Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Jeremías Marquines

APUNTES DE UN VIEJO LEPERO

 * Ver instructivo anexo

 La estupidez considerada como género literario tiene, como la gelatina rosa, incontables y destacados seguidores. Muchos son los personajes importantes que siguen paso a paso tan lucrativo oficio, pero la verdad, son pocos los que pese al esfuerzo no logran alcanzar notas brillantes como las que obtienen los integrantes de ese grupo de carnes agudas, pero aplicado, llamado de los políticos y los comunicadores.

Los cultivadores de este género, llamado también de la pendejez innata, son reconocidos desde tiempos inmemoriales porque sus bocas expulsan siempre torpes y confusos ejercicios mentales que a la postre sirven de sabios pilares para que el populacho se divierta. Alguna vez le oí a uno de estos artistas, recomendarle a uno de sus alumnos que se quejaba porque el consabido populacho le trataba muy mal por su gran talento para prodigar la pendejez: amigo, dejad que la gentuza aprenda sola a equivocarse.

Así las cosas, sin embargo, nada es fácil para los que practican este arriesgado ejercicio. No piénsese que ellos, los artistas de la idiotez, son unos improvisados o que viven en un jardín entre las nubes, por lo contrario, sus instrumentos deben estar finamente regulados, sus cuadrantes equilibrados, sus expresiones suaves y bañadas por esa luz extravagante que da el deletreo certificado de la poesía, sus ojos diáfanos y su lengua siempre dispuesta a echar a perder cualquier cosa.

Pues bien, como todos en este mundo, también los pendejos tienen derecho a utilizar manuales, aunque no parezca. Sí, ya lo sabemos, la paternidad de ese otro importante género llamado Del instructivo corresponde al viejo sabio con cara de cabra Hugo Hiriart, quien fue primero en reconocer el valor literario del instructivo en su ya célebre ensayo titulado: Servidumbre y grandeza del instructivo.

Es aquí donde tuerce el buey el rabo de la mula y a cojear empieza el terco y degradado animal, pero no obstante, seguimos en la línea disertiva. Dícese pues, del instructivo o manual: que sirve a los pendejos para aligerar su carga en el mundo y arruinar la paz a otros. Su forma de presentación es por lo regular muy obscura, cargada de retoricismos que ahora llamamos demagogia y que hacen muy complicado y arduo lo sencillo. Su principio se funda en la idea de: el que ya es pendejo, que ni lo intente. El manual es forma que nos induce casi siempre al error.

El mundo de los manuales o instructivos es basto como la necesidad del cómo y estrecho como el tragaveintes del por qué. Sin embargo, para lo que nos atañe en este momento, sólo le dedicaremos algunas palabras a la necesidad que existe de contar con más instructivos y manuales que sirvan a los políticos y al electorado en tiempos de campaña: los unos para hacerse pendejos y los otros, también, pero en actitud defensiva.

Nos acabamos de dar cuenta pues, que el manual tiene esa doble función, la primera para hacernos pendejos y la segunda para defender la pendejez. Estudiemos la primera función:

Caso ejemplar, el candidato del PRI a la alcaldía de Acapulco, un manual que le debe ser de gran utilidad es el llamado: Hágase pendejo antes de saber cómo se enciende una computadora. Así como el instructivo: Para hacer pendejo y pendejear al contrario inventándole confrontaciones, o el muy útil: En caso de pendejez extrema rómpase el vidrio.

El instructivo se diferencia del manual en que éste debe conservar –como dice el maestro Hiriart–, su sentido práctico. En cambio, el manual es una serie de pasos mecánicos que muchas veces limitan la creatividad para cagarla a gusto. El manual impone prudencia para que la estupidez tenga un resultado desgarrador y efectista.

Pero así como hay candidatos que requieren instructivos y manuales hay otros que por lo avanzado de sus conocimientos en la materia prescinden de ellos, tal es el caso del candidato sin partido Alberto Mojica, quien por lo aventajado, bien podría patentar su instructivo titulado Como atemorizar hormigueros con mi trenecito verde.

En el género de los manuales e instructivos nada está escrito. El mismo alcalde Zeferino Torreblanca sumó brillantes páginas al instructivo de su autoría: Cómo chantajear para no aceptar chantajes. Pero no sólo eso, también escribió al alimón con el gobernador René Juárez, el muy cotizado manual 69 formas para ignorar la cultura.

Y ya que andamos por los terrenos de la cultura, es bueno recordar que el gobernador futbolero, gran experto en este género que venimos tratando, sigue sin liberar los recursos que comprometió con doña Sari Bermúdez para las actividades culturales del estado. Ya van cinco meses de este año y las convocatorias para jóvenes creadores siguen sin aparecer y también los creadores siguen haciéndose pendejitos y no reclaman nada.

Los mismo sucede con el alcalde de Acapulco, quien a cinco meses de este su último año de gobierno, no tiene ni siquiera intenciones de decir cuáles son los proyectos culturales de su administración para este año y a cuánto ascienden los recursos económicos destinados para la actividad cultural en el puerto. Pero así como ha incumplido lo referente a la actividad cultural, también incumplió su palabra de hacer renunciar el día 30 de mayo a los funcionarios que buscan cargos de elección popular.

Ahí vemos que siguen el secretario de Desarrollo Social, Israel González Nava y el subsecretario Refugio Chamú y el profesor Orlando Romero, quienes aspiran a la candidatura en los distritos 13, 26 y 16, y que por supuesto utilizan la infraestructura de la institución para hacer campaña, pero sobre todo, están reincidentemente señalados por haber hecho una pésima labor como funcionarios, y ahora sin recato, y con la anuencia del perredismo buscan una diputación para afinar sus trapacerías en el Congreso local. Viva pues, el nuevo PRD más democrático.

Luego de este comercial, volvamos a los manuales. Seguimos con el candidato Alberto López Rosas, quien de manera urgente necesita que le confeccionen un instructivo que podría llamarse Para refrenar los bajos instintos frente a las imprudencias de un gobernador goleado, o también algo más práctico: Los pasos para aminorar el protagonismo; o Las 27 formas para sacudirse dos rémoras universitarias.

Como ya vimos en estos ejemplos, el instructivo tiene un carácter paternal, cálido y obvio como el interior de una sandía. El instructivo no reclama del pendejo grandes esfuerzos, se amolda, se adhiere, se le arrejunta; pero no debe confundirse: el instructivo y los manuales no son consejos ni tampoco un tratado de moral vejado por turbios apetitos poéticos. Son ayudantías, eso sí, pero ilustres, que aligeran, como ya dijimos, la carga de pendejez de nuestros hermanos y hermanas del mundo.

Sin los instructivos y manuales para pendejos, ¡ah, qué infame se hubiera vuelto esta lectura! Así que si al finalizar este artículo, es usted de la idea de que lo escrito aquí es pura pendejez, se equivoca. Para conocer la grandeza oculta de lo aquí escrito, puede consultar gratis un instructivo anexo solicitándolo a la siguientes dirección: lepero66 yahoo.com.

La contra: Faltábame mencionar que también para el rector Nelson Valle debe existir un instructivo que exponga paso a paso las formas para olvidarse de sus compromisos de campaña y vejar a los trabajadores de la UAG, así como el famoso manual Cómo inaugurar baños y bardas y ser feliz en el intento. Adiosín.

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