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Maclovio Sautto Vallejo

Convocar al Consejo Universitario

Después de que el rector anunció que sería asesorado por los rectores anteriores y de ver al doctor Hugo Vázquez acompañándolo en actos político académicos como el informe del director de la Facultad de Contaduría, empiezo a pensar que está siendo asesorado por uno de los responsables del exterminio del Consejo Universitario y del abuso de ese poder administrativo.

Por la situación de reforma inconclusa en que estamos, es imperioso convocar al Consejo Universitario. Los asuntos urgentes a tratar son, entre otros, el informe de comisiones y la reforma universitaria.

Con respecto al primer punto destaca la comisión académica para aprobar la creación o modificaciones de planes y programas de estudio, y no caer en la irresponsabilidad de pasados rectores que dejaron sin legalidad durante muchos años a egresados de nuestra universidad. También la Comisión de Honor y Justicia, para que de una vez por todas el Consejo avale la negociación de las fuerzas políticas triunfantes y perdone al destacado y seguramente hijo pródigo de nuestra universidad: Hugo Vázquez Mendoza y demás distinguidos universitarios señalados en el informe de esa comisión.

Y finalmente, la de Finanzas y Patrimonio Universitario para que informe que no conoce aún el dictamen de la auditoría del 2000. Y para que solicite a la nueva administración –cuya área financiera sigue en las mismas manos de los contadores Germán Cerón y Fausto Solís–, dónde están los 15 millones entregados por Promep, para la contratación de nuevas plazas y para becas, que no encuentra la nueva directora de Planeación, Felicidad Bonilla.

Asimismo, para informar que fracasó en su intento de recuperar los terrenos que están enfrente de la Rectoría. De nada sirvió conseguir terrenos baratos para una colonia universitaria, pues el clientelismo político de las organizaciones triunfadoras y perdedoras, se coaligó en un vergonzoso silencio. Justo es que los consejeros universitarios que aún quedamos, emitamos nuestro voto y asumamos nuestra responsabilidad ante la sociedad y los universitarios.

Con respecto a la reforma universitaria, en la sesión del Consejo Universitario donde se aprobó el dictamen de la Comisión Electoral, se repartió el Estatuto de la universidad el cual no corresponde con la última propuesta elaborada por la Comisión de Reforma, sobra decir que no contiene los últimos señalamientos incorporados por el Consejo Universitario.

Es urgente discutir los criterios para la integración de las unidades académicas, no se puede seguir considerando una sola unidad académica la Facultad de Matemáticas que cuenta con tres planteles en distintas regiones del estado, cada una con sus propias necesidades administrativas. Lo mismo ocurre con Veterinaria, dos unidades: una en Tierra Caliente y otra en Costa Chica.

No es posible seguir considerando una sola unidad académica a Ciencias Sociales, donde deberían integrarse tres o cuatro colegios, dos de ellos claramente diferenciados: Sicología y Derecho. En este último caso, uno de los aspirantes a la dirección me comentaba que no se podía por el tronco común.

Creo que vale la pena revisar este tipo de cuestiones y proponer soluciones a las mismas, no es posible que por pereza mental dejemos que las cosas sigan como están.

El nuevo organigrama de la administración, como quedó en el aire la propuesta, las fuerzas triunfantes se dieron a la tarea de acabarla de forma tal que resolviera el problema de repartición de “espacios de todos los niveles entre las fuerzas vivas de la UAG”.

La gran limitante a la que se enfrentaron es que para los puestos de primer y segundo nivel, se requiere grado de maestría y la miseria académica de nuestras organizaciones y de nuestro sistema educativo afloró otra vez; no hay garantía de que los pocos que ostentan grado de maestro sean buenos administradores (y desde luego que acepten ese tipo de cargos).

En el área financiera resulta grotesca la solución aplicada por la nueva administración, porque uno de los responsables del área, Fausto Solís no tiene maestría, por lo que Cerón, sin competencia y con su maestría de último momento, le permitió la Dirección General de Gestión y Recursos Estratégicos, la que aglutina Informática, Construcciones y el área financiera, ahora hay un responsable del área financiera, y la tesorería junto a la contaduría quedarán como departamentos (para que pueda seguir el contador Fausto).

En los hechos Cerón, lejos de integrar esas tres importantes áreas, sigue actuando como tesorero, y lo grotesco es que el responsable del área financiera –con maestría desde luego– es un espacio ganado por una de las fuerzas triunfantes y que durante los primeros días de su gestión despachaba en uno de los escritorios del área común de Tesorería, mientras que su subordinado –en el papel– Fausto Solís seguía despachando en una de las oficinas más grandes de la universidad. Aquí mi duda es saber si el contador Fausto va a cobrar lo mismo que un jefe de departamento o como funcionario de primer nivel.

Esto es sólo una pequeña muestra de lo que está pasando en la UAG.

No estoy en contra de que se implore justicia en los tribunales estatales y federales –como los compañeros del FAUG–, simplemente creo que esos tribunales son los mismos que han dejado en libertad a banqueros nefastos como Carlos Cabal Peniche, políticos como Oscar Espinosa Villarreal y buena parte de esos jueces han sido catalogados como corruptos por organizaciones internacionales. Al margen de esta discrepancia, creo que estos compañeros deberían sumarse a la exigencia de que se llame al Consejo Universitario y que ahí sea la instancia de deliberación de nuestros distintos puntos de vista y sobre todo la instancia de toma de decisiones.

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