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Jeremías Marquines

APUNTES DE UN VIEJO LEPERO

 * ¿Izquierda política y sincera?

 En una carta que el maestro Fernando Savater escribe para un amigo imaginario, de esos que siempre aparecen cuando queremos culpar de nuestras digresiones a otros, explica los requisitos que deben cumplir los políticos de izquierda si quieren volver a ganar la confianza de las personas, y estos son dos: “quiero que mi izquierda sea política y sincera”.

El texto de Savater al que hago mención, es del libro A decir verdad, editado por la Universidad Veracruzana. Y explica: “Que sea política: rechácense pues con vigorosa desconfianza las propuestas barnizadas de ética o de utopía. Porque actualmente, reclamarse públicamente de la ética viene a ser solicitar el reconocimiento de una integridad personal y una insobornable buena intención, allí precisamente donde lo que cuenta son los resultados; y, francamente, yo no quiero que los políticos me aseguren que son buenos, sino que demuestren que son buenos políticos”.

“La reivindicación del reino de los fines se convierte por impotencia o hipocresía en cómplice de la instrumentalización total. De la utopía, para qué hablar: es patente de corso de la ineficacia, la inanidad y hasta del proyecto totalitario. Lo peor en ambos casos, expone el filósofo de la Ética para Amador y la Apología del sofista, es la tendencia a desdeñar y pervertir los valores propios de la racionalidad política. Por los visto –dice–, si se dejan de lado los principios morales y las ensoñaciones utópicas ya no hay razón política válida para preferir una sociedad justa a un consorcio de explotadores, ni hay argumentos políticos contra el militarismo, ni contra la tortura, ni contra las prosopopeyas patrióticas, ni contra la tenebrosidad terrorista”. Por eso dice, “quiero una izquierda política y políticamente razonada, gestionada y dirigida”.

Y que sea sincera: es decir, “que reconozco sus preferencias relativas y sus rechazos absolutos. No es lo mismo comprender por qué se produce cierto fenómeno que justificarlo o hasta entusiasmarse ante él”.

Y explica: “aspiro a una izquierda cuya sinceridad la lleve a denunciar la falta de libertades fundamentales en el mundo árabe, al menos con tanta energía como condena la intervención norteamericana en Libia”.

Bajando lo anterior al ámbito local, se requiere de políticos de izquierda que no justifiquen con argumentos estúpidos y chismes personales sus errores, que así como se denuncia la corrupción y los abusos de los gobiernos priístas también se denuncie y se opongan a la corrupción que existe en los gobiernos opositores y “democráticos”.

Que así como se exhiben los errores de los políticos del PAN o del PRI, también se exhiban los errores y los abusos que cometen a diario los políticos del PRD. Se necesita, pues de una izquierda y de políticos de izquierda que no cierren los ojos ante sus propios errores, ni que pretendan –por ineficacia y cinismo–, culpar de todos sus males al gobierno o a compañeros suyos que piensan diferente y disienten.

Pero una izquierda así es la que no existe todavía en Guerrero donde las diferencias políticas se pagan con la exclusión o se cobran con la sumisión o el exterminio del contrario. No hay pues una izquierda civilizada. Los ejemplos son claros. Si nos referimos al ámbito de la Universidad Autónoma de Guerrero, vemos que Nelson Valle y sus compañeros de “lucha” –algunos de ellos “políticos de izquierda”–, buscan la eliminación y la sumisión de sus opositores. Presionan, exigen, amenazan con el fin de que se le reconozca la legitimidad a un personaje que todavía insiste en la ilegalidad y la suciedad al justificar las irregularidades en la elección de directores de unidades académicas.

Y por otro lado, en el PRD, donde las diferencias de opinión con –los llamados por la vulgaridad partidista– “líderes morales”, se paga con la exclusión o el rechazo. Es en este partido, como en la UAG, donde la maquinaria del descrédito a través del chisme, la intriga y la inquina pueden más que la razón política, la legalidad y los principios democráticos.

Así pues, es la izquierda guerrerense y sus diletantes, y no el gobierno, quien más ha logrado desacreditar las acciones reivindicatorias de legalidad y justicia en el estado, pues el interés de la colectividad concluye donde terminan los intereses personales y de grupo de los dirigentes. Han sido estos “militantes” de izquierda, como los que están la UAG y luego saltan al PRD cada que hay elecciones, los que han liquidado la confianza de la gente en un partido que ha perdido credibilidad porque sus dirigentes no justifican con sus acciones los principios básicos que les dieron origen.

Hoy, ninguno de los que dirigen ese partido o los que militan en los principales cuadros, puede exigir el reconocimiento de una integridad personal y una insobornable buena conducta pública y privada, porque al hacer un recuento de sus acciones, los resultados les son adversos; y, francamente, no han demostrado ser buenos políticos ni mucho menos buenas personas.

Los ciudadanos hemos presenciado cómo sin rubor, gentes de ese partido que se han visto inmersa en escándalos de todo tipo (desde crímenes pasionales hasta actos de corrupción), y que han sido señalados por la sociedad de inmorales, buscan obtener el voto ciudadano que les permita un espacio en la más alta tribuna del pueblo, pese a que han incumplido deberes que les fueron encomendados.

Es el caso del secretario de Desarrollo Social, Israel González Nava, quien pese a incumplir como funcionario las acciones que debería ejecutar en beneficio del desarrollo artístico y cultural del puerto, cuyo presupuesto no fue ejecutado en su totalidad como lo probamos aquí hace unos meses, y pese a tener abierta la averiguación previa TAB/BH/791/2001, ahora busca ser candidato del PRD por el distrito 13. Pero no sólo eso, también habría que indagar de dónde salen los recursos económicos, materiales y humanos para promover su precampaña de pintas que tiene por los poblados de ese distrito.

Pero no sólo este funcionario que durante dos años fue protegido por el alcalde Zeferino Torreblanca y los líderes del M-27, ha incumplido en los asuntos de la cultura y el arte, también, ninguno de los diputados locales del PRD se interesó en cuando menos promover la integración de una comisión de cultura como existe en todos los congresos estatales del país. Es más, ninguno de los diputados del PRD que ahora salen, tuvo siquiera la mínima curiosidad para preguntar por qué el gobernador se ha negado a liberar los recursos económicos para poner en marcha los programas culturales con el Conaculta, que, si no lo saben, beneficiaría a muchos creadores guerrerenses que tienen que emigrar a otros estados en busca de mejor preparación, y muchos ya no vuelven.

Quizá a los legisladores y “líderes morales” de este perredé que se dice de izquierda, les parezca poca cosa interesarse por los asuntos de la cultura y el arte, como también les parezca poca cosa la falta de sinceridad entre lo que dicen y lo que hacen, pero es en los tiempos electorales donde el resultado de estas desatenciones se hace más evidente y sus costos se sienten en las urnas. Quizá también piensen que no es muy importante este sector porque ahí no hay mucho para lucrar electoralmente, pero se olvidan que en este sector el voto no es cuantitativo sino cualitativo.

En fin, todo esto es para decirles que este servidor de los leperolectores no votará por ningún diputado del PRD, ni del PRI, ni del PAN, ni de ningún otro partido. Voy a ejercer mi derecho ciudadano y democrático al no voto. Mi derecho al no voto es más que un derecho, una obligación ciudadana centrada en la idea de no dar el poder popular que el voto representa a individuos ignorantes, improvisados y ambiciosos que a mi parecer no representan los intereses que a mí me preocupan. Hacerlo de otra forma, sería una irresponsabilidad. Es más, estos candidatos no cumplen los requisitos del tipo de políticos de izquierda descritos por el maestro Savater y no creo que puedan convencerme, a menos que cambien, y eso, como dice el Jeremías, tá cañón. Fin.

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