Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Moisés Alcaraz Jiménez*

PRI: ¿Más hacia la derecha?

El neoliberalismo en América Latina entró a sangre y fuego cuando a principios de la década de los setenta la principal empresa de telecomunicaciones de Estados Unidos encabezó el golpe de Estado a Salvador Allende en Chile. Derrocado el gobierno legal y legítimamente constituido en aquel país vino una contrarrevolución monetarista en todo el continente que alcanzó a México en 1982, cuando se puso fin al último gobierno que conservó parte de los principios progresistas de la revolución mexicana de 1910.
A partir de entonces inició en México la etapa de gobiernos neoliberales que aún no termina, que se consolidó con Carlos Salinas de Gortari –uno de los gobiernos más corruptos que hemos padecido– y que llegó a su fase de descomposición con Vicente Fox y el actual gobierno, cuando la administración pública federal se ha convertido en una verdadera fábrica de pobreza extrema y en uno de los regímenes con mayor desigualdad en el mundo.
Tenemos ejemplos de ello: vive en México el hombre más rico del planeta: Carlos Slim, y tenemos a una de las comunidades más pobre del mundo: Cochoapa el Grande. Tenemos también el enclave Bosques de las Lomas en el Distrito Federal, donde se vive como en Londres, y tenemos a nuestro Metlatónoc, aquí también en Guerrero, donde miles de familias sobreviven peor que en la más paupérrima aldea centroafricana.
Durante esa fase de derechización en Latinoamérica todos los partidos gobernantes dejaron el poder ante la inconformidad creciente de sus sociedades que día con día veían con azoro cómo su nivel de vida se deterioraba cada vez más.
El PRI fue el último partido en dejar el poder en este continente, hasta el año 2000, una vez que el neoliberalismo que el tricolor había asumido como modelo económico nacional ya había causado severos estragos en la población. Lo grave es que la oligarquía y demás poderes fácticos impidieron que llegara al poder la opción de izquierda, que en otros países ya se había experimentado con éxito, y las élites económicas favorecieron la profundización del modelo neoliberal con la llegada del PAN al gobierno, partido histórico de la derecha mexicana; es decir, después de 18 años de neoliberalismo priísta hemos padecido otros 12 años con la misma receta, con el agravante de la deficiencia administrativa y más incapacidad para gobernar.
El PRI perdió el poder cuando abandonó sus principios de justicia social emanados de la Revolución mexicana y asumió la filosofía neoliberal de la derecha. El PRI nunca había sido un partido de derecha. Hasta 1976 cabían en él, por diversos motivos, tendencias políticas diferentes, inclusive las más encontradas. El tricolor por muchos años formó parte de la Internacional Socialista integrada por partidos de tendencia socialdemócrata del mundo, entonces muy opuestos al capitalismo salvaje neoliberal.
Me extendí en lo anterior porque leo en La Jornada de hoy (enero13, 2012) las declaraciones de Manuel Bartlett en el sentido de que el PRI se ha derechizado y que con él “no iría ni a la esquina”. La verdad es que el PRI se derechizó desde hace 30 años. Pero tiene razón Bartlett y lo ha demostrado, ha sido un político contrario al modelo neoliberal: durante seis años luchó desde el Senado, más que cualquier perredista, contra la privatización de Pemex y de la energía eléctrica. Si el Estado mexicano aún conserva estos sectores estratégicos de la economía mucho se debe a Manuel Bartlett, al igual que mucho se le debe que la educación no se haya terminado de privatizar por completo. Lea usted las crónicas periodistas de ese tiempo y me dará la razón.
Siendo priísta luchó también arduamente contra la llamada Ley Televisa, respaldada por el PRI y por el PAN. Bartlett ha estado en contra de la derechización del PRI, aunque siempre ha luchado desde el interior de su propio partido, donde tal vez dure ya muy poco tiempo. Ojalá el PRD lo lleve al Congreso, ahora bajo los colores de ese partido o de algún otro de la llamada centro-izquierda.
Bartlett ha sido a lo largo de su carrera política un verdadero hombre de Estado, como también lo es Porfirio Muñoz Ledo. Son de la misma estatura política, hombres virtuosos que en cualquier país de mundo brillarían como verdaderos estadistas. La opción de gobierno que ellos representan, junto con otros ilustres mexicanos, es la única que puede salvar a México. La derecha azul o tricolor acabará por hundir a este país.

[email protected]

* El autor es director de Gobernación estatal.

468 ad