Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Alejandro Díaz Garay

Cuando se pudo… no se quiso

 No sé que pase en esta semana con la calificación de la elección de la dirigencia del PRD en Guerrero, pero quisiera dedicar las siguientes líneas a mis hermanos de lucha. Cuando este artículo sea publicado estaré participando en la décima Escuela Nacional de Coordinadores Estatales del PT, en Metepec, Puebla, contando por cierto con la presencia de Alducín, quien hablará –para variar– de encuestas electorales.

Las contradicciones que se observan en las corrientes que componen al PRD tienen su origen en un proyecto electoral y no en un proyecto social. Las dos fuerzas dominantes son los felixistas y los cívicos. La gran pugna es por llegar a la gubernatura no para transformar las condiciones de pobreza y marginación en que vive la entidad; se denota una ambición desmedida de poder, sin más. La actitud de Félix Salgado Macedonio, dicho sea con todo respeto, es la de un auténtico cacique, que pide al alcalde de Acapulco no entrometerse en el proceso y es él quien está metido hasta el cuello.

Armando Chavarría Barrera ha observado una carrera meteórica en el PRD; las derrotas que sufrió las dos veces que fue candidato a la Rectoría de la UAG las asimiló para bien. De ser delegado del INEA llega a la diputación federal y de ahí ni más ni menos que a la senaduría. Es lógico pensar que Armando Chavarría podría ser uno de los precandidatos a la gubernatura para febrero 6 del 2005.

El senador tuvo el tino de apoyar a Rosario Robles Berlanga, de impulsar las candidaturas de Martín Mora Aguirre y de Beatriz González Hurtado, todas ellas fórmulas ganadoras en la pasada contienda, aunque impugnadas las tres.

La desesperación que siente Félix Salgado es entendible más no justifica sus desesperados intentos de echar abajo la elección más que de limpiarla.

La pugna Félix-Armando se ha dado en diversos niveles. Los infructuosos esfuerzos que hicieron los felixistas René Lobato y Rosario Robles por frenar el creciente liderazgo de Chavarría en la universidad, llevaron a Lobato a externar ante los medios de comunicación lo que pensaba; a saber, que el perredismo guerrerense apoyara a Rogelio Ortega Martínez a la Rectoría, pues de llegar Nelson Valle López significaría ir diluyendo la posibilidad de que el diputado federal, senador y diputado federal, sea postulado por tercera ocasión como candidato a la gubernatura.

Y qué decir de la precandidatura de Acapulco. El asunto está claro. De los cinco postulantes sólo uno se veía como viable desde el año pasado y así lo confirman las encuestas.

El posicionamiento de imagen que mi amigo Julio Zenón le ha hecho a Alberto Mojica Mojica ha sido extraordinario, aunque muchos porteños se preguntan de dónde salen tantos recursos para mantener el ritmo de una campaña por demás ostentosa, o por lo menos, de las cinco, es la más cara.

Las especulaciones llegan hasta Casa Guerrero. Por cierto, casi todos los aspirantes tienen como común denominador haber sido militantes priístas, pero mientras a López Rosas no se le asocia una cercanía con el gobernador René Juárez, sí ocurre con Mojica Mojica, quien orgullosamente ha afirmado tener derecho de picaporte con Juárez Cisneros.

Mientras que López Rosas ha logrado convencer a los líderes más representativos del perredismo (el llamado voto duro), Mojica Mojica tiene el mérito de haber seducido a un importante número de indecisos (el llamado voto blando).

Las últimas dos elecciones de Acapulco fueron muy competidas y fueron los indecisos el fiel de la balanza, pero los que saben de campañas coinciden en señalar que el punto de partida tiene su origen en el voto duro. Se espera esta próxima elección muy cerrada; habrá recursos extraordinarios que seguramente rebasarán los topes de campaña, principalmente de quienes desean volver a sus andadas.

De ser Mojica el candidato, ¿podría éste lograr sumar el voto duro? De ser López Rosas el candidato, ¿podría éste lograr sumar el voto blando? Sin duda, lo primero es con mucho más difícil que lo segundo. Luego entonces, si Alberto López Rosas es quien realmente va arriba en las encuestas, si es el que ha logrado la confianza de lo más representativo del PRD, por qué esperar a una medición más que además de costosa arrojará una información que me atrevo a adelantar. Primer lugar: Alberto López Rosas. Segundo lugar: Alberto Mojica Mojica. Tercer lugar: Carlos Alvarez Reyes, con David Augusto Sotelo Rosas y Benjamín Sandoval Melo peleando la cuarta posición. Los puntos de diferencia son lo de menos.

Como anécdota. Recuerdo la tercera vez que Zeferino Torreblanca era candidato. Estábamos reunidos un grupo de petistas con él en su despacho de Costa Azul. El PRD andaba metido en las discusiones electoreras (¿quién iba para regidor?, ¿en qué posición?), faltaban sólo dos meses para la elección. Zeferino comentaba: ¿ustedes creen que yo voy a empezar a hacer campaña cuando los del PRD se pongan de acuerdo? Yo ya empecé hace meses. Como muestra nos proyectó uno de sus comerciales, aquel tan comentado por su fondo blanco y camisa blanca. Y es que pocos pensaban que se pudiera ganarle al PRI. Los del PRD, los del PAN y hasta compañeros nuestros del PT, peleaban por los primeros siete espacios de las 28 regidurías.

Invito a mis hermanos de lucha a consolidar la derrota electoral que juntos le propinamos al PRI. No se vale calentar candidaturas cuesta arriba cuando estamos a escasos seis meses del 6 de octubre. La invitación es a pensar en lo benéfico que será el irle ganando terreno a la corrupción, el compadrazgo, el nepotismo, el autoritarismo, la inseguridad y, en general, el mal gobierno que representa el tricolor. De no superar el PRD sus contradicciones que no sorprenda ver al PRI recuperar la más anhelada de sus plazas: Acapulco. La moneda está en el aire y no después digamos “cuando se pudo no se quiso”.

PD.1. Aclaro que la opinión aquí vertida la hago como ciudadano preocupado por las condiciones infrahumanas en que viven cientos de miles de acapulqueños y guerrerenses.

PD.2. Como petistas, en 1999 apoyamos firmemente las candidaturas de Félix Salgado Macedonio y de Zeferino Torreblanca Galindo, ambas de facto. En este sentido, las críticas aquí vertidas, hechas en buena lid, espero llamen a la reflexión de que más allá de nuestros intereses de grupo, o de partido, están los intereses de los nuestros.

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