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Moisés Alcaraz Jiménez

PRI y PRD ante el proceso electoral en Acapulco

El proceso electoral ya en puerta para elegir al próximo presidente municipal de Acapulco, no será un paseo dominical en la alameda, como tampoco lo será en otros municipios de la entidad donde desde ahora los ánimos empiezan a calentarse más que otras veces y anuncian unas elecciones que seguramente no estarán exentas de conflictos.

Una de las primeras medidas que tendrán que tomar las autoridades electorales, es hacer un llamado a los partidos y candidatos para que actúen dentro del marco jurídico y respeten la legalidad. Además de ello, el consejo electoral tendrá que garantizar cabalmente el estricto cumplimiento de la ley y aplicar las sanciones señaladas en el código en la materia cuando así se requiera. Ello ayudaría a eliminar agitaciones, inestabilidades y turbulencias y contribuiría a que el proceso concluya de manera pacífica, con resultados aceptados por todos y sin mayores reclamos posteriores.

En el caso particular de Acapulco, si bien por ahora no se puede anticipar un escenario de violencia, las señales indican que en los momentos más críticos de la contienda, serán utilizados los procedimientos más condenables de la guerra sucia que en pasadas elecciones ya se han visto. La actitud que desde ahora está asumiendo Antonio Valdés, que se ha vuelto más priísta invocando su antipriísmo, es un indicador del nivel de suciedad que pueden alcanzar estas elecciones.

Alberto López Rosas, por su fuerte presencia en Acapulco, se perfila como el más seguro ganador de la candidatura del PRD a la presidencia municipal. Por ello, sin ser aún el abanderado de su partido, ha empezado a recibir los primeros ataques que le lanzan sus adversarios. López Rosas está identificado desde ahora por la clase política priísta, como el perredista de mayor arraigo en este municipio y que ha despertado simpatías pocas veces vistas en un candidato al que la población le atribuye cualidades y virtudes.

En privado, muchos destacados priístas reconocen la fuerza política que ha logrado acumular López Rosas e inclusive señalan que de los prospectos de todos los partido él sería el mejor gobernante, el que mejor garantiza que Acapulco siga mejorando de manera integral.

En los altos círculos priístas y en las bases del partido, se considera a López Rosas como el oponente más difícil de vencer, a diferencia de los demás, que están abajo en las preferencias electorales y a los que los tricolores tienen la certeza de que Ernesto Rodríguez Escalona superaría con amplio margen. No será extraño, pues, que de aquí al día de la encuesta del PRD el lajeño siga siendo objeto de toda una serie de bajezas encaminadas a impedir que gane la candidatura.

Perredistas de diversas organizaciones han convocado a cerrar filas en torno a López Rosas en medio de un clima poco favorable para la unidad, debido a las amenazas de ruptura que provocó el desorden bajo el cual se desarrollaron las pasadas elecciones internas. De ganar este aspirante la encuesta, una eventual división perredista sería el único factor que ponga en riesgo su triunfo en las elecciones del 6 de octubre próximo.

Mientras el PRD enfrenta el peligro de no poder superar las diferencias existentes entre las corrientes acapulqueñas que lo integran, el PRI, no sin grandes dificultades, ha avanzado en el proceso unificador después de las amenazas de divisiones generadas por una encuesta que no convenció a muchos, principalmente a los mayrenistas, el grupo priísta más numeroso, más reacio a la unidad y al parecer superior al que se formó alrededor de Rodríguez Escalona.

Después de conservar la mayoría en el Congreso local, la prioridad número uno del PRI es recuperar Acapulco. Con toda seguridad, la clase priísta logrará los más altos niveles de unidad, concentrará recursos en este municipio y sumará voluntades para alcanzar este objetivo. Sin embargo el tricolor enfrenta una situación sumamente adversa. Luego de dos trienios desastrosos, considerados como de los más corruptos y deficientes en la historia de Acapulco, que terminaron por echar al partido del poder, el PRI ha tenido que luchar contra el sentir generalizado de la población que califica como positivo el gobierno de Zeferino Torreblanca Galindo y al menos para el próximo periodo se observa muy difícil que el PRI convenza a la ciudadanía acapulqueña para que le devuelva la credibilidad y confianza que malos servidores públicos le hicieron perder.

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