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Alfredo Arcos Castro

Etica y política

 Ante las crisis de valores que vive nuestro país es necesario y urgente que los políticos tengan una formación moral sólida y firme. Y sobre todo, que sean capaces de utilizar su inteligencia y la sociabilidad en beneficio de la colectividad. Podemos pensar en un buen político que asuma al pie de la letra el modelo tecnocrático, pero no es suficiente, hoy en día se requiere de políticos que tengan una visión humanista, que centren su reflexión en el hombre y sus problemas, y no solamente la técnica orientada al lucro.

Un político que sólo tenga preparación técnica sin tomar en cuenta a los seres humanos es inmoral. Manejar con pericia datos y cifras abstractas sin resolver problemas concretos tan urgentes como la salud, la pobreza, el hambre, la educación el desempleo, es un hecho éticamente reprobable. Los políticos deben tener una formación integral de la persona para que sepan qué es lo que deben hacer y qué es lo que no se debe hacer. Todos los políticos deben actuar conforme a su formación moral. Tenemos conocimiento que existen ciertos principios comunes de la ética aceptados en todo el mundo. Por ejemplo, los derechos humanos. Pero hay otro modelo: es el de las “virtudes”, en donde además de saber cuáles son las normas, los derechos, se señala qué características ha de tener el político para asumir esas normas y llevarlas a la práctica. Puede haber códigos, leyes reglamentos, pero de nada sirve si el político no tiene las virtudes para reconocer que son importantes, aceptarlos y aplicarlos.

Estamos seguros de que en México son muy raros los políticos que tienen una formación moral, que ponen en práctica las “virtudes” morales. Es un hecho que falta mucho por hacer en este campo, sin embargo, debemos insistir en que la formación de los nuevos políticos debe darse bajo una nueva estructura, para que tengan los conocimientos de la ética y asuman lo que se le ha dado en llamar “virtudes” para que las apliquen. No se trata a que se les obligue a adoptar una manera de conducirse, sino que lo hagan porque estén seguros, convencidos que eso es lo más adecuado.

Todo político en cualquier circunstancia  debe tratar de ser decente, justo, tolerante y comprensivo. Al mismo tiempo debe de tratar de resistir la corrupción y el engaño. Sus actos deben de estar siempre en armonía con su conciencia y con lo mejor de sí mismo. Es decir, si hubiese alguna posibilidad de éxito, hay un solo camino por luchar por la descendencia, la razón, la responsabilidad de éxito, hay un solo camino por luchar por la decencia, la razón, la responsabilidad, la sinceridad, la civilidad y la tolerancia y eso es actuar decente, razonable, responsable, sincera, civil y tolerantemente.

El buen político debe de ser modesto, no debe anhelar el poder en sí mismo. No debe mentir, sólo debe ser sensible y saber cuándo y a quién, qué y cómo decir lo que tiene que decir. Es falso que una persona de principios no pueda participar en la política. Con paciencia, reflexión el sentido de proporción y un entendimiento de los problemas de los otros es suficiente para participar en la política. Si el político tiene esas virtudes, es el hombre adecuado para la política y es su obligación estar absolutamente ahí. No es cierto que solamente los insensibles, cínicos, falsos, vanos, descarados y vulgares pueden tener éxito en la política. Sin duda, este tipo de responsabilidad y el buen gusto siempre contarán con más.

En México y Guerrero necesitamos gobernantes con este perfil, los políticos tradicionales y los tecnócratas hoy en día están muy devaluados. Una democracia en donde los actores políticos no ajustan sus acciones a principios éticos, estarán construyendo una sociedad en el vacío.

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