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Humberto Musacchio

Salarios míseros y estancamiento

Miguel Ángel Mancera, jefe del gobierno capitalino, y Alfonso Navarrete Prida, secretario del Trabajo del gobierno federal, coinciden en que es necesario revisar la política salarial, pues los bajos ingresos son causa y efecto de la desigualdad e inciden en el estancamiento económico, en lo que también coincide Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal.
En las últimas tres décadas, el salario mínimo ha perdido 66 por ciento de su poder adquisitivo, al extremo de que hoy, los 67 pesos diarios que reciben los trabajadores con ese ingreso equivalen, dice el sindicato del gobierno capitalino, a 24.07 pesos de hace 30  años y “lo que deberían percibir”, según el SUTGDF, son 243 pesos por jornada.
Por su parte, Navarrete Prida, en una conferencia que ofreció en la sede de la Organización Internacional del Trabajo (9/VI/2014), habló de revertir la caída de los salarios que ha significado la pérdida de 75 por ciento de su poder de compra, lo que es causa del “malestar” que se manifiesta entre los trabajadores mexicanos.
En fin, que ya se abrió el debate sobre la inconveniencia de mantener los salarios mínimos en los términos actuales y, para analizar el asunto y recoger las experiencias de otros países, se efectuará un seminario internacional en la capital mexicana, “ciudad de corte progresista con un gobierno progresista”, de acuerdo con la definición de la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina.
A la organización del citado seminario, convocado por el gobierno de la ciudad de México y la CEPAL, podría sumarse, según Alicia Bárcena, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, lo que resulta más que discutible, pues es bien sabido que la OCDE, aunque la preside un individuo nacido en México, es un apéndice de los intereses de las grandes potencias, especialmente de Estados Unidos, a quien sirve cumplidamente, y de lo que se trata es de liberar la economía mexicana de los organismos financieros internacionales, que son precisamente los que en los años ochenta impusieron a México las medidas que le han impedido crecer.
Es más que evidente la urgencia de modificar en forma drástica la política de ingresos del sector laboral. En México, el salario mínimo de hoy, declaró Alicia Bárcena, sólo alcanza para cubrir 66 por ciento de las necesidades del trabajador y su familia, en tanto que el ingreso obrero de Costa Rica es 3.18 veces superior y en Brasil se duplicó el mínimo entre 2002 y 2011.
Lo exiguo de los mínimos presiona a la baja al resto de los salarios, como lo prueba el hecho de que en los últimos siete años, según el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado, el número de trabajadores que percibían de tres a cinco salarios mínimos disminuyó en un millón 144 mil, en tanto que creció en más de 600 mil la cifra de los que reciben un salario mínimo o menos.
Un problema adicional es el uso del salario mínimo como unidad de medida en lo referente a multas, incrementos en el precio de los servicios y en el pago de derechos, lo que a juicio del SUTGDF y de Navarrete Prida se ha convertido en una camisa de fuerza para el desarrollo económico.
Para volver a tasas de crecimiento por arriba del crecimiento poblacional es indispensable y urgente elevar la capacidad adquisitiva de los salarios. Son contraproducentes las alzas efectistas por exageradas. Por eso mismo, habrá que proceder con responsabilidad, en forma gradual pero firme, muy firme. Lamentablemente, es dudoso que exista voluntad política.

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