Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Van a clases en una bodega niños del kínder Luz y Alegría; están en peligro y la SEG no los atiende

Rosendo Betancourt Radilla

Chilpancingo

Niños y profesores del jardín de niños Luz y Alegría tomaron clases en la bodega de la Octuch, en donde no hay condiciones para desarrollar sus actividades, pero lo tuvieron que hacer ante el riesgo de que el edificio de su escuela se derrumbe.
Los estudiantes y la planta docente comenzaron a tomar clases en una calle aledaña al edificio de su escuela, debido a que con el temblor del 20 de marzo –que tuvo una intensidad de 6.7 grados en la escala de Richter–, las grietas que de por si ya tenía se hicieron más profundas.
Incluso existe un estudio de Protección Civil estatal que establece que el inmueble es inhabitable, pues se corre el riesgo de que se desplome. Ese estudio se realizó en el 2010.
En las clases a la intemperie que dio la planta docente a manera de protesta apoyados por los padres, el 18 de abril sacaron lonas para cubrirse del sol y sacaron las sillas y mesas para impartir las clases.
Ese día la directora Silvia Olmos Calvo informó que ya contaban con un local para trasladarse todos con su material de trabajo, pero la Secretaría de Educación Guerrero (SEG) todavía no daba el visto bueno, por lo que no podía hacer más que esperar a tener una respuesta.
Luego de tres días de clases a la intemperie los maestros decidieron suspender labores, pues no hubo atención de las autoridades educativas, además no tenían condiciones para laborar, ya que los niños se distraían con el sonido de los automóviles y con la gente que pasaba por el lugar.
Ayer ya se observó a los niños tomar clases bajo techo, pero las circunstancias no eran favorables para el proceso de enseñanza-aprendizaje.
El inmueble al que asistieron es una bodega que la organización transportistas Octuch renta como salón de fiestas y se utiliza para hacer las asambleas de transportistas. Caben alrededor de mil 200 personas.
Al momento de la visita del reportero, el centenar de alumnos veía una película de caricaturas mientras eran vigilados por tres educadores. A un lado, el resto de la planta docente platicaba sobre temas de organización interna.
El amplio espacio dificultó que las educadoras se dieran a entender con los niños, pues se generaba un fuerte eco.
La directora no quiso dar información respecto de qué habían acordado con las autoridades educativas y si se paga renta o hasta cuándo estarán en ese lugar.

468 ad