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Xavier Carreto A.

Lo fácil y lo difícil de la educación pública en Guerrero

 Ahora que está por concluir el año escolar 2001-2002, me parece que es un buen momento para reflexionar en torno de los alcances y limitaciones que tiene el sistema educativo en el estado de Guerrero, para ello me propongo hacer un breve análisis sobre los principales actores del quehacer educativo, a partir de señalar lo fácil y lo difícil que encuentro en cada uno de ellos para hacer de la educación una práctica exitosa.

Lo fácil, empezando por las autoridades educativas, es que, en apego de sus facultades legales, el gobernador del estado nombre al secretario de Educación y el nombramiento sea a favor de uno de sus amigos, llámese Miguel Mayrén o Daniel Pano, aunque no reúnan el perfil profesional para tan relevante desempeño. El caso de la acusación de usurpación de profesión que hizo el diputado panista Angel Pasta de que el secretario Pano no tiene los estudios profesionales que ostenta es grave, de comprobarse la acusación Pano tiene que renunciar, como lo hizo Fausto Alzati, el secretario de Educación Pública nombrado por el ex presidente Ernesto Zedillo.

Lo difícil, es que el secretario de Educación en Guerrero designado tenga la capacidad, la preparación, la honestidad para que los niños y jóvenes guerrerenses tengan, al concurrir a la escuela, la educación y la formación suficiente que les asegure un futuro mejor, que el logrado por sus padres.

Lo fácil es que se sepa que el calendario escolar incorpora la obligación de concurrir 200 días hábiles a las instituciones educativas, en jornadas diarias, tratándose de las escuelas primarias, de cinco horas.

Lo difícil es que nunca se cumple con la asistencia de estos 200 días de labores y tampoco con la jornada cotidiana de cinco horas; los pretextos para no hacerlo son tantos que no nos cabrían en esta hoja, pero los principales tienen que ver con los profesores, empezando porque cada quince días para cobrar sus sueldos suspenden sus actividades, cuando bien se podría pagarles con tarjetas de débito. El día del maestro se ha convertido en la semana del maestro, festejo que no perdonan los profesores, a esto hay que sumarle que cada año en estas fechas los llamados maestros democráticos suspenden labores para luchar por la defensa de la educación pública, aunque no dicen de qué la defienden, tal vez habría que defenderla de ellos mismos; nada más en este año hubo 21 días de suspensión que tampoco reponen. Las incapacidades médicas, por otro lado, están a la orden del día. Los juegos del magisterio son otro buen motivo para no laborar, no obstante que haya docentes que no juegan ni a las canicas.

Las reuniones sindicales y con padres de familia también sirven como pretexto para no trabajar. La toma de las oficinas de la Subcoordinación Acapulco-Coyuca por parte de los maestros son el pan nuestro de cada día y cualquier motivo es bueno para hacerlo, no importando que se entorpezca la circulación vehicular en esa parte de la ciudad y con ello se afecte a quienes tienen la mala suerte de transitar por ahí. Lo lamentable de las suspensiones de clases es que los programas y planes de estudio nunca se concluyen, dejando serias deficiencias en los conocimientos de los alumnos que les impiden saber lo elemental de materias básicas como el español, sobre todo la comprensión de textos, las matemáticas, la geografía, la historia, etcétera; si no me quiere creer, platique con su hijo o con cualquier alumno de primaria, secundaria, preparatoria o profesional y se enterará que no tienen los conocimientos de acuerdo al nivel de estudios que cada uno ostenta.

Lo fácil es que los profesores alcancen posiciones en los mandos medios como jefes de sector, inspecciones o direcciones de escuela por medio del escalafón, cuando esto sucede regularmente tienen una edad avanzada, poca energía y disminuido el entusiasmo para desempeñarse bien.

Lo difícil es que los profesores entusiastas, capaces y responsables logren alcanzar las posiciones intermedias en el sistema educativo con base en sus méritos y su destacado desempeño. A ellos se oponen la burocracia sindical, los intereses particulares y partidistas.

Lo fácil es que los padres de familia inscriban a sus hijos y al iniciar el año escolar se apersonen en los planteles educativos y ofrezcan estar atentos para apoyar en la educación de sus hijos.

Lo difícil es que cumplan acudiendo de manera frecuente a enterarse de cómo va el aprovechamiento escolar de sus descendientes y atenderlos cotidianamente en la realización de sus tareas, en lugar de dejarlos expuestos muchas horas frente al televisor.

Lo fácil tratándose de los alumnos de las 39 preparatorias de la Universidad Autónoma de Guerrero, que son alrededor de 40 mil, es que se inscriban, soliciten becas, participen en la elección de directivos de la institución, organicen tardeadas, novatadas y otras formas de perder el tiempo.

Lo difícil es que asuman con seriedad la realización de sus estudios y no festejen como si fuera un acierto la suspensión frecuente de clases.

Hacer lo fácil es lo que tiene postrada a la educación pública de nuestra entidad, el reto, si queremos ser una mejor sociedad, es procurar hacer lo difícil; que, en este caso, es cumplir cada quien con las responsabilidades asignadas, es decir que los profesores cumplan con su trabajo; las autoridades tengan el tino de nombrar a las personas que reúnan el perfil profesional para el cargo, aunque no sean nuestros amigos; que los mandos medios realicen sus funciones de dirigir, vigilar y hacer cumplir las tareas que los docentes tienen asignadas; que los padres de familia asuman con responsabilidad el compromiso de educar y formar bien a sus hijos; que los alumnos, particularmente los que concurren a la UAG, dejen a un lado la flojera, la desidia y exijan a sus profesores el cumplimiento de sus obligaciones.

Recordemos todos que uno de los factores que determinan, en mayor medida, el crecimiento económico de un país o una región es la educación y la formación de las personas, o sea, que el capital humano es el elemento esencial para lograr una mayor productividad.

Es más a diferencia del físico, dice Guillermo de la Dehesa, el capital humano, a través del conocimiento, tiende a tener rendimientos crecientes, ya que puede conservarse, aumentarse y trasmitirse y puede ser utilizado simultáneamente por muchas personas sin que la utilización por unos excluya la de otros.

Asimismo, tengamos en cuenta, que los distintos niveles de educación determinan el nivel salarial y el ingreso de las personas, por ejemplo, alguien con estudios universitarios tiene mejor paga que quien solamente estudio primaria o secundaria y tiene mejores oportunidades de empleo que quienes no estudiaron.

En fin, si aspiramos a que la pobreza sea sólo un recuerdo en nuestra sociedad y no la terrible realidad que afecta a la mayoría de los guerrerenses, hagamos a un lado nuestra apatía e indiferencia y preocupémonos y ocupémonos por educarnos y formarnos mejor.

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