Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Moisés Alcaraz Jiménez

Guerrero: entre la paz y la violencia

En tanto no se aclare el atentado sufrido por Marcial Rodríguez Saldaña, el hecho será con justa razón atribuido a la actividad partidista que realiza actualmente el ex rector de la UAG en el puerto de Acapulco.

Este lamentable acontecimiento, que para muchos tiene claros tintes políticos, afecta el Estado de derecho que con grandes esfuerzos se construye en Guerrero y nos hace retroceder en el difícil camino a la civilidad política y la vida institucional que paso a paso se ha venido consolidando gracias al empuje social y a la madurez de una población que busca vivir en paz, exige respeto a sus derechos ciudadanos y demanda garantías para el pleno ejercicio de las libertades públicas que la Constitución consagra.

Todo acto de barbarie política, pone en duda la vigencia de la legalidad y concede la razón a los grupos violentos que toman estos crímenes como una muestra de la cancelación de la vía institucional para la solución de los graves problemas que aquejan a la población guerrerense.

Las agresiones o la intimidación a ciudadanos que dentro de los marcos jurídicos establecidos participan en los procesos electorales, alteran nuestra incipiente democracia, obstaculizan el desarrollo político y representan una amenaza a  la paz social y a la estabilidad gubernamental.

En momentos en que nos hemos adentrado en el cambio político y la transición democrática, y cuando la población ha dejado de ser aquella masa amorfa, aquel populacho agobiado por la ignorancia, para convertirse en una moderna sociedad civil, se equivoca toda aquella persona, partido u organización política  que recurra a métodos gangsteriles para conservar o recuperar el poder.

Bajo las nuevas condiciones políticas y sociales que se viven en el país, bajo las nuevas reglas del juego político y las renovadas instituciones del México actual, la democracia es la única forma de acceder al voto popular y a la confianza ciudadana.

En Guerrero se vive bajo la amenaza permanente de la ingobernabilidad. Estamos en una pradera llena de hierba seca que puede arder en cualquier momento. No sin grandes dificultades nos apartamos una y otra vez del borde del estallido social.

Esta entidad ha sido siempre como un péndulo que se mueve entre la paz y la violencia. La balanza se ha inclinado en los últimos años más a la tranquilidad que a las turbulencias y agitaciones políticas. No se debe permitir que la irresponsabilidad de unos cuantos nos conduzca nuevamente al Guerrero bronco.

Los ataques como el que sufrió Marcial Rodríguez Saldaña, además de estar dirigidos a una persona en particular, representan mensajes intimidatorios emitidos a colectividades que luchan por causas comunes, como ahora que inicia un proceso electoral que se vislumbra altamente competido.

Sin embrago, está plenamente comprobado que hechos como estos se revierten a quienes los ordenan porque la sociedad está ahora más atenta al acontecer político y condena y rechaza en las urnas todo acto que se aparte de la legalidad.

El secretario de Gobierno, Marcelino Miranda Añorve, que mediante el entendimiento y los acuerdos sociales ha civilizado el área política del gobierno de René Juárez Cisneros, ha deslindado a la autoridad estatal de este hecho, lo cual es creíble. Corresponde al órgano encargado de procurar justicia investigar el caso y entregar a la población resultados convincentes, mientras tanto crecerá el sentir popular de que estamos ante un atentado que tiene orígenes políticos.

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