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-CRÓNICA- Le cuesta trabajo a López Obrador convencer de que no voten sólo por él

Hugo Pacheco León

 

Chilpancingo

 

Si Guerrero aportó su cuota de sangre en la lucha por la Independencia, en la Reforma y en la Revolución, en esta ocasión en pleno siglo XXI, el candidato presidencial de la coalición Movimiento Progresista, Andrés Manuel López Obrador, ayer convocó a los guerrerenses a la rebelión pacífica para rescatar al país e impedir el regreso del PRI al gobierno.

¡Sí!, respondieron al unísono más de diez mil asistentes, que llenaron la plaza Primer Congreso de Anáhuac y el jardín central de esta ciudad. Fue un ¡sí! rotundo y amplio, que no escuchó una semana antes en este mismo lugar y a la misma hora el candidato presidencial del PRI, Enrique Peña Nieto. Hay de masas a masas, de seguidores a seguidores.

Eran militantes de los tres partidos que postularon a Andrés Manuel López Obrador como su candidato a la Presidencia de la República. Los del PRD identificados por sus gorras, globos, pañuelos o playeras amarillas; también eran del Movimiento Ciudadano, con sus banderines naranja y sus playeras blancas con sus logos naranjas; y los del PT, de playeras rojas y banderas de papel rojas. Militantes que, pese a que en sus partidos se han extendido las prácticas del PRI, no se ve que estén allí contra su voluntad.

Esta primera gira electoral de López Obrador por Guerrero debía de servir para avalar la decisión de Los Cuatro Fantásticos, David Jiménez Rumbo del Grupo Guerrero (GG), Sebastián de la Rosa Peláez de Nueva Izquierda (NI), Evodio Velázquez de Nueva Mayoría de NI y Víctor Aguirre Alcaide de la Unidad de Izquierda Guerrerense (UIG), de repartirse las candidaturas y dejar fuera a diferentes cuadros perredistas que se sienten baluartes de la lucha histórica de la izquierda guerrerense. Y a propósito, ninguno de los cuatro apareció por el templete

“Deben apoyar las candidaturas al Senado”, pidió López Obrador a sus miles de simpatizantes. La respuesta fueron abucheos y chiflidos, y también una que otra mentada de madre contra el ex funcionario zeferinista y promotor de la nueva versión de la Ley Televisa, Armando Ríos Piter.

“Pero yo seré garante de que se porten bien y además se necesita la unidad”, dijo López Obrador al darse cuenta que sí existe inconformidad con las candidaturas.

No obstante lo que escuchaba, López Obrador insistió en pedir el apoyo para los candidatos a diputados y para los alcaldes, “seguramente se van a colar algunos”, dijo. Nuevamente se escucharon abucheos, que no fueron apagados por los aplausos.

Para calmar a los inconformes por la forma en que se repartieron las candidaturas, López Obrador les dijo que no se preocuparan, que dentro de un año él va a estar en el poder. “Yo voy  a estar, a los que se les pasen las uñas, les vamos a hacer manicure, pero con hacha”, y hubo risas.

Aquí López Obrador dejó en claro que ya no es hora de seguir la lucha para tratar de revertir las candidaturas a diputados federales, ni locales de diputados y alcaldes.

El llamado de su candidato presidencial fue de “unidad”. Entonces sus seguidores respondieron con “¡Obrador! ¡Obrador! ¡Obrador!” como si quisieran dejar claro que el apoyo es sobre todo hacia él, y no a los candidatos del PRD, muchos de ellos impresentables.

Frente al presídium los inconformes, encabezados por el aspirante a diputado local por el distrito 01 de Chilpancingo, el ex funcionario zeferinista Antonio Pérez, levantaban sus carteles y lonas con leyendas contra la imposición de candidaturas.

 

Llamado a la rebelión pacífica

 

López Obrador en su llamado a votar por su proyecto, echó mano de la historia, primero para recordar “Los Sentimientos de la Nación”, que los recitó para arengar a sus seguidores a apoyarlo en su lucha por “el cambio verdadero”.

Luego aludió el Plan de Ayutla que fue la base para impulsar la defensa del país ante el regreso del general Santa Anna que vendió la mitad del territorio mexicano a Estados Unidos.

Entonces López Obrador dijo: “Me quito el sombrero ante los guerrerenses”, al recordar cómo la sangre de los hombres del sur ha luchado para darle patria a los mexicanos en la Independencia, en la Reforma y en la Revolución.

Por ello López Obrador lanzó su llamado a los guerrerenses a la rebelión, “para rescatar al país por la vía pacífica” y “evitar el regreso del PRI a la Presidencia, como el general Santa Anna lo hizo para terminar de vender el país”.

Pero sabedor de que el PRD en Guerrero no tiene dirección ni orden ni institucionalidad, les pidió “organización” y “unidad”.

 

El catálogo del izquierdista

 

López Obrador también quiso contagiar a sus simpatizantes perredistas de sus principios.

Por eso una parte de su discurso López Obrador la utilizó para decirles a los perredistas que ser de izquierda “es ser honesto” (en el templete se miraron incómodos, unos; otros, sonrieron sarcásticos, cínicos) y “de buen corazón”.

Además de que deben promover “el amor al prójimo”. Imposible dar amor ante la rebatinga perredista por los cargos.

Y como ejemplo de cómo debe ser un hombre de izquierda, López Obrador saludó al emblemático luchador social don Pablo Sandoval Cruz, que dijo “parece ser un jovencito” por su tenacidad y duras críticas a la cúpula de su partido.

Muchos ni siquiera habían nacido cuando don Pablo Sandoval arreciaba su lucha contra el poder de los caciques del estado, pero ahora ostentan el poder del partido para repartirse el botín de las candidaturas al Senado, diputaciones y alcaldías.

Por eso ni lo pelaron las docenas de candidatos que acompañaron a López Obrador en el templete. Muchos de ellos, previa pelea para poder subir y estar al lado del candidato a presidente de la República.

 

El gran ausente, Ángel Aguirre

 

López Obrador llegó puntual a las 5 de la tarde a la plaza Primer Congreso de Anáhuac, que ya estaba repleta de simpatizantes. Llegó acompañado de sus coordinadores de Morena y dirigentes de los partidos de la coalición, Luis Walton Aburto y Mario Ramos del Carmen del Movimiento Ciudadano; Fredy García y Victoriano Wences Real del PT; y del PRD, Jesús Zambrano Grijalva; no se vio a Carlos Reyes Torres, dirigente estatal.

Pero el gran ausente fue el gobernador Angel Aguirre Rivero, quien ya se afilió al PRD y es militante. No acompañó al candidato a presidente de la República de su partido, ni fue requerido por López Obrador ni nadie lo aludió al gobernador que había declarado que asistiría a los actos de López Obrador si era invitado.

También perdido, relegado para evitar abucheos por su entreguismo a Televisa luego de promover reformas que le favorecen para evadir compromisos de transmisión de spots electorales, se mantuvo oculto entre la multitud y sólo al final, cuando López Obrador se fue, se movió, saludó y bailó (como ya su costumbre en todos sus actos), el candidato al Senado, Armando Ríos Piter.

Sí estuvieron los candidatos a diputados federales, diputados locales y a alcaldes.

De los funcionarios, estuvo sólo el secretario de Salud con licencia y sin goce de sueldo, Lázaro Mazón Alonso.

Y se sumó al PRD el síndico priista de Chilpancingo, Antonio Gaspar, quien hasta estuvo en el templete en primera fila.

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