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Jaime Castrejón Diez

Consideraciones bioéticas

Mucho se ha comentado últimamente sobre la investigación en el desarrollo embrionario, ya sea para clonación o para generar células que pueden utilizarse en forma terapéutica para corregir ciertas enfermedades degenerativas que destruyen células de órganos. Esta es la parte de la bioética, que es importante empezar a analizar porque en los próximos años vamos a ver avances científicos así como un conflicto entre la ciencia y la ética vista en forma tradicional.

Cuando en Estados Unidos se prohibió financiar la investigación con células embrionarias, hubo una repercusión importante en el mundo científico. En Europa algunos países lo permiten y otros lo prohíben directamente. Esto presentaba una seria controversia dentro del Parlamento Europeo porque algunos países deseaban continuar la investigación sin llegar a la clonación; otros en cambio abogaban porque la ciencia no tuviera limitaciones.

El Parlamento Europeo tomó finalmente una decisión que aprobó el Sexto Programa Marco de Investigación que estuvo detenido por un tiempo y amenazaba con no realizarse. Finalmente se llegó a una decisión y se aprobó un presupuesto global de 17 mil 500 millones de euros para cuatro años.

Este tema de lo embrionario ha sido muchas veces discutido. En los años cuarentas hubo un importante interés en la investigación para determinar exactamente el número de cromosomas que forman la célula humana. En esos momentos se buscaba la forma de establecer una relación entre ciertas enfermedades congénitas y la estructura cromosómica. En muchas partes del mundo, con la prohibición del aborto por motivos morales o religiosos, era imposible realizar. Los países escandinavos se convirtieron en el centro de investigación porque ahí estaban las primeras clínicas de aborto. Un investigador chino, el doctor Tsia, hizo un estudio que logró a través de un tratamiento de las células embrionarias que en el momento de la división celular, pudiera detenerse la regeneración del núcleo con una sustancia llamada colchicina y que permitía ver individualmente a los cromosomas. En este experimento el doctor Tsia determinó no solamente el número de cromosomas sino su forma y empezó toda una nueva disciplina que es el análisis de cromosomas.

Los tiempos han cambiado, la aportación de Tsia abrió la puerta para el cultivo de tejidos y este a su vez ha ido evolucionando al grado que ahora se empieza a hablar del cultivo de células embrionarias para varios fines: uno para entender la bioquímica y la biología celular del proceso embrionario, y otras también con fines terapéuticos.

Entre los países que más se oponían Alemania, Irlanda, Austria e Italia, acabaron por aceptar el financiar éstas investigaciones  definiendo tres actividades concretas a los que se debía negar el financiamiento del programa científico de la Unión Europea. El primero fue la investigación destinada a la clonación humana con fines productivos. El segundo la modificación del patrimonio genético de seres humanos que pudieran basarse en modificaciones hereditarias y tercero la investigación destinada a crear  embriones humanos, únicamente con fines de investigación o para aprovisionameinto de células madre, por transferencia de núcleos de células somáticas, la llamada clonación terapéutica.

Hay que recordar que no es la primera vez; primero en la Edad Media Andrés Vesalius tenía que robarse los cadáveres para hacer las primeras disecciones y empezar el estudio de la anatomía. Luego una época  en que los antiviviseccionistas trataban de evitar que se utilizaran animales con fines experimentales, a pesar de ellos se diseñaron técnicas que dan servicio a la humanidad.

Quienes se preocupan por la bioética están haciendo una distinción muy clara; existen dos formas de ver la bioética: una  por reglas, es decir establecer reglas precisas que limiten la actividad científica de los investigadores y otra que es más popular entre los científicos, una bioética basada en las consecuencias, es decir, darle a los resultados de un proceso experimental mayor peso que a las reglas que después de todo son abstractas y son creadas por el hombre.

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