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Ejecutan en el DF al general retirado Mario Arturo Acosta Chaparro

Agencia Reforma y Agencia Proceso

 

Ciudad de México

 

El general en retiro Mario Arturo Acosta Chaparro fue asesinado ayer de tres disparos en la cabeza, en la Colonia Anáhuac, al poniente del Distrito Federal.

Esta fue la segunda ocasión en que se atentó contra la vida del ex militar, ya que en mayo de 2010 fue lesionado cuando caminaba hacia su vehículo en calles de la Colonia Roma.

Su trayectoria militar estuvo marcada por acusaciones de protección al narcotraficante Amado Carrillo Fuentes “El Señor de los Cielos”, quien fuera líder del Cártel de Juárez, así como por la desaparición en Guerrero de 143 personas ligadas a grupos subversivos, durante la llamada “guerra sucia” en la década de los 70.

El procurador capitalino, Jesús Rodríguez Almeida, informó que la muerte del General en retiro Mario Arturo Acosta Chaparro fue una ejecución directa cometida por una persona que aparentemente lo siguió hasta un taller mecánico al que acudió.

El funcionario dijo que Acosta Chaparro, de 71 años de edad, acudió al taller mecánico Servicio Europeo, ubicado en el número 194 de la Calle Lago Trasimeno, en la Colonia Anáhuac, Delegación Miguel Hidalgo, donde días antes había dejado un automóvil para su reparación.

El ex militar, experto en el combate de grupos subversivos, llegó en una camioneta Ford, Explorer, placas 275-UBK, acompañado de su chofer a las 18:15 horas, y cuando se encontraba en la vía pública dialogando con dos de los encargados, un hombre que vestía pantalón de mezclilla y camiseta blanca, de estatura baja y aproximadamente 25 años de edad se acercó.

El sicario pasó junto a Acosta Chaparro, volteó a verlo y luego se regresó, sacó una pistola 9 milímetros y le disparó en tres ocasiones al militar en la cabeza; la víctima murió cuando era trasladado en una ambulancia al Hospital de la Cruz Roja, en Polanco.

Tras la agresión, el responsable corrió hacía la Calle Lago Como y abordó una motocicleta en la que lo esperaba un cómplice y huyeron.

“Estamos descartando el robo, fue una agresión directa”, señaló el procurador, “estamos analizando si hay videos del momento de los hechos, hay tres testigos que tendrán que declarar, peritos en química, criminalística, fotografía y balística acudieron en un laboratorio móvil al lugar de los hechos”.

Rodríguez Almeida expuso que aún no saben si el ex militar iba acompañado de algún escolta o iba armado.

Rodríguez Almeida dijo que el homicidio será investigado por la PGJDF y aún no tienen preciso un móvil del crimen, pero podrían solicitar la colaboración de las autoridades federales, por los vínculos que tenía Acosta Chaparro, quien estuvo preso acusado de tener vínculos con el narcotráfico.

 

Un policía al servicio del Estado

 

El general en retiro Mario Arturo Acosta Chaparro quedó con muchos pendientes con la justicia.

Fue acusado de la desaparición forzada de 143 personas en la guerra sucia en Guerrero durante los gobiernos de Luis Echeverría y José López Portillo (Proceso 1282 y 1356).

Además de tortura, se le acusó de haber participado en “los vuelos de la muerte”, que consistían en arrojar al mar desde aeronaves a campesinos acusados de formar parte de la guerrilla.

La Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp), disuelta a finales del sexenio de Vicente Fox y encabezada entonces por Ignacio Carrillo Prieto, abrió una averiguación previa contra el militar por su presunta responsabilidad en esas desapariciones, pero declinó a favor del fuero militar. Los tribunales castrenses absolvieron al acusado.

En el informe de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) sobre al menos 482 casos de desaparecidos durante la guerra sucia, la mayoría de Guerrero, aparecían 50 personas que colaboraron con Acosta Chaparro cuando era director de todas las corporaciones policiacas del estado.

El general todavía operó oficialmente en el sexenio de Carlos Salinas, cuando fue integrado a la efímera coordinación de Seguridad Nacional, al mando del ya fallecido Arsenio Farell Cubillas.

En el sexenio de Ernesto Zedillo se le vinculó con la matanza de 17 campesinos, el 28 de junio de 1995, en el vado de Aguas Blancas, Guerrero, donde décadas antes fue jefe policial del gobierno de Rubén Figueroa Figueroa, secuestrado por la guerrilla de Lucio Cabañas en 1974.

En 1990, el general brigadier plasmó sus conocimientos sobre la guerrilla en el estudio titulado Movimiento subversivo en México, de más de 300 páginas, con listas, gráficas y análisis sucintos de la guerrilla mexicana, que abarcaba algo más de tres décadas.

Como general brigadier, en 1995 entregó sus archivos al Estado Mayor de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), la que luego editó en un tomo de 300 páginas como Manual de ambientación sobre el levantamiento zapatista (Proceso 978).

La parte final, de 30 páginas, a manera de epílogo, la dedicó al EZLN y criticó la incapacidad de los servicios de inteligencia por no haber detectado las maniobras de entrenamiento de los zapatistas.

Desde 1984 su nombre comenzó a ser vinculado al narcotráfico, primero en documentos de la DEA y del FBI (Proceso 483), y después por el Departamento de Justicia estadunidense, cuando se le señaló como protector del presunto tráfico de estupefacientes y lavado de dinero destinado a las cuentas de Mario Ruiz Massieu en el Texas Comerce Bank.

La carrera de Acosta Chaparro como militar experto en antisubversión se interrumpió cuando fue encarcelado en el 2000, acusado de narcotráfico.

El 30 de agosto de ese año fue detenido junto con el general Francisco Quirós Hermosillo y enjuiciado por un Consejo de Guerra, bajo el cargo de tener vínculos con el narcotráfico.

Ambos habían participado en la Brigada Blanca antiguerrillera a principios de la década de los setenta. Antes habían estado en la Escuela de Paracaidistas y posteriormente en la Sección Segunda del Estado Mayor Presidencial.

Tiempo después, fueron comisionados en la Dirección Federal de Seguridad, la policía secreta encargada el espionaje, la represión y la tortura de las personas considerada subversivas.

En 1974, como miembros de un agrupamiento especial creado para resolver el secuestro del entonces senador Rubén Figueroa, fueron enviados al estado de Guerrero.

Para entonces, llevaban ya 10 años de trabajar de manera estrecha en Inteligencia Militar. Posteriormente Acosta Chaparro se quedó como jefe de la policía del gobernador Rubén Figueroa hijo, era, decían “la pistola de Figueroa Figueroa”.

Fue en el crepúsculo del gobierno de Ernesto Zedillo, y cuando el gran amigo de ambos, el general Enrique Cervantes Aguirre, era secretario de la Defensa, fueron acusados de tener vínculos con el cártel de Juárez.

La Procuraduría de Justicia Militar los detuvo resultado de una investigación iniciada en 1988 por la Procuraduría General de la República –averiguación previa PGR/056/96–, cuyo desglose fue turnado a la Procuraduría Militar en julio de 1999.

Tanto Quirós Hermosillo como Acosta Chaparro aparecían en la indagatoria SC/003/99/E de la Procuraduría de Justicia Militar como presuntos responsables de haber brindado protección al cártel de Juárez, entonces encabezado por Amado Carrillo Fuentes, El Señor de los Cielos.

Testimonios de militares y civiles a la Procuraduría General de Justicia Militar, integrados al expediente SC/034/2000/IV/IE-Bis, confirmaron la forma como en los años setenta los guerrilleros o sus simpatizantes, capturados por militares, eran tiroteados y arrojados al mar desde un avión, algunos de ellos todavía con vida.

Los cadáveres eran depositados en bolsas de lona, rellenas de piedras, y subidos a un avión tipo Arava, matrícula 2005, del entonces escuadrón 301.

El expediente les fue abierto por el delito de homicidio calificado de 143 personas por las campañas armadas en Guerrero, cuando Acosta Chaparro estaba adscrito a la Brigada de Fusileros Paracaidistas y, posteriormente, comisionado en la dirección de la policía estatal.

Era de conocimiento popular que en los pozos de Copacabana o debajo del desarrollo turístico de Punta Diamante, construido sobre lo que fue el fraccionamiento Copacabana, en Acapulco, había cadáveres de personas que nunca fueron identificadas y cuyas muertes fueron atribuidas a los colaboradores de Acosta Chaparro.

Para fundamentar las acusaciones contra los militares por hechos sucedidos durante la guerra sucia –concretamente en el periodo en el que Acosta Chaparro fue el encargado de las corporaciones policiacas en Guerrero, cuando era gobernador Rubén Figueroa Figueroa (1975-1981)–, la investigación castrense recurrió al menos a diez militares que declararon haber sido testigos de los asesinatos presuntamente cometidos por ellos.

Tras el juicio, ambos oficiales fueron sentenciados a 30 años de prisión y luego de una apelación obtuvieron una reducción de 15 años a su condena. Quirós Hermosillo murió en noviembre de 2006 sin que se terminara el proceso penal, por lo que técnicamente no quedó firme la acusación en su contra.

Acosta Chaparro purgó poco menos de la mitad de la sentencia. Seis años y 10 meses después de su reclusión, el 29 de junio de 2007, abandonó su celda del Campo Militar Número 1 gracias a un amparo definitivo que le concedió la justicia federal.

El 23 de abril de 2008, en el Campo Militar Número 1, donde pasó casi siete años en prisión, la Sedena organizó una ceremonia privada para enaltecer la labor de 23 oficiales y condecorarlos por su condición de retiro. De ellos, 13 fueron generales que sirvieron más de 45 años en el Ejército; en esa lista destacó Acosta Chaparro.

Luego de que fuera exonerado de los cargos de narcotráfico y crímenes de lesa humanidad, reapareció en el gobierno de Calderón con una encomienda: pactar con integrantes del cártel de La Familia michoacana la entrega de los “responsables” del atentado con granadas de Morelia en 2008, así como construir puentes entre el gobierno y varias organizaciones delictivas, “incluidos líderes de Los Zetas y del cártel de Sinaloa”.

Gracias a su amistad con Galván le tocó ser emisario federal –en su condición de asesor del gobierno calderonista en materia de inteligencia– para negociar con los líderes de las mayores organizaciones del narcotráfico en el país, incluido Joaquín El Chapo Guzmán.

Entre 2008 y 2009, el militar experto en operaciones encubiertas se reunió con los jefes de La Familia Michoacana, Los Zetas, la organización de los Beltrán Leyva, el cártel de Juárez y el cártel de Sinaloa.

Esos movimientos fueron detectados por los servicios de inteligencia de Estados Unidos en México. Incluso, las autoridades de ese país tienen un video de la reunión del emisario del gobierno de Calderón en Matamoros, Tamaulipas, con el jefe de Los Zetas, Heriberto Lazcano Lazcano, El Lazca.

Después de su encuentro con La Familia, la segunda encomienda del general en retiro fue poco después, a principios de octubre del mismo 2008. Debía buscar a Los Zetas, cuando el grupo fundado por desertores de elite del Ejército aún era el brazo armado del cártel del Golfo. Antes de hablar con el jefe de Los Zetas, El Lazca, el general Galván le dijo a Acosta Chaparro: “Me ordenaron que no me mueva porque tú ya estás operando”.

“Se reunió en Matamoros no sólo con El Lazca, sino también con Miguel Ángel Treviño Morales, El Z 40. Para el día de la reunión, los jefes de la organización delictiva le pidieron al general una tregua del gobierno federal.

“El siguiente encuentro de Acosta Chaparro fue con Vicente Carrillo, jefe del cártel del Juárez, y líderes de La Línea, el grupo armado de esa organización delictiva, a la que El Chapo Guzmán le disputa el control de Ciudad Juárez.

A raíz de que en 2010 sufrió un atentado cuando comenzaba a investigar el secuestro del panista Diego Fernández de Cevallos, desapareció de la escena pública.

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