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Silvestre Pacheco León

CRONICA MUNICIPALISTA

 * Organizarse para ganar las elecciones

 En Zihuatanejo pero no es el único caso, el PRD ha dejado en manos de los aspirantes a la alcaldía, la iniciativa política de cara a las elecciones para renovar ayuntamientos.

La causa de esta situación delicada es la falta de liderazgos fuertes en la dirección municipal. En realidad con Silvano Blanco Deaquino el PRD agotó el activo de militantes que constituyen la  generación de fundadores del partido del sol azteca, con mística y adoctrinamiento.

De ahora en adelante el PRD se encuentra en la urgencia de forjar nuevos liderazgos con militantes recién llegados que se verán obligados a improvisar sin ser ellos unos improvisados.

La situación local se ha agravado con el compás de espera que se vive ahora en la dirección estatal del PRD debido a las irregularidades que se sucedieron en las elecciones internas, lo cual deja en manos de los mismos grupos de poder que han desdibujado la institucionalidad perredista, la elección de los futuros candidatos a los puestos de elección popular que se disputarán el primer domingo de octubre.

Conviene traer a la memoria lo sucedido hace 3 años en Zihuatanejo porque es una mala experiencia que no debe repetirse.

Entonces hubo un intento de fuerzas locales de oposición que pretendieron que el proceso de elección no saliera del ámbito municipal para no recibir los influjos contaminantes de los grupos de poder estatales que negocian y se reparten las candidaturas del PRD.

Bajo la conducción de la dirección municipal perredista, encabezada desde entonces por Silvano Blanco Deaquino, los aspirantes, provenientes de las más diversas fuerzas de oposición, aceptaron sumarse a ese proyecto que pretendía agrupar en una gran alianza, una propuesta de gobierno que dirigiría desde el ayuntamiento quien tuviera más adeptos. Eso suponía la discusión plural y democrática del método más idóneo bajo el principio de la unidad de fuerzas.

El proceso se inició con la presencia conjunta de los aspirantes, en eventos organizados por una comisión también plural. Se pretendía que en un periodo breve de confrontación de ideas, de cara a los electores del municipio, se iría definiendo un programa de gobierno que cuando menos dejara claro para todos, lo que nadie quiere que se repita desde el gobierno.

En este ejercicio de memoria conviene también insistir en lo abrupto que resultó el rompimiento de todos los acuerdos que frenaron el proceso de unidad comenzado a partir y con casi todas las fuerzas políticas de oposición en el municipio, provocado por la intromisión de los intereses de grupo que entonces tenían controlado al PRD en todo el estado.

Fue un proceso de ida y de vuelta. Desde aquí, los grupos de los principales aspirantes buscaron cobijarse con sus homónimos más próximos en el estado, y viceversa. El resultado fue la decisión grupuscular y centralista del método de elección que a ninguna de las fuerzas locales perjudicadas convenció.

Así, lo que pudo ser el segundo triunfo más sonado en la historia del PRD por la conquista de los ayuntamientos, fracasó estrepitosamente en Zihuatanejo.

Sin la cohesión de las fuerzas de oposición que hubo entonces, dispuestas a constituir una gran coalición electoral; con una rivalidad entre los aspirantes más fuertes del PRD que los está haciendo perder los estribos; con la falta de un liderazgo perredista que garantice la conducción del delicado proceso de elección de su candidato dentro de la unidad; con la falta de un liderazgo estatal que debió emerger de las irregulares elecciones del 17 de marzo.

Todo eso frente a un candidato ya definido por parte del autodenominado PRI renovado, que es conocedor  experimentado en el arte de persuadir y coptar a los líderes populares y de los electores; con todos los recursos del poder y del tiempo que juega a su favor, con la habilidad, la formación y la destreza para ganar cualquier debate.

Eso que constituyen los recursos básicos de un candidato priísta, dotado además, de los principios que dejan de lado cualquier valor ético, o al que anteponen la máxima aquella de que “el fin justifica los medios” es el tamaño del obstáculo a vencer por parte de la oposición.

Y ya se sabe que para ganar una elección no vasta ni sólo la voluntad ni sólo la razón. Son necesarios los votos, uno a uno, que se deben ganar, no con los métodos que forman el catálogo patrimonialista del PRI, sino con propuestas, argumentaciones y razonamientos que ganen la voluntad de la mayoría de los electores.

Ese es el tamaño del reto. De ahí que deba hacerse el intento de unificar en una gran  iniciativa de triunfo a las más amplias fuerzas del municipio interesadas en contribuir en el cambio democrático que Zihuatanejo y todo el municipio necesitan.

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