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María Luisa Garfias Marín

El otro poder

El Sindicato de Trabajadores Académicos de la Universidad Autónoma de Guerrero (STAUAG), comenzará dentro de poco el proceso de elección de los nuevos integrantes de su comité ejecutivo central, que tomará posesión en diciembre de este año.

Mientras, las fuerzas políticas sindicales se reagrupan para seleccionar a quienes integran su propuesta de planilla. Unos para contender de manera seria en la lucha por el poder dentro del gremio y otros para presionar y negociar espacios sindicales. Cualquiera de estos que sea el objetivo, lo cierto es que ha comenzado ya una efervescencia política en la vida sindical de la universidad.

Como parte de esa actividad preelectoral, las corrientes sindicales después de un gran aletargamiento, se reactivan en la búsqueda del capital político para dirigir el otro gran espacio de poder después de la Rectoría. Esto, no es malo, es un derecho que las trabajadoras y trabajadores académicos tenemos, lo grave es que siempre se priorizan las posiciones políticas como corriente, dejándose a un lado la problemática de los sindicalizados y la lucha por resolverlos independientemente de quien ocupe la Rectoría.

Hoy, algunos que habían formado parte de Comités Ejecutivos anteriores y quieren regresar y, no hay impedimento alguno, a menos que hayan cometido actos que atenten contra el Sindicato, sin embargo, creo que la conducción del STAUAG en los últimos quince años o más, a dado mucho que decir, y en ello colaboraron de alguna manera todas sus dirigencias. Por ello considero que las condiciones políticas existentes, después de atravesar todo el conflicto por el ex rector Gabino Olea Campos y su sindicato paralelo, requiere de un nuevo liderazgo.

El sindicalismo universitario guerrerense necesita de líderes y liderezas, de trabajadores (as) comprometidos con los intereses de sus integrantes. De gente  que recupere la credibilidad y la confianza del personal académico, que vea las demandas de los agremiados como sus propias demandas, y que su actuar sea el respeto de los Estatutos Sindicales y el Contrato Colectivo de Trabajo. Porque sólo ello garantizará la fuerza que necesitaremos para contrarrestar la embestida gubernamental que se avecina para reformar la Ley Federal del Trabajo y la pretendida aniquilación de los sindicatos y los Contratos Colectivos de Trabajo, y con ello, responder a la presión ejercida por organismos financieros internacionales, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

Una nueva dirigencia sindical, que tome en sus manos las demandas más sentidas por las y los trabajadores, como ha sido la antigüedad real y jubilación, el desvío de recursos financieros para el pago de un fuerte número de personal de confianza y unilaterales pertenecientes a todas las corrientes políticas universitarias y sindicales; y la basificación del personal interino con más de cinco años de antigüedad, así como la recategorización de los auxiliares académicos.

El caso de la antigüedad real y la jubilación es un gran peso que lleva la universidad en su conjunto. Porque en el caso de STAUAG, evita que otros u otras trabajadoras académicas ocupen esas cargas laborales y de esa manera resolver parte de las demandas de basificación de los interinos, así como la recategorización de otros.

El caso de las trabajadoras académicas sindicalizadas debe preocupar a la nueva dirigencia, porque el impacto ante la carencia de este derecho, ha significado un mayor desgaste físico y emocional debido al cansancio resultado de la doble o triple jornada que realizaremos, y ello lleva a no rendir en la actividad académica como antaño, provocando con ello alteraciones psicomáticas.

Es verdad, reconozco que el actual Comité Ejecutivo se ha movilizado junto con la administración pasada y a la actual para resolver esa gran problemática heredada por los rectores pasados, sin embargo, considero que debería fincarse responsabilidades ante quienes a pesar de descontarnos quincenalmente nuestra aportación al ISSSTE, ésta nunca se entregó y su uso aún permanece en la ignorancia.

El trabajo es grande y para ello se requiere no solo responsabilidades, también y en grandes cantidades, liderazgo para conducir este otro poder.

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