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Gestiona el empresario Pulido devolver el Kootenay a Acapulco, dice Alberto Fares

  * La notificación escrita llegó hace tres meses a la Asociación de Buzos de Guerrero * Es más barato comprar otro barco que remolcar el Kootenay al puerto, pues sólo por el atraco en Manzanillo se deben más de 600 mil pesos * Después de un año, no se sabe cuánto costaron los barcos, pues hay siete facturas * Los gobiernos municipal y estatal no han recuperado los 3 millones de pesos que aportaron

Raquel Santiago Maganda * A un año del hundimiento por contingencia del barco Restigouche, el ex integrante de la Asociación Promotora Marítima (Apromar) Alberto Fares del Río informó que el empresario Humberto Pulido del Villar, quien fue el representante legal del desaparecido grupo, quiere devolver a Acapulco el barco canadiense Kootenay –gemelo de aquél– anclado en Manzanillo. Pero, a pesar de ello, dijo, es preferible “comprar otro barco”, debido a los gastos que implica el remolque y el pago del atraque a ese puerto del estado de Colima. Entrevistado por este diario, Alberto Fares reconoció que “es triste haber pertenecido a Apromar porque no cumplimos con el proyecto”. El proyecto del Restigouche, que pretendió crear un arrecife artificial marino como atractivo turístico, tuvo la aportación de 3 millones de pesos de los gobiernos estatal y municipal. Dinero, en el caso del ayuntamiento, tomado del Ramo 33. Dinero que en ningún caso ha sido recuperado. Con esos recursos, la Apromar adquirió el paquete KootenayRestigouche, pero sólo el segundo fue dejado en el puerto, pues el mismo día de su llegada el otro barco se dirigió a Manzanillo. Finalmente, tras permanecer siete meses amarrado al muelle, el Restigouche fue hundido por contingencia –ante la proximidad de la temporada de huracanes–, en una maniobra a cargo del capitán de Puerto, Antonio Pizá Vela, con la aprobación de la titular de la Sefotur, Guadalupe Gómez Maganda, además del director de Protección Civil estatal, Gustavo Piña Lagunes; el delegado de la Profepa, Inocente León Pineda, y el delegado de la Semarnat, Octavio Klimek, quienes decidieron que el vertimiento fuera en mar abierto, donde el navío es inútil como pecio. Alberto Fares dijo que el fracaso del proyecto se debió a la falta de transparencia y lamentó que hasta la fecha se desconozca la cifra exacta del costo de los barcos, porque existen siete facturas diferentes. El buzo, a pesar de la controversia, agradeció a las autoridades estatales y municipales la aportación de los 3 millones de pesos para adquirir el barco, porque “actuaron de buena fe”, y reiteró que fueron los socios de Apromar quienes “no supimos rendir bien las cuentas, ni exigir a las otras personas (Carlos Estrabeau, Daniel Sánchez Scott y Josafat Cortés) que dieran cuentas claras, porque siempre se cerraron a informar”. Comentó que “ellos se sentían autónomos, cuando el recurso lo entregaron las autoridades”. Sin embargo, especificó que “no me gusta relamer las heridas”, y por ello consideró que si antes no se informó de las cuentas, ahora menos lo harán. Agregó que “a esa derrota debemos sacarle un buen provecho, porque sería volver a entrar a una polémica que resultó inútil, porque hizo parecer al barco como un enemigo de todos”. El buzo aseguró que el navío se hundió limpio, porque previamente fue limpiado de residuos que podrían contaminar el mar. Además, argumentó que el navío canadiense no podía entrar al país con radiaciones porque entonces hubiera comenzado una controversia internacional entre Estados Unidos y México. Por eso, “la babosada de que estaba contaminado armó la polémica”. El barco estuvo siete meses atracado, por lo que hubo tiempo suficiente para poner en orden la documentación necesaria para su hundimiento. Consideró que “lo menos importante es si se robaron el dinero, (pues) lo que interesaba es que aterrizara bien el proyecto”, ya que es más importante educar a los niños.

  Después de 19 meses, la posibilidad de que regrese el Kootenay

  A pesar de toda la controversia generada por el Restigouche, Alberto Fares mencionó la posibilidad de que el barco Kootenay sea devuelto al puerto. De hecho, “ya nos lo regresaron”, dijo. La notificación escrita llegó hace tres meses firmada por Humberto Pulido a la Asociación de Buzos de Guerrero. Dijo que los representantes de Apromar “se sentían dueños del barco Restigouche”, e incluso Josafat Cortés cedió los derechos a Humberto Pulido; entonces, “los dos barcos eran de él”. Sin embargo, para el experimentado buzo, “cuesta más caro el caldo que las albóndigas”, porque es más barato comprar otro barco, que arrastrar el Kootenay al puerto, pues sólo por el atraco en Manzanillo se deben más de 600 mil pesos. Fares del Río aseguró que el navío gemelo no ha sido desmantelado y conserva cuatro plantas eléctricas que tienen un costo de 70 mil dólares. Calculó que si se venden se generarían ingresos para pagar el servicio de traslado marino e incluso saldar el adeudo de pisaje por estar atracado en aquel puerto de Colima.

Incrédulo de la buena disposición a más de un año de la controversia, atribuyó la devolución del navío a que Pulido del Villar “salió mal con sus socios” y por eso “me imagino que nos quiere pasar la bronca, pero nosotros preferimos comprar otro barco”, y como “no somos tontos” aún no ha aceptado por escrito recibir el Kootenay. Reiteró que un barco hundido en el puerto es vital para el buceo, pues impulsaría ese deporte acuático. Reveló que está previsto continuar con el proyecto, pero en esta ocasión “trabajar con armonía”. Incluso dejó entrever que el proyecto de la reparación de la Reina de los Mares es un acto de reinvindicación personal por el fracaso del arrecife artificial en la asociación de la que inicialmente formó parte. Por ello, comparó el remozamiento de la efigie religiosa que mantiene a más de 100 familias –al ser un atractivo turístico– con el Restigouche. Aseguró que en el proyecto respaldado por la Iglesia, el manejo de los recursos económicos “ha sido transparente” porque “quien quiera ver lo que se ha gastado es accesible”. Así, aseguró, la sociedad les ha vuelto a dar confianza, porque “cuando uno trabaja bien los apoyos vienen”. Pero el retomar el proyecto de la creación del arrecife artificial definitivamente se pospondrá porque en los actuales tiempos electorales seguramente “el proyecto se va a politizar, porque los partidos políticos por diversas razones quieren sacar provecho”. Por eso, dijo, “ahorita ni queremos mencionar lo del Kootenay”.

  Testimonios de buzos profesionales

  Alberto Fares ha bajado en cuatro ocasiones a ver el barco. Aseguró que a pesar de la profundidad “está lleno de vida” porque se le han adherido corales, madreperlas y estrellas de mar, y sirve de refugio a los peces. Dijo que el Restigouche es visitado sólo por buzos certificados y profesionales. Integrante  de esa élite de buzos profesionales que ha explorado el buque es el suizo Beni Hess, de Scuba Divers Asociación (SDA), quien se ha sumergido más de 15 ocasiones. Además fue el primero que, cuando en la madrugada del 11 de junio se hundió el barco, colocó señas de su ubicación exacta. El buzo profesional dijo que el navío quedó a una profundidad de 65 metros, y explicó que después de los 40 metros no se puede utilizar equipo normal.

Después de esa profundidad y para bajar a 60 metros se requiere de oxígeno puro. En total el proceso consume hora y media, para explorar 25 minutos el buque hundido, porque el resto son paradas para cambiar de tanque. Beni Hess comentó que, al hundirse,  el barco se fracturó a la mitad, pero cayó sobre su quilla. Sin embargo, debido a la ausencia de luz y el poco oxígeno, que no permiten la fotosíntesis, la vida es escasa y sólo existen algunas especies de cangrejos y peces enormes, como pargos, de más de un metro y medio de largo. No pueden crecer plantas y no se desarrolla mucha vida, por lo que no es un arrecife artificial, señaló. Expuso que en sus recorridos se percató de que el barco tiene aproximadamente metro y medio de hundimiento en el fango. Dijo desconocer si el hundimiento del buque continuará con los años o se detendrá si existe suelo sólido bajo el lodo. También mencionó que los residuos de aceite que quedaron en las tuberías hidráulicas del barco continúan siendo liberados. Calculó que más de 28 litros se han fugado de los tubos corroídos. Mencionó que semanas después del hundimiento se podían observar en la superficie manchas de aceite. Dijo que hasta la fecha ha sido muy reducido el grupo de buzos que han visitado el lugar, y que donde está el Restigouche “no sirve” como atractivo turístico porque no se desarrolla vida marina y no es visitado por buzos no profesionales.

  Una caja de herramientas y  partes del buque, lo único que podrá ser observado por el público

  En tanto, el director del Museo Naval, Marcelo Adano, informó que tiene un proyecto para abrir una exposición del hundimiento del barco, como parte de la sala de Naufragios. Allí se expondrá una caja de herramientas donada por los buzos de SDA, y además hay la posibilidad de incluir una serie fotográfica y la historia del navío, comentó. En el lugar, partes del Restigouche compartirán espacios también con algunos restos como el del Río de la Plata y otros barcos hundidos de otras partes del país.

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