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Alfredo Arcos Castro

La democracia, un desafío

Construir un orden político donde todos podamos elegir, donde podamos convivir siendo diferentes y respetándonos los unos a los otros, donde podamos organizarnos libremente y participar activamente en la solución de los asuntos públicos, no es tarea nada fácil, sobre todo en un país donde el cacicazgo, el caudillismo, la ilegalidad, la impunidad, la corrupción, la simulación, la pobreza, la marginación, la exclusión, la pulsión militarista y la demagogia son el pan de cada día. Me refiero en este contexto a los países latinoamericanos.

La democracia entendida como un sistema político que requiere de una amplia participación, y procesos electorales transparentes, honestos y libres, para seleccionar a quienes nos gobiernen, y que permite que la mayoría ejerza el poder bajo un ámbito constitucional, con reglas establecidas y aplicadas que canalizan la acción del Estado según las leyes, y protegen al mismo tiempo los derechos y las libertades de los ciudadanos. Sin duda, muchos de nosotros esperamos demasiado de un régimen democrático, pero ninguno debe conformarse con algo que atente contra este mínimo de democracia.

Ejemplo de esta fragilidad de la democracia en América Latina son México, Venezuela, Argentina, Brasil, Colombia por nombrar algunos. Desde finales de la década de los ochenta, con la caída del Muro de Berlín en Europa Occidental, comenzó un proceso de transición del autoritarismo a la democracia. Hasta la fecha este desarrollo no ha podido consolidarse, no hemos logrado convertirnos en ciudadanos reales, con derechos y obligaciones, libres, críticos, responsables, tolerantes. Valores todos ellos necesarios para poder construir un orden político democrático.

En México, si seguimos con rigor la teoría de la transición democrática que concluyó el 2 de julio del 2000 con la derrota del PRI, y la llegada de un nuevo partido, y que, por tanto, a partir del primero de diciembre del mismo año iniciamos una nueva fase, por supuesto, esta nueva etapa presenta rasgos particulares respecto a la fase precedente de transición. El concepto que maneja la literatura especializada para caracterizar a esta nueva fase postransición se le nombra: instauración de la democracia o consolidación de la democracia.

El proceso de transición concluyó porque la alternancia modificó de raíz los rasgos dominantes del régimen político mexicano tal y como lo conocíamos hasta entonces: presidencialismo autoritario, partido hegemónico, presidencialismo con enormes capacidades constitucionales y meta constitucionales, corporativismo, elecciones sin competencia, partidos de oposición testimoniales, leyes electorales restrictivas, decisiones de gobierno de cúpula, federalismo formal, centralismo real, subordinación de los poderes Legislativo y Judicial al Ejecutivo, etc. Actualmente después del 2 de julio contamos con un régimen pluralista, presidencialismo acotado, independencia de poderes, autonomía de los diferentes niveles de gobierno, autonomización de los grupos sociales, elecciones altamente competitivas, leyes electorales más abiertas; la decisión de quien gobierna la tienen hoy los ciudadanos.

Sin embargo, para consolidar la democracia en México se necesita de una reforma constitucional con la finalidad de diseñar un nuevo arreglo institucional y normativo más acorde con la lógica democrática, realizar una reforma integral del Estado que tome en cuenta las siguientes cuestiones: el respeto irrestricto de los derechos humanos y las libertades públicas sin distinción ni exclusión; reformas electorales adecuadas a las exigencias de imparcialidad y equidad propias de los regímenes democráticos; fortalecer la división de poderes y el federalismo; preservar y profundizar el derecho a la información; propiciar que las políticas públicas en materia económica garanticen el cumplimiento de los derechos sociales y el desarrollo sustentable; redefinir las responsabilidades de México en el orden global y adecuar la política exterior al interés nacional.

Como vemos, para consolidar la democracia en México es necesaria la reforma integral del Estado, que haga factible la legitimidad y gobernabilidad democrática. Muchas son las dificultades para enfrentar tal desafío, la lista de problemas es interminable: problemas de transición que abarcan todos los aspectos relacionados con el establecimiento de nuevos sistemas constitucionales y electorales; la modificación de leyes inadecuadas para la democracia; la abolición drástica de instituciones propias del régimen anterior.

Los problemas contextuales surgen de los males endémicos de la nación como la pobreza, la marginación, la exclusión, la desigualdad social, el grado de desarrollo económico y político, los antagonismos regionales. Finalmente los problemas que tienen que ver con la naturaleza propia del sistema democrático: la imposibilidad de la toma de decisiones, la demagogia, el control por parte de los intereses particulares, etc.

La construcción de un orden político democrático en México no es tarea nada fácil, apenas iniciamos el proceso y no estamos seguros que lo logremos. Ojalá me equivoque.

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