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Familias enteras esquivan la muerte desde hace tres años en las Humedades

Los habitantes de seis comunidades de la ruta de Las Humedades, en la sierra de Petatlán, viven desde hace tres años esquivando la muerte, por un conflicto con el grupo que encabeza el ex presidente municipal Rogaciano Alba Alvarez, que actúa apoyado por policías judiciales federales y efectivos del Ejército. No pueden salir de su territorio desde marzo de 1999, cuando en Rancho Nuevo mataron a siete policías judiciales federales y madrinas que, afirman, llegaron a atacar el pueblo por órdenes de Alba, y los mismos, una semana antes, habían asesinado a uno de los habitantes de la localidad, Otoniel García Torres.

Ciudadanos de Rancho Nuevo, La Espinuda, El Jilguero, Las Palancas, El Nogal, y Las Humedades enviaron una queja a la Comisión Nacional de Derechos Humanos, en abril de 2001, con la petición de que el gobierno de Vicente Fox investigara la violencia en esta área, de la que fueron víctimas 17 personas entre febrero de 1999 y marzo de 2000, muertas en emboscadas, ejecuciones, enfrentamientos y reacciones de defensa. Según los testimonios, aquí se mezclan el poder de un grupo vinculado al narcotráfico y con influencias políticas que trata de tener el control absoluto de esta área de la sierra; conflictos por la destrucción de los recursos forestales; el uso de efectivos del Ejército, de la Policía Judicial Federal y de otras corporaciones para proteger a civiles; venganzas entre familias y la autodefensa de los campesinos que habitan al menos seis comunidades que se sienten acosados y que en cualquier momento van a encontrar la muerte.

En esta historia de violencia aparece a la cabeza el actual presidente de la Asociación Ganadera Regional de Guerrero y ex presidente municipal de Petatlán, cercano al ex gobernador Rubén Figueroa Alcocer, Rogaciano Alba Alvarez. Con Alba y sus pistoleros aparecen presuntos narcotraficantes, los García de Ojo de Agua y los Acosta de Las Gordureras, que según versión de sus oponentes formaron desde el año 2000 un grupo paramilitar, civiles armados que se uniforman como soldados y se hacen acompañar de efectivos militares, y han llegado a cometer crímenes como la ejecución de un joven de 19 años, Valentín Yáñez Torres, a quien torturaron, quemaron vivo y le dieron el tiro de gracia en Las Humedades, el 23 de marzo de ese año.

Del lado contrario, aparecen a la cabeza la familia Torres y con ella las familias Cortés, Yáñez, García, Sandoval, Ramos Peralta y Sagrero. De ellos, los que habitaban en Rancho Nuevo son acusados de la muerte de siete agentes de la Policía Judicial Federal y policías municipales de Zihuatanejo que los acompañaban como madrinas el 5 de marzo de 1999, cuando subieron a la sierra pagados por Rogaciano Alba para atacar por sorpresa el poblado. La primera víctima de esta historia de violencia fue de la familia Torres: Otoniel García Torres. Siguieron los asesinatos de Pablo Sandoval Torres y Jesús Torres Sagrero el 24 de septiembre de 1999; Fortino Cortés Torres, el 25 de diciembre del mismo año; Anastacio Cortés Torres, el 21 de enero de 2000; días después, un acompañante de la familia de Julián Ramos; Salvador Cortés, el 18 de febrero de 2000 y Valentín Yáñez Torres, el 23 de marzo.

Del lado de Rogaciano Alba van nueve muertos: siete judiciales y madrinas, un hermano de Rogaciano Alba y un hermano de Mariano Abarca. En Las Humedades, en abril de 2001, las familias afectadas escribieron un informe de la violencia en esta ruta de la sierra, con la intención de darla a conocer, y que llegue a las autoridades federales y hasta al presidente Vicente Fox, y pidieron el apoyo de los organismos oficiales y no gubernamentales de defensa de los derechos humanos para que se investiguen los crímenes y llegue la justicia y la paz a esta parte de la sierra de Petatlán.

En la denuncia, expone el señor Luis Torres Landín y lo respaldan sus vecinos, que “el principio de este problema fue que el señor Otoniel García Torres le reclamaba al comisariado ejidal de Río Frío de los Fresnos, que es el señor Eleuterio Acosta, porque se estaba sacando mucha madera ilegal, de árboles que no estaban marcados con el sello que indica que está permitido su corte”. “Ese fue el disgusto –afirman–, entonces Eleuterio Acosta se asoció con los señores Rogaciano Alba Alvarez y Sirenio Contreras por apodo El Barillo, y como son narcos y tienen a su mando las leyes, por eso contrataron a la Judicial Federal con destacamento en Zihuatanejo”. Un año después de haber enviado esta denuncia, las comunidades de esa ruta de la sierra viven la misma situación. “No podemos salir de aquí, no nos podemos mover porque tenemos miedo que nos vayan a matar”, dijo Isabel Torres, uno de los vecinos de Rancho Nuevo acusados de la muerte de los judiciales federales.

El señor Daniel Millán, de Las Humedades, uno de los que lucharon por la dotación de estos ejidos y reconocido como hombre de respeto en la zona, afirma que el origen de todo el conflicto es la defensa de los bosques. En El Tremendo todavía están los bosques con los árboles quemados por un incendio intencional que hicieron los Acosta, el 23 de marzo de 2000, según Daniel Millán, con el propósito de obligar a los ecologistas a acudir a apagar el fuego, y ahí atacarlos. También está aún en medio del bosque, cubierta de vegetación, una sierra eléctrica que los talamontes, aliados de Rogaciano Alba, usaban para el corte clandestino.

En diciembre de 2001 recibieron una nueva amenaza de los Acosta: que van a venir y van a quemar casas, que van a matar a todos, chicos y grandes, que van a acabar hasta con los perros. (Maribel Gutiérrez)

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