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Alejandro Díaz Garay

Acotando al Poder Ejecutivo

 A diferencia de la monarquía donde el poder recae en una sola persona, o de la aristocracia donde el poder lo ejercen unos cuantos, en una república el poder recae en el pueblo, quien para efectos de ejercerlo deposita en los poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial, la confianza de que estará bien representado y velando por los intereses de las mayorías.

Esto es lo que marca la teoría. En la práctica, cada uno de los países republicanos ejerce la democracia a su mejor entender. Intentar definir la democracia no es nuestro objetivo, pero sí decir que la democracia no sólo abarca lo político, sino que también tiene que ver con lo económico y lo social. Decir de paso que ningún país ha logrado edificar plenamente la democracia; no obstante,  podríamos medir la democracia por las oportunidades que se nos presentan a todos por igual; por ejemplo: de empleo, de educación, de vivienda, de ser candidato, de sufragar libremente, de vacacionar, de alimentarse, de recrearse, de acceso a la cultura. El día en que tengamos las mismas oportunidades de alcanzar los satisfactores de toda condición humana podremos hablar de que vivimos una democracia plena, o como dijera Krauze, una democracia a secas, “sin adjetivos”.

Premisa fundamental de la democracia es el equilibrio de poderes republicanos. Posterior a la Revolución Mexicana, los excesos del partido en el poder hicieron que por siete décadas viviéramos un desequilibrio de poderes, siendo el Poder Legislativo el que menor peso tenía en ese sistema político, al tiempo que era el Poder Ejecutivo el mandamás. Desde 1997 la Cámara de Diputados dejó de tener una mayoría relativa, es decir, 250 diputados más 1. Esto orilló al Poder Ejecutivo a tener que convencer en sus iniciativas y proyectos de ley, reformas y adiciones al cuerpo de leyes federales, incluyendo la Constitución.

En el 2000 se renuevan los poderes. Ahora el Poder Ejecutivo recae en el PAN y no en el PRI. A diferencia del presidente saliente (Zedillo) que llegó con expectativas muy bajas, el presidente entrante (Fox) llega con las más altas de las expectativas, pero lejos de realizar los cambios que demanda la ciudadanía se ha empecinado en realizar los cambios que su gabinete le indica. Aquella frase de que “el Ejecutivo propone y el Legislativo dispone” pronunciada por Fox el 1 de diciembre en la toma de protesta, ha resultado simple retórica.

Esta nueva legislatura (58) ha tenido la característica de hacerle contrapesos a las intenciones de querer aprobar proyectos que lesionan el nivel de vida del pueblo mexicano. Prueba de ello es la propuesta de reforma a la Ley Orgánica del Congreso de la Unión que la Comisión Especial para la Reforma del Estado dio a conocer recientemente:

Ahora el Ejecutivo deberá enviar el anteproyecto de iniciativa de Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos a más tardar el 1 de abril, antes era el 15 de noviembre la fecha límite.

El Ejecutivo mandará su paquete económico a más tardar el 15 de octubre y sólo el primer año de gobierno podrá hacerlo hasta el 5 de diciembre.

En caso de que para el 15 de diciembre no estuviese aprobada ni la Ley de Ingresos ni el Presupuesto de Egresos, continuarán vigentes los del año anterior en tanto se aprueba la nueva ley.

La fecha del informe de labores será el 15 de enero y el Ejecutivo deberá llegar al Palacio Legislativo desde la comparecencia del primero de los partidos políticos, respondiendo durante ese acto en una intervención global, los cuestionamientos de los que sea objeto.

Cuando un proyecto de ley haya sido discutido y aprobado por ambas cámaras, el Ejecutivo tendrá diez días naturales para su sanción; en su defecto, pasado el término el decreto o Ley de la que se trate será considerado promulgado y el presidente de la Cámara de Origen deberá ordenar su publicación.

Con estas modificaciones el Poder Legislativo estaría sentando las bases de una relación más republicana que de antaño. De ser aprobada esta propuesta, el margen de maniobra del poder Ejecutivo se reduce sin afectar sus funciones propias; sí las pretensiones que el presidente Fox y su gabinete han mostrado a favor de intereses ajenos al pueblo de México. Cada semana el presidente es noticia, pero su forma de pensar no es ya la forma de pensar de millones y millones de mujeres y hombres; está claro que su holgada situación económica, sus continuos viajes al extranjero y la escasa colaboración de su gabinete no le dan para que piense y actúe como piensa y actúa un simple mexicano, como un guerrerense.

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