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Jeremías Marquines

APUNTES DE UN VIEJO LEPERO

 * La kultura de Acapulco

Recapitulemos. Esta semana dejó el cargo de secretario de Desarrollo Social de Acapulco, el perredista-felixista Israel González Nava. Luego de una bochornosa actuación como funcionario municipal ahora busca competir para candidato a diputado local del PRD por el distrito rural 13.

González Nava no fue destituido por incapaz, como debió haber sido desde hace mucho tiempo, sino que tranquilamente pidió separarse del cargo público que mal administró en deterioro de las actividades y el presupuesto cultural del municipio, esto, sumado a una actitud de constante confrontación y revanchismo con quienes cuestionaron justamente su penosa actuación.

Israel González, de ser un don nadie, con una pésima formación académica y un insultante nivel cultural, como el que la mayoría de los funcionarios estatales y municipales ostentan, pasó a convertirse en secretario de Desarrollo Social de Acapulco por el apoyo que recibió de sus “líderes morales”: Félix Salgado Macedonio y René Lobato Ramírez.

Sin embargo, el único responsable de todo los abusos y desmanes que este ex funcionario hizo en la Sedeso porteña, es el alcalde Zeferino Torreblanca Galindo. Pese a todo cuestionamiento, este alcalde que no lee, ni tampoco nunca se interesó en ninguna actividad artística y cultural de los creadores del puerto, lo mantuvo en el cargo, primero, como parte del acuerdo que tuvo con Félix Salgado y segundo, fue por un muy particular desplante de autoritarismo que devino en terquedad.

Guardo por ahí una entrevista, donde al alcalde se le cuestiona sobre el pésimo trabajo y la desatención en el área cultural, y en lugar de reconocer errores, dice que no aceptará chantajes de la comunidad cultural. Todo el tiempo, este hombre que aún gobierna Acapulco, pensó que las denuncias de corrupción y mala administración contra Israel González eran sólo chantajes para pedir su destitución, pero más de una vez, aquí mismo, se le comprobó que eran ciertas. Por ejemplo: que se quedó con parte del dinero que estaba destinado a actividades culturales, que pidió a los cultureros que le solicitaron apoyo que le firmaran recibos en blanco, que la revista La Nao fue un atraco, que en los concursos de baile se quedaban con el dinero que había para pagar a los invitados, y así mucho más. Para corroborar todo esto, todavía conservo el original y la copia de lo que denunció su amigo, el profesor Orlando Romero –otro que aspira a diputado– en una carta dirigida al alcalde y que también aquí mismo exhibimos. Pero aún así, este hombre que gobierna dijo que eran chantajes.

Pero no es el caso recordarle al alcalde todo las irregularidades que le alcahueteó a González Nava. Lo que aquí es importante, ahora y se le está demandando, es que informe a los ciudadanos y con documentos confiables, en qué, cómo, cuánto y dónde se invirtió el presupuesto programado para las actividades de educación y cultura el año pasado (2 millones 767 mil 314 pesos), de cuyos programas, sólo el 10 por ciento se ejecutó.

Lo importante ahora, es que informe a detalle en qué se gastó este dinero que no sirvió para mejorar las actividades culturales del municipio porque las condiciones en que trabajan quienes intentan hacer arte y cultura en el puerto son un poco peores que antes. Pero no sólo esto, el alcalde o sus alcahuetes tienen que informar también por qué para este año no se destinó ni un sólo peso para acciones culturales ni tampoco se dio a conocer ningún programa de actividades. Y si el hombrecillo sigue pensando que esto es un chantaje, que no explique nada, de todos modos quienes pierden son los ciudadanos.

Pasemos a otro asunto, van dos veces que el candidato a ser sustituto de Zeferino por el PRD, Alberto López Rosas reitera que su propuesta para cultura es “la creación de un Consejo Municipal de Cultura donde participen los distintos actores de la cultura pues, ‘los directores de cultura terminan aislados porque los que tienen vinculación directa no comparten ni aceptan su línea de trabajo’”.

No sé de quién sacó esta idea López Rosas, que aparte de irreal, es retrógrada y obsoleta. Primero, porque el ayuntamiento, como todo órgano de Estado, no debe sustraerse a su obligación planificadora y rectora de una política de gobierno. Esto quiere decir, que el nuevo gobierno municipal debe sentar las bases para la instauración de la nueva política cultural del municipio y a partir de allí, abrirse a los ciudadanos para que con sus propuestas puedan enriquecer esta idea de gobierno. No olvidemos, como dice don Enrique González Pedrero, que en México, todavía, la democracia es dirigida.

La idea de que un consejo de cultura termine con el intenso enfrentamiento que existe entre los grupos culturales del municipio es más que ingenua, una verdadera tontería. Además es una irresponsabilidad que se traduce como desconocimiento del gobierno, el intentar dejar la responsabilidad de la política cultural en manos de un consejo “ciudadano”.

Un consejo de cultura donde estén representados todos los que están enfrentados impedirá primero, ponerse de acuerdo sobre quién dirige el tal Consejo y luego retrasará la toma de decisiones porque cada grupo –como siempre ha pasado– quiere imponer su forma de trabajo y obtener beneficios inmediatos para su organización.

¿Un Consejo? Qué no le dijeron a López Rosas que ya ha habido varios intentos de consejos de cultura y todos han fracasado por lo mismo: la falta de acuerdos. Además un consejo de cultura no garantiza que sus integrantes tengan el conocimiento suficiente como para planificar una política de cultural integral y ni siquiera la suficiente visión como para generar programas a largo plazo. Hasta la fecha, la mayoría de los “programas” que han presentado los grupos culturales del puerto son sólo actividades propias de cada uno de ellos, sin el suficiente conocimiento, ni la mínima visión como para integrar a otras áreas de la cultura y el arte en planeaciones a largo plazo que involucren, aparte del desarrollo artístico personal, la obtención de nuevos públicos y la generación de bienes y servicios culturales de calidad para todos.

Lo que debe hacer López Rosas antes que andar anunciando consejos culturales de dudosa procedencia, es escuchar a los que de verdad saben sobre la planificación, organización y ejecución de políticas culturales, los que pueden sugerir propuestas amplias, plurales y eficientes que vayan sentando a corto mediano y largo plazo el ámbito propicio para que en Acapulco la promoción, difusión y formación cultural y artística sea moderna y competitiva con el quehacer cultural del resto del país y deje de ser de una ingenuidad de tardío romanticismo decimonónico que avergüenza.

Y otra cosa, también es falsa la apreciación de López Rosas cuando dice que los directores de cultura “terminan aislados porque los que tienen vinculación directa no comparte ni aceptan su línea de trabajo”.

Primero, es falsa porque no han existido en este municipio directores de cultura. Han existido unos tipos a quienes irresponsablemente el alcalde les encarga esta actividad sin contar con el conocimiento adecuado para desempeñarse en esta área y sin tener programas ni proyectos reales y, segundo, cuentan con una absoluta pobreza cultural de ellos como personas que espanta.

Los que se han hecho cargo de este asunto en los ayuntamientos, son señores o señoras que no saben siquiera cual es la diferencia entre poema y poesía, entre cultura y arte, entre educación y cultura, ni entre cuando se deja de ser diletante para ser un profesional de la cultura. Así que directores de cultura no ha habido en Acapulco. Por lo tanto, los tipos que nombran como directores terminan aislados por su propia mediocridad, porque nadie en su sano juicio acepta las ideas de gente mediocre.

Un director de cultura –como ya los empieza a haber en municipios de otros estados– son gente culta, profesionales de la cultura con ideas y conceptos actualizados, no son promotores amateurs, ni señoras que quieren aparecer en los periódicos porque hacen tardeadas culturales los sábados y domingos. Una dirección exclusiva de cultura, como la debe de haber, no es ningún problema cuando está administrada por las personas adecuadas. Eso es lo que funciona, lo demás será repetir lo mismo que hizo Zeferino, evadir su responsabilidad y negarse a escuchar consejos y corregir errores. López Rosas aún está a tiempo.

La contra: Pasó con más pena que gloria el encuentro de aficionados a la literatura de los alebrijes. La mayoría de los que leyeron son malísimos, sólo los trabajos de Federico Vite, Teresa Larumbe y Sandy Rodríguez, la poeta de Chilpancingo que leyó textos de mucha intensidad, están dentro de lo que se puede llamar literatura. Lo demás es cualquier cosa.

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