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Alfredo Arcos Castro

Futuro incierto

 En México se cuenta con una población de 18 millones de jóvenes, una buena parte de ellos, unos 15 millones, hoy en día no encuentran espacios en el régimen educativo ni tampoco en la vida económica en el país ¿dónde están? ¿qué hacen? ¿a qué se dedican? Algunos investigadores sociales afirman que el número va aumentar durante los próximos 25 años la pregunta obligada es: ¿tiene el gobierno la capacidad para seguirle a los jóvenes un futuro prometedor?

El analista político Manuel Camacho Solís al respecto nos dice lo siguiente: los jóvenes de nuestros días ya no quieren cambiar al mundo. Desdeñan la participación política y sólo aspiran a sobrevivir individualmente. A diferencia de los años 60 hasta los 80 cuando la ilusión de un cambio global provocó movimientos estudiantiles y el auge de organizaciones políticas que coadyuvaron a abrir la democracia. Las razones de esta apatía son los cambios económicos y culturales mundiales que han hecho a la sociedad cada vez más individualista, así como el efecto de la crisis económica que ha dejado a la juventud sin opciones.

Un dato muy importante que influye en la abulia por la política, es que en las aulas se desprecia la enseñanza cívica y política a los jóvenes contemporáneos, lo cual a la larga representa un grave peligro para el avance y desarrollo de la democracia en nuestro país. Hay una gran despolitización de los jóvenes, no hay mucho interés en la política, los partidos y el gobierno, incluso por su entorno y su propio futuro. La gente en las sociedades permisivas lo que busca es escapar de la realidad que le es muy adversa y muy poco interesante. Se ha perdido la ilusión del cambio y con ello la perspectiva del futuro.

Este desinterés de la política de parte de los jóvenes acarrea grandes riesgos a la democracia. Un país donde los ciudadanos no participan en los asuntos públicos, puede generar una democracia falsa, una democracia temporal, una democracia de campañas donde el dinero es el eje central. Con esta apatía de los jóvenes hacia la democracia no puede haber beneficios democráticos, no se va a dar una opción pública responsable, ni una defensa radical de los derechos de los ciudadanos.

En México, la juventud está desilusionada respecto a la participación política, está desencantada por el año y medio de un gobierno que llegó con la alternancia y no ha cumplido con sus promesas de campaña. Ni el gobierno, ni los funcionarios, ni los partidos políticos, se han puesto de acuerdo para responder a las demandas de la ciudadanía, ni tampoco han generado cambios para los jóvenes: en la educación, empleo, seguridad y bienestar. Para el gobierno y los partidos políticos los jóvenes son carne de cañón, sólo representan votos y nada más, su futuro no les interesa.

El último movimiento estudiantil encabezado por el CEU en la UNAM evidenció que hay mucha rabia y coraje y poca política. Jóvenes que todo mundo crítica, condena y excluye. Pero nadie hace el esfuerzo para entenderlos, nadie se preocupa por saber por qué actúan de esa manera y por qué de su situación. Jóvenes que todavía tienen el valor de combatir y que es menos malo con relación a aquellos que se han dado por vencidos.

Para los jóvenes, la opción política tiene dos caminos: el oportunismo, el cinismo y por otro lado, la opción de los partidos que dicen que hacen, pero no hacen nada, pero sobre todo, los jóvenes ven que lo que están haciendo es todo lo contrario. Entonces dónde está el cambio, dónde están las ideas y las acciones para hacer de este país un paraíso democrático. Es imprescindible enseñarles a los jóvenes lo que es la democracia, lo que significa la política, lo importante de participar en los procesos electorales y asuntos públicos del país, no hacerlo es fomentar el cinismo absoluto y con esto no se avanza.

Para concluir, quisiera responder la pregunta inicial que planteamos en este artículo: estamos plenamente seguros que el gobierno y los partidos políticos no tienen un proyecto que les garantice a los jóvenes un futuro mejor. Su destino es incierto.

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