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Una rosa en lugar del logo para la gente bien

Aurelio Peláez * La reunión anunciada como “con la sociedad civil” fue finalmente llamada, con más propiedad, el “Encuentro de las familias con Ernesto Rodríguez Escalona”. Al PRI aún le queda rating con un buen de familias bien, esas que este viernes por la noche aplaudieron al candidato del PRI a la Presidencia Municipal cuando aludió el “cero tolerancia” a las invasiones del predio, el bloqueo de calles y el ambulantaje. En esta cena el PRI perdió su dejo de popular. La manta que sirvió de fondo a la tarima en donde el candidato subió a dirigir su discurso no tenía el logo del PRI por ningún lado. Sólo el “con” Ernesto y los colores del tricolor en las letras. Entre los asistentes, quienes pudieron pagar sin problemas el plato a 250 pesos por persona. A ningún “líder” ni dirigente se vio por ahí. Priísta de amor a la camiseta sólo andaba por ahí el diputado local Oscar Rangel Miravete, el ex dirigente del PRI municipal, Antonio Arredondo Aburto, y el ex precandidato a la alcaldía, Juan Caballero. Las demás, familias porteñas de tercera generación que para nada se pondrían la camiseta del Revolucionario Institucional, ni para ir al jogging.

En la entrada al salón del hotel Costa Club Ernesto Rodríguez recibía personalmente a los asistentes a la cena. Ochocientos en la cuenta de Peña Soberanis, que a 250 daba algo así como 160 mil pesos para financiar la campaña del priísta. Y es que, se justificaba, “ahora las campañas son muy largas”, y además, fiscalizadas. Remember el Pemexgate. Luego se veía en el miembro de la familia propietaria del Disco Beach y del restaurante Paradise, las tablas en eso de atender a la gente. En la entrada, apoyado a veces por diligentes auxiliares, como el presidente de la Fundación Colosio, Carlos de la Peña Pintos –por cierto familiar de su esposa, Marcela Pintos–, Jorge Peña, del comité de financiamiento, o César Bajos, el coordinador de Enlace Ciudadano de la campaña, el candidato priísta ofrecía una rosa a las mujeres asistentes al evento.

En la cena estuvieron los padres del abanderado –vistas las cosas, es un decir– priísta, Jesús Chuy Rodríguez y Silvia Escalona. Su esposa Marcela, sus hijos Daniela y Ernesto, y sus cuatro hermanos. Llegaron los notarios Manlio Fabio Pano y Robespierrer Robles. Por supuesto, los empresarios integrantes del comité de financiamiento, Emilio Villarreal, Guillermo Téllez, Fernando Alvarez, José Luis Guzmán y Maricela Terrazas. Allí se dejó ver el ex dirigente de la Canacintra, Oscar Meza Celis, quien hasta hace unas semanas participaba en la campaña del candidato por Convergencia por la Democracia, Luis Walton Aburto. En el amplio salón, un cuarteto entretuvo a los comensales por cerca de dos horas, en espera del plato fuerte, el discurso de Rodríguez Escalona. Un discurso desmarque con el PRI o por lo menos de la parte que de ese partido se mira mal en estas familias: invasiones de predios, promoción y protección al ambulantaje, transportistas que toman la ciudad y bloquean calles.

Aquí si entra Antonio Valdés, medio auditorio o más se vacía y sale huyendo, no sin antes checar que aún lleva la cartera. Eso, con todo y que Valdés diga qua ya no es del PRI. Un PRI sin embargo que ahí está, al otro lado de la calle, a la salida del hotel y que finalmente le va a hacer sus propias cuentas al candidato, porque vista como está la crisis, hasta para moverse esa maquinaria del partido requiere algo de gas, un combustible que se va a comprar precisamente con lo recaudado en cenas como esa, a donde los Toños Valdés no tienen acceso.

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