidades y comunicaciones; a fomentar el empleo, la vivienda, salud, educación, fomento al turismo, seguridad pública etc., que por sentido común para cualquier aspirante a gobernar Acapulco, estarían en primer orden antes que pagar un Maxitúnel que sólo beneficiaría a los transportistas y a quienes son dueños de vehículos y no a la mayoría de los habitantes de la parte oriente de la ciudad.

Las promesas de antaño en las campañas electorales han pasado a la historia, ahora todas las propuestas deben estar muy bien fundadas para que puedan ser creíbles, de tal forma que los candidatos no se expongan a que sus ofertas sean caracterizadas como populistas o demagógicas y la reacción de los ciudadanos sea de que se les pretende hacer un engaño, pues así ya no se ganan votos, por el contrario, lo electores tendrán más desconfianza en quienes supongan falsamente que los votantes acapulqueños no piensan.

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