Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Tomás Tenorio Galindo

OTRO PAÍS

* Ríos Piter: la estafa al descubierto

La anulación de las reformas a la Ley Federal de Radio y Televisión el 19 de abril fue una decisión insólita de la Cámara de Diputados, que rectificó así el monumental error que significó aprobarlas siete días antes en circunstancias irregulares. Como recordamos aquí la semana pasada a partir de la alerta que activó en San Lázaro el diputado Jaime Cárdenas, las reformas tenían el fin oculto de facilitar a Televisa y Tv Azteca eludir la transmisión de los spots a que la ley electoral obliga a todos los medios electrónicos, obligación que ambas televisoras han combatido con evidente ardor y sin escatimar en recursos de toda clase.
Pero es posible que el autor de las fallidas reformas, el diputado perredista Armando Ríos Piter, disfrute de todos modos el botín producto de sus servicios a las televisoras, conocida la generosidad de Televisa y Tv Azteca con aquellos que se hincan ante sus intereses mercantiles. Es probable que allí se encuentre la explicación al hecho de que el también candidato a senador del PRD lleve a sus actos de campaña –como lo han visto en Tierra Caliente– un equipo profesional de televisión y asistentes al por mayor, que filman cada paso que da, cada bailecito y cada payasada.
Sin embargo, la rectificación acordada por todos los partidos en la Cámara de Diputados –excepto el PVEM– no desvanece ni mitiga la responsabilidad de Ríos Piter en el intento de estafa que significó la presentación y gestión de reformas que buscaban dar satisfacción a las televisoras incluso violando la Constitución, como quedó establecido en la determinación de anularlas. La supresión dio lugar a un sainete interno en la fracción del PRD, que por enésima ocasión evidenció el poco respeto que Ríos Piter tiene por la honestidad y la verdad. Así lo relató el diario Reforma: “Al tiempo de que Acosta (Naranjo) anunciaba la devolución del dictamen a la comisión de RTC, entre los perredistas se desató una discusión en la que, de forma airada, Armando Ríos Piter señaló que no lo iban a responsabilizar de la aprobación de la reforma, cuando todos debieron revisar el proyecto. Con gritos e insultos, retó a golpes al coordinador de asesores de la bancada, Ricardo Álvarez, y también culpó al vicecoordinador José Luis Jaime Correa por no hacer su tarea de revisar los dictámenes”. (Reforma, 20 de abril de 2012).
Es decir, en un tono infantil Ríos Piter se negó a hacerse cargo de sus acciones al preparar y presentar una iniciativa tramposa, y culpó a otros de no darse cuenta de lo que pretendía hacer. Tan notoriamente fue una celada la iniciativa de Ríos Piter, que al día siguiente la coordinadora de la fracción del PRD, Mary Telma Guajardo, deslindó a los diputados perredistas del golpe que intentó dar el diputado guerrerense al incluir en el proyecto lo que llamó “artículos envenenados”.
Como dijimos la semana pasada, la falta de escrúpulos llevó a Ríos Piter a ponerse al servicio de Televisa en alianza con el PVEM, que se ha caracterizado por defender abiertamente los intereses de Televisa y Tv Azteca en el Congreso. Las reformas de Ríos Piter pretendían ofrecer a las televisoras un medio legal para incumplir lo que la Constitución y la Ley Electoral disponen en materia de difusión de spots. La reforma fue anulada y Ríos Piter quedó exhibido en toda su ambición y pequeñez. Pero se equivocarán quienes crean que este vergonzoso episodio es un hecho aislado en la trayectoria de Ríos Piter. No, es apenas uno más de los que llenan su carrera política. Así es Ríos Piter. Con el respaldo de Marcelo Ebrard consiguió ser candidato a senador pese a esa trayectoria de incongruencias, y la pregunta hoy es si lo mantendrán como candidato después de ofrecer este monumental espectáculo de deshonestidad.

Acosta Chaparro

El asesinato del general Mario Arturo Acosta Chaparro no parece tener ningún vínculo con su pasado en la guerra sucia, sino con sus actuales nexos y las posibles tareas, turbias tareas, que el gobierno de Felipe Calderón le encargó en la guerra contra el narcotráfico. Si algún grupo guerrillero hubiera concebido su muerte en venganza, Acosta Chaparro probablemente no habría vivido tantos años después de aquellos hechos. Sin embargo, su muerte no significa la imposibilidad de descubrir la verdad de los hechos criminales en los que participó. Escapó a la justicia, no a la verdad, que para el caso podría representar la mitad de la justicia.

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